Las actuaciones policiales llevadas a cabo en la ruta San Amaro a Santa Catalina para retirar las chabolas y asentamientos de inmigrantes se dejan algo más que detalles por el camino. Todos los restos de esas casetas y los desperdicios dejados por sus moradores quedan en los acantilados y en playas como La Bolera. Un lugar al que incongruentemente se prohibió la entrada de perros por cuestión de salubridad y que ahora está repleta de basura que nadie repara en quitar.
Si la semana pasada la Ciudad anunciaba que perseguiría la erradicación de estas chabolas, parece haber olvidado qué hacer con lo que queda de ellas.
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