A Manuel Sánchez se le quería. Se le quería tanto como se le respetaba. Su muerte supuso un mazazo para su familia pero también para todos los que en alguna ocasión habían trabajado con él o, en el caso de los periodistas de Ceuta, habían escuchado las reivindicaciones del sector de los camioneros.
En la explanada del puerto, por donde tanto estuvo hasta ser prácticamente su segunda casa, varios transportistas han esperado la llegada del coche fúnebre que trasladaba sus restos a Ceuta.
Una caravana de camiones ha hecho sonar sus bocinas desde la zona portuaria hasta el tanatorio de San Amaro. Ha sido un homenaje emocionante, sencillo, de los que llegan al alma, fiel reflejo del cariño y respeto que se le tenía a Manuel.
Hoy se le dará el último adiós: la despedida a un hombre bueno que si podía ayudarte lo hacía, que defendía a muerte a los transportistas, que estaba junto a ellos para todo y que alzó la voz en los momentos de mayor presión que vivieron estos profesionales.
Un sonido de bocinas constante que llega al alma
El sonido constante de las bocinas de los camiones ha calado entre todos los presentes y ha hecho recordar a ese Manuel campechano, cercano, amigo y compañero que nunca dejó de luchar.
Se ha marchado un buen hombre pero ha dejado un recuerdo permanente en todos los que tuvieron la suerte de haber compartido parte de sus vidas con él.
Los homenajes sencillos, esos improvisados que nacen del corazón, son en definitiva los más emotivos, los que cobran mayor fuerza los que nunca se olvidan. Y los transportistas nunca van a olvidar a quien fue clave en este sector, al señor Sánchez que deja una historia asociada a los vehículos pesados y que deja en los corazones de todos los que tuvimos trato con él el orgullo de haberlo conocido.
Gran homenaje que descanse en paz