Con la presentación esta noche en la biblioteca pública, del libro Masonería en Ceuta, Origen, Guerra Civil y represión de 537 páginas, del investigador y escritor ceutí Francisco Sánchez Montoya, se salda una deuda histórica con más de 200 ceutíes que padecieron persecución, 27 de ellos fusilados, por el hecho de su pertenencia a la orden.
Como indica su autor cuando se cerraron las puertas del templo masónico ceutí en julio de 1936, se dejaba atrás más de un siglo de historia. Ocho fueron las logias instaladas en la ciudad: Antorcha de Ismael (1821-1823), Africana (1873-1882), Hijos de la Africana (1880-1884), África (1888-1895), Hércules (1930-1936), Constancia (1932-1935), Hijos de Hércules (1932-1936) y Themis (1934-35). El tema de la masonería ha suscitado, y suscita aún en nuestros días, las más encontradas opiniones, las más encendidas polémicas.
El autor intenta en este libro arrojar luz sobre unos episodios, hasta ahora muy poco conocidos, en relación con la historia contemporánea de Ceuta. Fueron décadas de persecución desde el mismo inicio de la guerra civil.
La fuente, para este trabajo es, fundamentalmente, la misma documentación masónica. Que se encuentran en el Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca. Finalmente, incluye un apéndice reseñando la trayectoria masónica y profana de más de 200 integrantes de los mencionados talleres ceutíes.
Cuando el 24 de julio de 1936 el Venerable maestro de la logia Hércules, Aonso Estivil, clausuraba las puertas del templo ceutí, en la calle teniente Pacheco, camino del exilio, se abatieron las columnas de toda una tradición masónica en la ciudad, con más de un siglo de historia.
El 15 de septiembre de 1936 el general Franco decretó que la masonería era una asociación clandestina, declarada contraria a la ley, y que todo aquel que hubiera pertenecido a ella sería considerado como culpable de adhesión a la rebelión. Por lo tanto, si tras realizarse los registros, por parte de la policía, en sus casas, encuentran algún documento o símbolo masónico, se le acusaba en los consejos de guerra de que éstos debían estar destruidos en los tres días siguientes a la publicación del edicto. Difícil de cumplir, ya que la gran mayoría fueron detenidos en los días siguiente al golpe.
Quedaba claro, que quien antes del 17 de julio de 1936 era leal al Gobierno o pertenecía a la masonería, pasaron a ser, desde la siguiente madrugada, culpable de un delito de rebelión. La represión llevada a cabo contra los masones, como indica Morales Ruiz15, “fue una Cruzada, dentro de la Cruzada de Liberación, y esta cruzada antimasónica tuvo una particular y extremada virulencia”. La represión contra los más de doscientos masones ceutíes, se presentó en ejecuciones sumarísimas (27), despidos de sus trabajos, incautaciones y multas.
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