El 2021 es el “año Berlanga” porque se cumple el centenario del nacimiento del que muchos dicen que es el mejor director de cine que España ha tenido nunca. Por éxito, porque se mantiene actual su trabajo tras tantísimo tiempo, porque retrata la sociedad y el alma españolas como nadie ha sabido hacer, con sus luces y sobre todo sus sombras, y por títulos como Bienvenido, Mister Marshall (1953), Plácido (1961), La escopeta nacional (1978) o El verdugo (1963), bien podría ser cierto.
Luis García Berlanga, valenciano de nacimiento (12 de junio de 1921), español de pensamiento y universal por su trabajo, supo saltarse a la torera para su cine a toda una señora censura en época de la dictadura, que no era pequeña, pero como les ocurre a todas las censuras, tampoco demasiado inteligente o con dominio del sentido del humor. La fina ironía que rozaba (e incluso aún roza) lo incorrecto, galopando en la grupa del humor negro negrísimo en casos como el de la sublime El verdugo, seguramente su mejor obra y de las mejores del cine español de todos los tiempos, lo hacen un auténtico genio del cine entendido como algo global que aúna arte, inteligencia, diversión y necesaria crítica social.
Berlanga se convierte con el apoyo de la sociedad especial que forjó con el guionista Rafael Azcona, en uno de los mejores cronistas del pasado reciente de ésta nuestra España cainita y, por muchos, querida. Pero no sólo que sus obras se definieran con la palabra “lucidez” podemos utilizar como gran virtud de su cine. El realizador tenía la cualidad de que pareciese que a los actores no les cueste representar. Nada más lejos de la realidad, sin embargo. Aquello que parece sencillo y entra en gran medida en el cine de autor en el terreno de lo que llamamos “dirección de actores”, en realidad es fruto de un enorme trabajo y es muy complejo y meritorio por ambas partes.
Optó al Óscar por la mencionada Plácido, y aunque no lo ganó, él consideró que “ya haber tenido opciones de ganarlo era como haberlo hecho”.
Berlanga y sus pinceladas de claroscuro componen un retrato costumbrista para guardar junto a los libros de historia, para comprender quienes somos y de dónde venimos, entendiendo la palabra costumbrista de la mejor de las maneras, y no como sinónimo de “comedieta zafia fotocopiada con clichés y actores dudosos”, que es en lo que ha llegado a derivar la palabra en la actualidad, desvirtuando por completo las cualidades del calificativo.
Luis García Berlanga se definía como anarquista y anticlerical, lo cual le hermana más aún con su coetáneo Fernando Fernán Gómez, y ya de paso con el gran Luis Buñuel (nos ponemos en pie con ambos). Franco dijo en su momento que Berlanga era “un mal español” y, obviamente, esta afirmación acabó siendo uno de los mayores espaldarazos de la leyenda de este autor.
Y el caso es que aquel costumbrismo que en el pasado podía querer decir otra cosa, en realidad es moderno. Porque el cine de este autor que habría cumplido 100 años en este 2021, un visionario adelantado a su tiempo, es en realidad cine actual, cine moderno, cine que se seguirá viendo con mucho de curiosidad y otro tanto de admiración durante aún bastantes años.