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Homenaje en la Biblioteca Pública ‘Adolfo Súarez’, que reunió a familares y amigos para leerlos, escuchándose sus últimas creaciones
Benito L. Ocaña tenía miles de inquietudes, pero eran sus pinturas, dibujos y sus poesías las que lo identificaban.
Regresó en 2014 a su ciudad natal y una marcha prematura, hace ahora más de un año, dejó un gran vacío como amigo, compañero, artista y sobretodo como hijo y hermano.
En la tarde del sábado, a través de un homenaje literario, la Biblioteca Pública congregó a numerosos amigos que quisieron arropar a su familia turnándose para leer en voz alta la ‘Antología de mi silencio’.
Libro póstumo que recopila sus últimos escritos, y ahí, donde por primera vez Benito leyó algún que otro poema, se llenó un poco de esa nostalgia que ha dejado entre los que lo conocían.
En una sala multiusos llena, se escucharon sus últimas creaciones.
Cariño, ternura y muchas lágrimas que llenaron ese hueco que ha dejado Benito, pero que al oir sus palabras hicieron que todos compartieran sus poemas.
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