Esta semana hemos soportado una verdadera avalancha de inmigrantes que intentaban pasar a nado aprovechando la abundante niebla. Son gente desesperada que intenta llegar, porque piensan que una vez en Ceuta han logrado su objetivo, pero no es así, aunque hay quienes tratan de convencerlos.
En la vecina Castillejos tenemos una especie de Airbnb para nadadores que se publicita de boca en boca para conseguir clientes que llegan de otras ciudades. Allí se hospedan esperando que llegue el día más propicio para el pase.
Es conocido que de la desgracia ajena siempre hay elementos dispuestos a hacer negocio. Allí -en esas viviendas- se alojan durante días, en este caso, aprovecharon la abundante niebla para lanzarse al mar. Viviendas que son conocidas por vecinos, que lo comentan alegremente.
Llegó la niebla y la salida masiva se preveía, porque es una costumbre de sobra conocida, como una especie de rutina para los que vivimos a un lado y otro de la frontera y, por supuesto, para las fuerzas de seguridad de ambos países. Aquí, en este lado, la Guardia Civil se prepara para realizar su doble cometido lo mejor posible.
Una doble tarea que consiste en impedir que estas personas se ahoguen, auxiliarlas una vez en tierra y, por supuesto, las labores de retorno a quien proceda.
“Es conocido que de la desgracia ajena siempre hay elementos dispuestos a hacer negocio. En viviendas se alojan durante días, en este caso, aprovecharon la abundante niebla”
Un trabajo importante que, por ser rutina, nos impide ver la importante labor que realizan los compañeros de la Compañía de Fiscal y Fronteras, los GEAS y el Servicio Marítimo Provincial.
Nadie le da importancia a esta labor, incluso cuando vemos en El Faro a inmigrantes exhaustos en la playa y, junto a ellos, varios guardias civiles auxiliándolos. Leemos la noticia, la comentamos y pasamos al fútbol, sin darle importancia a la tragedia que estamos asistiendo y, mucho menos, al trabajo de los que han impedido que pierdan la vida.
Sin embargo, al otro lado de la frontera, no es difícil encontrarte a nadadores que son retornados y te dicen “intenté pasar a Ceuta y gracias a la Guardia Civil me salvé”. “Me devolvieron para Marruecos, pero me salvaron la vida”. Estas personas, los protagonistas de la tragedia, saben valorar el trabajo de estos guardias civiles y reivindican sin saberlo el título Benemérito de la Guardia Civil.
Después de la niebla viene la incertidumbre de las familias que buscan a sus hijos, muchos de ellos, se lanzan a la aventura sin que sus padres tuvieran conocimiento. Una tragedia que se repite día tras día y parece que no tiene fin, porque no se implementan medidas para acabar con estas salidas desde Marruecos.
Mientras tanto, los guardias civiles de Ceuta seguirán reivindicando el carácter BENEMÉRITO de la Guardia Civil.
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