El ministerio de Educación y la Universidad de Granada presentaron ayer el informe sobre el abandono escolar temprano en las ciudades de Ceuta y Melilla. La sala de juntas de la facultad de Educación y Humanidades se llenó ayer para presenciar el acto de presentación oficial del informe sobre el abandono escolar temprano en las ciudades de Ceuta y Melilla que realizaron el Ministerio de Educación (ME) y la Universidad de Granada (UGR). Personas tan influyentes en el mundo escolar como Aquilino Melgar, director Provincial del ME, Francisco Díaz Rosas, presidente del Foro de la Educación, Juan Luis Aróstegui, presidente de la Junta de Personal Docente, Mustafa Mohamed, presidente de la FAMPA, y diferentes miembros tanto de la Consejería de Educación de la Ciudad como de la Dirección Provincial del ME fueron testigos de excepción de un acto presidido por Ramón Galindo, decano de la facultad, y en el que intervinieron personas como Manuel Bellón, subdirector general adjunto de Relaciones con las Administraciones Territoriales del ME, y Santiago Ramírez, experto participante en la realización del informe.
El miembro del Ministerio dedicó elogios al trabajo de los investigadores y dijo de él que era “magnífico” y que “marca un antes y un después en la literatura sobre la materia”. El motivo del encargo de este encargo a los expertos de la UGR venía motivado por “la necesidad de tipificar los factores influyentes en el abandono y obtener algunas posibles medidas que se pudieran aplicar”. El miembro del ME dejó claro en todo momento que, aunque desde la península las situaciones de Ceuta y Melilla se ven como algo común e indiferenciado, “las ciudades presentan realidades distintas”. Eso sí, las dos comparten unas altas tasas de abandono escolar cercanas al 45 por ciento. En este sentido, Bellón aseguró que estas tasas configuraban “una bomba de relojería de tamaño descomunal”. En su construcción quedó descartado el motivo económico, ya que explicó que “el ME gasta en Ceuta y Melilla casi el doble” que en el resto de autonomías, aunque sin obtener buenos resultados a pesar de que, como afirmó, “somos el segundo país del mundo en equidad educativa”.
Al responsable responsable de Relaciones con las Administraciones Territoriales le sorprendieron algunas conclusiones del informe como que el perfil del alumno que abandona en Ceuta es de un joven de entre 16 y 17 años de edad que ya ha repetido algún curso, que la mayoría de los abandonos se producen en aulas con unas ratios inferiores a 25 alumnos e incluso que la mayoría de los jóvenes que abandonan usan el castellano como lengua habitual. Bellón dijo que “el abandono hay que verlo con una perspectiva de tiempo porque la adolescencia es una etapa muy difícil”. En este sentido destacó conclusiones como la falta de comunicación entre los alumnos y los tutores, la no percepción de apoyo por parte de los alumnos que han abandonado, la baja autoestima de quienes se salen del recorrido escolar e incluso que éstos se culpabilizan por ello. “La persona que abandona no es para nada una fracasada”, sentenció. Por ello llamó a la reflexión, a la escolarización temprana como forma de desarrollo de las competencias básicas para el aprendizaje y puso el acento sobre que la mayoría de los jóvenes que participaron en el estudio dijeron que si pudieran volver atrás en el tiempo no abandonarían la escuela.