“A mí me gusta mucho de Ceuta, siempre que voy, la comunidad india de allí, el carácter que tiene y cómo está integrada con el resto de la población. Es una cosa que no tenemos en Málaga y otras ciudades, esa conexión que hay entre diferentes culturas”. El que suscribe estas palabras es Rakesh Narwani, un director de cine con mucha proyección y en cuyo carné de identidad aparece que es ceutí porque aquí nació en 1981, un año antes de irse la familia a Málaga para que sus padres abrieran un bazar. Un oficio que ha sido algo más que una forma de vida para la comunidad hindú y que a él le ha servido como fuente de inspiración para ‘El bazar de mis padres’, un corto documental que se proyectará el sábado 25 de junio en la Sala Caixabank de Ceuta.
Son días de bastante ajetreo en la agenda de Narwani, ya que este jueves 16 estrenará su proyecto en el Cine Albéniz de Málaga, la ‘segunda casa’ de este creador y uno de las espacios más señeros a nivel andaluz. Toca hacer muchas entrevistas con los medios de la Costa del Sol, pero saca un rato para atender por vía telefónica a El Faro con muchas ganas de que Ceuta sea la siguiente parada, ya que es un elemento principal de esta obra tan personal.
Ha cruzado el Estrecho en numerosas ocasiones para acudir a bodas y celebraciones familiares porque todavía residen en la ciudad algunos primos suyos. Y aquí sigue la memoria de sus padres: “Para mí es importante que pongan la película en Ceuta porque me une un gran vínculo. Hay una secuencia que se cuenta en la película sobre que es el paraíso perdido para mis padres, esa es la manera en la que yo percibo la ciudad”, subraya este joven talento del audiovisual español, que ha contado con la ayuda paterna para poder sumergirse en la historia de la Ceuta de los bazares indios.
“He estado en contacto a través del archivo que tiene mi padre de Ceuta. Él llego aquí en el año 70 y he contado con imágenes de archivo que me han servido, además de todo lo que me ha contado sobre esa época antes de venirse a Málaga a montar su propio negocio”, apunta sobre este viaje familiar que acaba en la tienda de calle Carretería, la icónica vía malagueña donde los cabeza de familia abrieron un bazar al que entregaron sus días. Muchas horas para jubilarse no sin cierta pena mientras sus dos hijos tomaban sendas distintas. Un cierre obligado por las circunstancias, por la combinación de otro tipo de comercio y por la gentrificación que implica la subida de precios de alquileres y hace inviable seguir con el negocio. Un final que coincide con la época de compras navideñas y que se recoge en esta historia familiar de tradiciones, cultura, diversidad e integración.
Azar y bazar son palabras que se diferencian por una letra, la ‘b’. Dos conceptos que marcan el camino de Narwani. El azar porque al final es el ‘tirano’ que dirige todas las vidas, llevando en este caso a su familia a emigrar de la India a España, a Ceuta, para posteriormente instalarse en Málaga, la ciudad en la que se enamoró del cine y, sin saber muy bien cómo, fue orientando su forma de vida al audiovisual. Y el bazar, aparte de ser el pilar de su comunidad, es una forma característica de organizar el mundo en un espacio minúsculo que también define.
En su búsqueda por encontrar una historia enraizada, se acabó dando cuenta que su propia vida y la de su gente era el punto de partida perfecto. Se planteó hacer un documental y llegó a viajar a la India con la idea de encontrar allí la inspiración pero solamente ensancharía su fuente de imágenes. “La gente que nos dedicamos al audiovisual y tenemos orígenes orientales normalmente queremos trabajar en un documental sobre nuestras raíces, pero no sabía lo que estaba buscando y estaba un poco perdido hasta que no descubrí que la India que yo buscaba no estaba en Calcuta sino en calle Carretería, en el Bazar Kirpa de mis padres”, narra sobre un proceso que le sirvió para entender que parte de su comprensión del mundo se hallaba entre esas paredes. “En una tienda que se distribuía como una tienda de indios, había un Ganesh (deidad de la suerte) recibiendo a los clientes y toda la forma de organización era la de los hindis con sus claves en los precios”, añade.
En la tradición familiar india el mandato general es que los hijos continúen la herencia dejada por los padres, pero los tiempos cambian de manera inexorable como cantaba Bob Dylan y el pequeño Rakesh descubrió en el cine de los 80 y 90 una identidad. Una forma de expresarse. “Empecé a estudiar y tenía Económicas, que me gustaba, pero esto me gustaba más. Mis padres al principio estaban a la expectativa, no sabían cómo me iba a ir porque es un mundo bastante complicado el audiovisual”, relata este director que se sacó la carrera en los años más profundos de la crisis económica y que fue consciente de que sus padres temían y se preocupaban por su futuro porque suponía partir de cero en un campo sembrado de incertidumbre, aunque matiza que “no es que desconfiaran”.
Por suerte, afirma, el panorama ha cambiado y años después está mejor visto el gremio y existen más posibilidades de trabajo en España, hasta el punto de que está siendo tutorizado por la directora Carla Simón, la última ganadora del Oso de Oro de Berlín por ‘Alcarràs’. “Mis padres iban viendo los trabajos que iba haciendo y el corto de ‘Black Bass’ que hice en 2019 con Antonio de la Torre y tuvo mucha repercusión y fueron entendiéndolo y aceptándolo”, explica sobre un anterior trabajo con el conocido actor malagueño en el que ya mostraba una constante en su trabajo, las relaciones entre padres e hijos. Incluso, el final del cortometraje contaba con una dedicatoria a sus progenitores.
Tal ha sido el convencimiento de sus padres, Bhagwan y Manju, que se han dejado llevar por la corriente creativa de su hijo para ser los protagonistas de ‘El último bazar’, el documental que ha recibido el tercer premio en el Festival Mecal de Barcelona y que se podrá ver el día 25 a las 19:00 horas en Ceuta dentro de las actividades programadas por la comunidad hindú para este mes de junio.
“Era difícil transmitir ese conflicto general que se da en comunidades tan tradicionales como la nuestra de tener que romper con lo anterior pero a la vez respetar”, resalta y asume que “si no lo hubiera hecho de esa manera no podía ser un retrato fiel”. Un ejercicio complicado, del que cree que ha salido airoso: “En los festivales han valorado lo bien que se ha usado el archivo para mostrar de forma respetuosa las tradiciones”.
Para Narwani, consumidor por igual de cine norteamericano, europeo, español e indio, la clave ha estado en darle su toque a esta historia de resistencia. “Desde pequeño tenía esa necesidad de coger un poquito de cada sitio”, resume sobre este proyecto que, si todo va bien, acabará convertido en un largometraje de ficción.
Durante la fase de documentación, Narwani fue desarrollando ideas que se acabaron guardando en un cajón a la espera de algo más grande. Así, tras haber recibido las ayudas a la creación del Festival de Málaga, el director ha planteado un proyecto de película de ficción, largometraje, que además está contando con la tutorización de la directora Carla Simón, la estrella emergente del cine español por su histórico triunfo con el Oso de Berlín. “Creo que ‘Alcarrás’ tiene un punto de vista narrativo muy parecido a ‘El bazar de mis padres’, en su película ella parte de una familia de agricultores que se enfrentan a la última cosecha y en el caso de mis padres es una familia de indios que se enfrentan a las últimas ventas navideñas porque la gentrificación y los precios abusivos de los alquileres hacen que tengan que cerrar su negocio”, explica Narwani. Por su parte, Simón ha señalado sobre ‘El bazar de mis padres’ que “espera que pueda surgir una gran película que aporte libertad y diversidad a la filmografía española contemporánea”
Aunque a Ceuta solamente vuelve por celebraciones familiares y por cuestiones tan simbólicas como la presentación de su película el próximo sábado día 25 de junio, Rakesh Narwani se siente como en casa en la ciudad en la que nació y vivió durante un año. “Reconozco a los indios de Ceuta como a mí mismo, hablamos el español perfectamente y además no viven en una burbuja como en otras comunidades que he visto. La gente vive realmente integrada. Me reconozco y me podría reconocer viviendo en Ceuta”, apunta el director de cine, que lo que más valora de su ciudad de origen es el entendimiento entre culturas. “Sí que veo esa hermandad entre las diferentes comunidades, y creo que ese debe ser el objetivo de una ciudad”, dice el creador de ‘El bazar de mis padres’, quien añade que además ve “un cariño especial a la comunidad india ceutí, que algo habrá hecho bien para tener ese cariño por parte de la gente”. Algo que podrá palpar de primera mano en su encuentro ceutí dentro de dos semanas.
Vivió en Nueva York, donde trabajó en la cafetería del Village en la que se rodaron escenas de ‘Sérpico’. Allí persiguió encontrarse con su ídolo, Woody Allen, buscándolo en el club de jazz donde toca. Pero a la hora de trabajar reconoce influencias de Gurinder Chadha (directora india autora de‘Quiero ser como Beckham’ o ‘Cegado por la luz’, dos filmes muy en la línea de su documental) o de directores orientales como Ang Lee (‘El banquete de bodas) o Lulu Wang (‘The Farewell’).
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