Es de conocimiento general que el proyecto expansionista delineado por la dinastía de Avis agrandó los límites geográficos de los Algarves portugueses a lo largo del siglo XV. La conquista de Arzila y la toma de Tânger, en 1471, dejó atrás el aislamiento de las plazas de Ceuta y de Alcácer Ceguer, llevando a la constitución formal de los Algarves de Além-mar con el tratado de paz celebrado entre el rey D. Afonso V, "o Africano", y Muley Xeque, rey de Fez. Es cierto que durante las siguientes décadas los límites de los Algarves de Além-mar se extendieron hacia el sur, primero con la imposición de soberanías políticas y comerciales llevadas a cabo durante el reinado de D. João II y después, con la conquista por las armas de varias ciudades norte-africanas y la construcción de nuevas fortalezas durante el reinado de D. Manuel. No obstante, el dominio naval que Portugal imponía en el círculo luso-hispano-marroquí no impedía que los corsarios magrebíes intentasen ataques contra las costas de los Algarves portugueses. En ese sentido, y pasados 500 años sobre un episodio que ilustra bien la violencia cotidiana que se vivía en las costas de los Algarves en los inicios de la Edad Moderna, nos predisponemos a revisar la batalla naval contra los corsarios Xaerões, a la que D. Jerónimo de Osório, Obispo del Algarve, se refirió como "uma gentileza de armas, pequena se se considera a quantia de soldados, assaz valiosa, porém, para quem pesa com que grandeza de ânimo ela foi executada" (Da Vida e Feitos de El-Rei D. Manuel, Livro XI).
En efecto, discurría el año 1520 cuando los hermanos Xaerões, célebres corsarios que operaban entre Larache y Tetuán, se atrevieron a surgir delante de Ceuta, esperando apresar algún navío portugués. Para conseguirlo, posicionaron una de sus fustas relativamente cerca de la ciudad, dejando la segunda embarcación de atalaya, algo más apartada. Fue entonces cuando el capitán de Ceuta, Gomes da Silva de Vasconcelos, al saber de los planes de los adversarios a través de sus espías, mandó armar dos bergantines cuyo comando entregó a sus hijos, André de Vasconcelos y Miguel da Silva, con órdenes para capturar a los corsarios musulmanes. De hecho, fueron varios los cronistas que se refirieron a la batalla que siguió, como D. Jerónimo de Mascarenhas y Manuel de Faria e Sousa, en el siglo XVII, o Pedro de Mariz y D. Jerónimo Osório, en el siglo XVI. Aun así, es la Chonica do Serenissimo Senhor Rei D. Manoel, de Damião de Góis, la que destaca como fuente más creíble, no solo porque el cronista se encontrara cronológicamente más próximo de esta batalla, sino también por haber tenido acceso a varios documentos que con el tiempo se perdieron. Según Góis, Gomes da Silva de Vasconcelos dio instrucciones a Miguel da Silva, el hijo más joven, para ser el primero en atacar la fusta que se encontraba en la costa de Ceuta. El joven así lo hizo y, sediento de gloria, atacó solo al adversario, sin esperar el apoyo de su hermano. Los corsarios de Tetuán eran, sin embargo, hombres con experiencia en la guerra naval, por lo que no solamente repelieron el ataque, sino que también invadieron el bergantín de los portugueses, que se refugiaron en la cubierta. Fue, por tanto, con manifiesto esfuerzo que Miguel da Silva, viéndose solo con un puñado de soldados, consiguió expulsar a los corsarios y liberar su barco.
El primer abordaje había sido infructífero. Aun así, el hijo del capitán de Ceuta no desistió, volviendo a ordenar un nuevo ataque contra la fusta de los corsarios sin esperar el apoyo de André de Vasconcelos, que navegaba en un bergantín más lento. Fue entonces cuando, aferrados los barcos, se trabó una violenta lucha, en la que los musulmanes mataron algunos portugueses, entre ellos a Pedro Vieira, que quedó con " has tripas quasi todas fora da barriga". El rumbo del combate cambió cuando el joven Miguel da Silva agarró una lanza y la tiró contra el capitán de la fusta enemiga (que era el xaerão más viejo), atravesándole la garganta y matándolo de inmediato. Los corsarios musulmanes, desmoralizados con la muerte de su capitán, se retiraron a su fusta y los dos barcos se separaron, suspendiendo el combate por unos minutos.
Los musulmanes, que se encontraban en superioridad numérica, aún procuraron volver a atacar el bergantín de Miguel da Silva. Sin embargo, la aproximación de André de Vasconcelos les llevó a intentar una fuga fallida, ya que los barcos portugueses les cortaron la salida hacia el mar, obligándolos a dirigirse hacia la costa. Envuelta por el oleaje, la fusta de los corsarios se volcó, muriendo ahogados todos los tripulantes moros a excepción de ocho, que consiguieron llegar nadando a tierra. Aun así, estos supervivientes fueron capturados por el capitán de Ceuta que, acompañado por los caballeros portugueses, seguían atentamente el combate desde la playa. Por lo demás, la fusta del xaerão más joven, que también asistió a la batalla, corrió al socorro de sus compañeros. Aunque, al presenciar el fin trágico de estos, acabó por desistir y huir hacia Tetuán. El joven Miguel da Silva, por su lado, regresó a Ceuta como " mui esforçado caualeiro" y protagonista de una de las muchas batallas que se dieron en los mares de los Algarves de Além en ese lejano año de 1520. Audaces fortuna Juvat!
*Historiador