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Barrios de Ceuta | El Mixto, una “humilde” familia que presume de ser la Viña de Ceuta

Los vecinos del Mixto dicen que los que no se sientan a gusto allí “es porque son bichos raros”. Como la mayoría de las barriadas de la ciudad ha cambiado. Nuevas generaciones y nuevos tiempos que trasforman el modo de vida de antaño; sin embargo, esta zona que reúne a unos cuantos miles de vecinos todavía conserva su esencia que definen como “familiar y entrañable”. Trasladarse hasta el Mixto es dejarse invadir por la tranquilidad de la que carece el centro urbano. Vecinos que pasean y se saludan. Paran a conversar o se reúnen en el local social que alcanza su auge de asistencia los fines de semana, cuando se congregan, incluso, vecinos de otras barriadas. “Este barrio, más que un barrio ha sido siempre una familia”, comenta Manolo Álvarez, vecino de toda la vida. Lo corrobora Pedro Duarte, quien afirma que “aquí da gusto vivir”. Al amparo de las históricas Murallas Meriníes por uno de sus extremos, y con el límite de la avenida del Ejército Español por el otro, se erige esta barriada durante la segunda mitad del siglo pasado. Aunque ya contaba con pequeñas casas de planta baja que hoy son la esencia más pintoresca y destacable en el plano arquitectónico, donde pasear por sus callejuelas decoradas con coloridas flores es remontarse a otro tiempo y lugar, los edificios que emergen a lo largo de toda la zona fueron el verdadero germen del barrio. Estas construcciones obedecen a la piqueta municipal que por aquellos años establece como objetivo erradicar el chabolismo y, hasta los mismos, trasladaron a un conjunto de familias que residían en las barracas que se ubicaban junto al Foso de San Felipe. De origen humilde, Dedicadas a las labores relacionadas con el mar y la pesca, estas familias son las fundadoras del Mixto, por aquel entonces conocido como Pedro Lamata, ya que varias son las nomenclaturas por las que es conocida la zona. “Pedro Lamata se derivó por uno de los edificios que llevaba ese nombre. Por otra parte el Mixto llegó por su proximidad al Regimiento de Artillería Mixto (Ramix nº30). En cuanto a la denominación de barriada de San Pedro, es mucho más reciente y llegó como un acuerdo derivado por parte de unas de las últimas ejecutivas”, explica Duarte. Aunque si por algo se hizo famoso el barrio en toda Ceuta fue por el carnaval y su famosa chirigota. “Es la Viña de Ceuta”, comenta Álvarez. Y no es para menos. Cada año el barrio vivía su fiesta particular, entregándose con cada evento que se organizaba en la ciudad. “En el Carnaval de Ceuta, el Mixto tiene mucho que decir. Es un barrio de peso en este mundo”, opina Álvarez. Una festividad que le ha dado un nombre del que presumen con orgullo.

Pedro Duarte: “Es un barrio de gente humilde, noble, en el que conviven como hermanos”

Pedro Duarte no nació en el Mixto pero, después de cuarenta años, afirma que es su barrio. Destaca que la esencia que lo envuelve radica en sus vecinos. “Es una barriada de gente humilde, noble, en la que han convivido siempre como hermanos. Es una familia”. Procedía del barrio de O’Donnell cuando se instaló en la zona, en sus Pabellones Militares y, pese a ubicarse fuera de sus límites, él se considera del Mixto. “Allí voy a comer y dormir, pero aquí, en el barrio, es donde siempre he hecho la vida”. Su implicación en la barriada se tradujo desde el primer momento en el ámbito deportivo. “Entre los dos equipo que había, el Nacional y el Pedro Lamata, me decanté por el Nacional que era el humilde. Por entonces lo presidía Lillo y quince días más tarde ya estaba totalmente integrado, hablando de fútbol y formando parte de la directiva”, explica. Muchos son los recuerdos que guarda referentes al deporte y a aquellos niños que ahora ya han abandonado un barrio que se niega a dejar. “Tuve la oportunidad de trasladarme a otra zona, a unos pabellones con viviendas más amplias y mejores, pero mis hijos se negaron y, es normal, en pocos lugares se vive mejor que en el Mixto. Un barrio tranquilo, seguro, donde los vecinos se implican unos con otros”.

Piden un reconocimiento para Manuel González Lillo

Nombrar a Manuel González Lillo en el Mixto es crear una lluvia de halagos, recuerdos y emociones entre sus habitantes. Este vecino destacó por su altruista y completa implicación en el barrio. Si un vecino tenía un problema de cualquier naturaleza acudía a Lillo, y él lo solucionaba. Siempre estaba ahí, para ayudar “y dejarse la piel”. Las situaciones más complejas con Lillo siempre veían la luz. Desde averías importantes a deterioros en los juguetes de los niños, todo pasaba por Lillo y todo salía como nuevo. “Es como mi segundo padre. Él fue quien me integró en la barriada”, comenta emocionado Pedro Duarte. “Era una persona entrañable, servicial, tenía su equipo de fútbol muy humilde. Nos íbamos a jugar y él se quedaba en su casetita preparando los bocadillos de mortadela y con las coca-colas preparadas para cuando los niños volviesen”. Quizá su nombre no sea conocido más allá de los límites del Mixto, pero en este humilde barrio Lillo se escribe en mayúsculas. Uno de sus vecinos más ilustres que, hasta el momento, carece de un reconocimiento. “Es necesario que se le haga un homenaje. Una placa, una calle, para que el nombre de Manuel González Lillo no caiga en el olvido”.

Manolo Álvarez: “Quedábamos a las cinco o las seis de la mañana para recibir a la chirigota”

“Aquello era espectacular”. Una frase que a Manolo Álvarez le encharca los ojos de lágrimas. “Esto es algo que se lleva dentro y me da mucha pena por todo lo que se ha perdido. “Rememora la época dorada del carnaval de Ceuta. Aquellos años 80 y 90 en los que la famosa chirigota del Mixto estaba en todo su apogeo y, con ella, todo el vecindario vivía volcado en una festividad que ha terminado definiéndola como la barriada más carnavalera de Ceuta. “Si la chirigota se vestía de preso, medio barrio se disfrazaba de preso. Íbamos a todos los eventos de calle, a la cabalgata, al teatro, incluso recuerdo que se quedaba a las 5.00 o las 6.00, después del teatro y de haber ganado un primer premio, para recibir a sus integrantes. Los vecinos se asomaban por la ventana y ovacionaban a la chirigota… no hay palabras”. Se puede decir que Álvarez es como una enciclopedia del carnaval. “La chirigota fue una ida de olla de Valeriano Hoyos que comenzó con los presos diarios de la cuarta galería y consiguió que todo el barrio se volcara a muerte con ella”. Nunca llegó a ser integrante de aquella chirigota, aunque sí de otras, pero la siguió y acompañó allá a donde iba, porque estaba formada por sus amigos de toda la vida del barrio. Y, cuando no podía trasladarse, vivía sus hazañas como un vecino más. “Cuando se formó la comparsa, bajo la dirección de Paquito Sánchez, y fueron al Falla, los que no pudimos ir quedamos en el barrio. Estábamos todos aquí, metidos en coches escuchándolos súper emocionados”. Y anécdotas, “muchas”, protagonizadas, en su gran mayoría, por uno de sus integrantes más cómicos, Juan Bolillo. “Recuerdo que por aquel entonces en el teatro no se permitía pasar ni comida ni bebida, y en una ocasión estaba yo por allí y apareció Juan detrás de una cortina llamándome. Cuando entré al camerino tenía dos cajas de langostinos cocidos y una caja de cervezas (risas) no sé por donde las había metido, pero aquello era increíble. Después ya nos percatamos, era el año de ‘Fray Paco y su sotana’ y... ¡cómo olía la sotana a gambas!”. Poco queda ya de aquel grupo, pero Álvarez se permite todavía el lujo de presumir. “Para mí el mejor escritor de pasodobles que ahora mismo tiene la ciudad de Ceuta se llama Valeriano Hoyos, y de cuplés Rafael Alonso ‘El babas’, los dos del Mixto. Es que tenemos la crema y no es un vacile, pero cuando es el barrio de uno y tiene esta gente, pues se puede vacilar un poco”.

Mercado Municipal: “Estamos hartos de demandar a la Ciudad que nos encontramos sin seguridad”

El Mixto es uno de los barrios que aún, y con mucho esfuerzo, conserva un Mercado. Pequeño y humilde, los trabajadores que frecuentan los puestos se esfuerzan en no caer ante los gigantes de las grandes superficies. “Todavía hay vecinos que apuestan por comprar en los comercios de toda la vida”, comenta Manolo tras su mostrador de pescado. Pero, además, en esta constante lucha de supervivencia deben hacer frente a una demanda “histórica” que están “hartos” de reclamar: la ausencia de seguridad. “Estamos dejados de las manos de la Ciudad, a la que me canso de pedir y repetir que necesitamos, al menos, un vigilante de seguridad”, expone el presidente del barrio, Francisco Ayora.

La plaza que lleva el nombre de un destacado miembro de la chirigota

La plazoleta situada en la parte trasera a la asociación de vecinos, colindante con las Murallas Meriníes, está presidida desde hace seis años por una placa que reza ‘Juan Bolillo’, uno de los miembros más destacados de la famosa chirigota. Sus compañeros y amigos decidieron en el año 2012 rendirle un sentido homenaje con este reconocimiento, por ser “un personaje cariñoso, muy querido en la barriada y en el propio Carnaval”. Su faceta cómica y el ostentar el peso de la veteranía terminaron por inclinar la balanza a su favor.

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