La familia del marroquí Ayoub El Aidouni no descansa, está desesperada. A cada noticia que leen, a cada aparición de un cadáver o rescate de un joven con vida, piensan que puede tratarse de este desaparecido en la madrugada del 31 de diciembre al 1 de enero. Ayoub, que cuenta con 19 años de edad, partió con tres chicos más desde Castillejos. Sus mochilas con algunas pertenencias las dejaron en Marruecos y se arrojaron al mar por el Tarajal buscando la manera de alcanzar Ceuta. Dos de ellos se volvieron, a Ayoub se le perdió de vista. Desde esa noche nada se sabe de él.
Tras la aparición de un cadáver este domingo en el Chorrillo, la familia angustiada piensa que puede ser el de su hijo, aunque no cuadra el tiempo de su desaparición con el que llevaba muerto este joven. Tampoco la identidad de Ayoub con la que figura en el documento que portaba el fallecido (un dato que se mantiene en cuarentena ya que muchos inmigrantes cruzan con documentos de otros).
Los dos compañeros que regresaron a la playa de Castillejos al no poder cumplir con la travesía dijeron que Ayoub había desaparecido en el mar. La familia ha intentado dar con estos chicos sin éxito, no saben nada más que la pérdida de ese rastro en plena ruta. Hasta la localización del cadáver en el Chorrillo, la Guardia Civil no había recuperado más cuerpos en estos días. Sí que en el lado marroquí han aparecido otros jóvenes, pero ninguno es Ayoub.
La familia está desesperada y pide ayuda a todo aquel que haya podido ver a su hijo, natural de Muhammadiyah. Destacan que en uno de sus brazos, el izquierdo, presenta un lunar a modo de antojo. Una marca de nacimiento que facilitaría su reconocimiento.
Cada información que se conozca es importante para la familia que lamenta la pérdida del hijo varón, del hijo desaparecido en ese espigón que ya bien podría tildarse como de la muerte por la cantidad de dramas que confluyen en ese mismo escenario. Este joven se echa en falta como tantos otros cuyas ausencias están siendo denunciadas por las familias, padres, madres y hermanos desesperados que solo piden ayuda para dar con sus seres queridos pero que se encuentran solos en esta particular travesía de la desesperación que les ha tocado vivir en la Frontera Sur de Europa. Esa trinchera olvidada, de la que nadie se acuerda, pero que está siendo una auténtica tortura para muchas familias, tortura acrecentada desde que se ordenó el cierre de la frontera el pasado marzo sin alternativa segura en el horizonte.
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