Pasear por Ceuta es una actividad de riesgo. No es necesario que lo hagas en coche o moto, también cuando paseamos por nuestras barriadas o en nuestras caminatas por las rutas del colesterol. Pasear es en sí una aventura de riesgo y los datos de siniestralidad dan fe de ello. Pero el mejor termómetro para medir la inseguridad vial es la percepción de los ciudadanos en el día a día y, lamentablemente, observamos despavoridas carreras de vehículos por todos los rincones. Nos sentimos inseguros en el rally que se ha convertido nuestra tierra.
No hay que ser un experto en seguridad vial para saber que los vuelcos de vehículos se deben en su mayoría al exceso de velocidad al realizar un giro cerrado y, debido a ello, el centro de gravedad se sale de la superficie de sustentación del vehículo, es decir, de la zona de las ruedas y por eso vuelca el vehículo. Esta es una de las causas principales, aunque podrían existir otras, pero con menos incidencia en una ciudad como la nuestra.
Qué se puede hacer para conseguir que los ciudadanos podamos pasear o circular con nuestros coches, motos, patinetes o bicicletas tranquilamente. La respuesta es sencilla: limitar la velocidad a más de, pongamos, 50 en los tramos no urbanos y a 30 en los urbanos. Pero ustedes dirán si eso ya existe. Cierto. Ahora sólo nos queda decir cómo se soluciona. Bien, si usted circula por Madrid o en otras muchas ciudades observará cientos de avisos con dos mensajes: “Radar y prohibido a tal velocidad”. Eso señalan los carteles y los conductores obedecen o reciben en su domicilio un atento escrito donde les comunican que no estuvo atento a la indicación. Hay radares fijos en túneles, tramos y calles, también equipos móviles.
¿Cuántos radares fijos hay en Ceuta? No lo sabemos, pero si la situación es la que es, se deberían instalar más. Me temo que hay pocos. El ayuntamiento de Bilbao ha establecido en 30 kilómetros hora la velocidad máxima permitida en todo el municipio. Esta medida la tomó el Consistorio para mejorar la seguridad vial, paliar en lo posible los accidentes, reducir el impacto medioambiental y el ruido de los vehículos. Ese ruido al que estamos tan acostumbrados las caballas y que tanto nos preocupa precisamente por si los fitipaldis se suben en la acera o nos dan un golpe cuando circulamos con nuestros vehículos. Hablamos de Bilbao, una ciudad de más de trescientos mil habitantes y mucho más extensa que Ceuta. Pero limitar de verdad es poner los mecanismos para que el que no cumpla reciba en su casa la foto y la sanción comunicándole que no respetó la norma, porque sin miedo a la sanción la cosa parece que no funciona y, por tanto, solo con la norma no se soluciona la seguridad vial. Normas y medio para sancionar a los infractores.
La nueva Ley de Trafico tiene puesta su varita en evitar la siniestralidad por exceso de velocidad en movilidad urbana, estableciendo el límite de velocidad en 20 km/h para circular por las calles con plataforma única de calzada y acera y de 30 km/h para hacerlo por las vías con un único carril por sentido. Unas medidas que tratan de evitar en un 50% el número de fallecidos y heridos graves en accidentes de tráfico y, por tanto, ponen en evidencia la necesidad de la ley, pero también de la obligación y necesidad de implementar medidas coercitivas que sirvan para que los presuntos infractores se lo piensen antes de pisar el acelerador, porque sin radares fijos y equipos móviles la ley no servirá y, mucho menos, en Ceuta. Como decíamos, la nueva ley entrará en vigor, pero si no invertimos para que se cumpla, Ceuta seguirá siendo marinera, pequeñita, abierta e insegura, y pasear, caminar para quitarte el colesterol, montar en bicicleta o patinete seguirá siendo una aventura, un deporte de riesgo.
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