Ha sido una de las peores tragedias migratorias de los últimos años y ha tenido como escenario la frágil línea que separa Ceuta de Marruecos. En ese entorno fallecieron a primera hora de la mañana de ayer al menos nueve subsaharianos, entre ellos una mujer, después de que intentaran entrar en Ceuta en avalancha. Primero por el puente del Biutz, después por las obras del ‘Tarajal II’ (el puente construido como alternativa al tráfico de mercancías) y por último por la propia frontera y la playa. Los subsaharianos fallecieron asfixiados y aplastados. No había profundidad en el agua que explique lo sucedido, pero agentes que intervinieron en el momento de los hechos narraron a El Faro que las entre 200 y 300 personas que intentaban la entrada terminaron apelotonándose queriendo entrar a la vez, lo que hizo que unos se apoyaran en otros y terminaran cayéndose y ahogándose al no poder salir.
Los nueve cuerpos reconocidos ayer tarde de forma oficial son los rescatados pero otros quedaban en el fondo del mar y aún, ayer tarde-noche, seguían allí, sin que se hubiera producido su rescate, así que fuentes no oficiales estiman que el número de cadáveres pueda superar la docena. Además hubo trece heridos que quedaron ingresados en el Hospital Hasán II de Fnideq de Castillejos, con lesiones varias por traumatismos.
Este terrible episodio comenzaba a ‘escribirse’ de madrugada, cuando los agentes búhos de la Benemérita detectaron a las 5.45 horas a través de las cámaras térmicas la presencia de un importante número de inmigrantes que comenzaba a agolparse en dirección hacia la frontera. Marruecos estaba avisado y, de igual manera, los GRS de la Benemérita estaban alerta para evitar cualquier tipo de entrada.
Los inmigrantes venían a la carrera desde la carretera de Tánger. Ese maratón no cesó durante las distintas intentonas que llevaban a cabo, por eso terminaron asfixiados y por eso, derrotados y cansados, carecían de fuerzas para evitar el apelotonamiento que terminó con la vida de algunos de los compatriotas.
Fue a las 7.45 horas cuando se produjo el primer intento por el puente del Biutz, usado para el tráfico de mercancías y que a esa hora ya estaba siendo custodiado por la Guardia Civil. Los inmigrantes se toparon con lo que no esperaban: tras las tornos el acceso a Ceuta por el propio polígono era un imposible.
Esta situación les llevó a la segunda parada: la frontera y las obras que se están llevando a cabo para el nuevo puente alternativo de mercancías, el ‘Tarajal II’. Ante la imposibilidad de acceder por estos puntos y después de que la frontera fuera cerrada, el grupo continuó su carrera hacia la playa marroquí cercana al espigón del Tarajal.
El amplio despliegue a ambos lados del paso impidió su entrada y fue en este último escenario en donde se producirían las muertes de los inmigrantes y la retención del resto. Los cuerpos que se han rescatado son los que quedaron en la orilla de la playa, pero se teme que haya más en las profundidades. El GEAS de la Benemérita inspeccionó la zona más cercana a Ceuta, sumergiéndose en sus aguas, sin que se haya detectado la presencia de cuerpo alguno. No se consideró necesario alertar ni a Cruz Roja ni a Salvamento Marítimo ya que la zona donde se produjeron los hechos era de poca profundidad.
El delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, compareció ayer tarde para encuadrar lo sucedido en “territorio marroquí”, destacando la “actitud violenta” de la que habían hecho gala en todo momento los inmigrantes para entrar en la ciudad. Lanzaron piedras, que alcanzaron a guardias civiles y agentes marroquíes, y que terminaron por destrozar varios vehículos policiales y toda la cristalera de la garita ubicada en la propia frontera. El agente que se encarga de la custodia de esta infraestructura tuvo que dejarla, siendo dotado después de material antidisturbio.
Ese nivel de violencia fue frenado con el uso de abundante material antidisturbio, pelotas de goma y balas de fogueo como efecto disuasorio. El delegado aclaró que en ningún momento ese material fue usado contra los propios inmigrantes, sino que se empleó para repeler su entrada. De esta manera salía al paso de las informaciones ofrecidas por oenegés y difundidas ayer por las redes sociales, en las que se acusaba al Instituto Armado de efectuar estos lanzamientos contra los propios inmigrantes.
Sí que insistió en varias ocasiones en aludir a la “violencia” de los inmigrantes, haciéndola extensible ya no solo contra los agentes sino también contra los propios porteadores y trabajadores transfronterizos que en esos momentos: 7.45-8.00 horas, cruzaban la frontera del Tarajal. Precisamente el cierre de la frontera se llevó a cabo para evitar que en la entrada rutinaria de estos marroquíes se mezclaran subsaharianos y la tensión fuera a más, pudiendo producirse desgracias. Hasta las 8.30 horas no se volvió a abrir el paso español, aunque Marruecos tardó algo más.
Según recalcó el delegado de acuerdo a los testimonios ofrecidos por guardias civiles, este tipo de violencia “con tanta virulencia” no se conocía, de ahí que justificara el uso de los medios para repelerla. González Pérez evitó hablar sobre la actuación realizada por los agentes del vecino país para contener a los inmigrantes al no ser su competencia.
Los inmigrantes no consiguieron entrar por la vía terrestre y aunque algunos llegaron a lanzarse al agua y a nadar para adentrarse en Ceuta pudieron ser rechazados tras llegar a la playa, en la zona más próxima al espigón, previa intervención de las fuerzas de seguridad españolas y marroquíes. Este grupo reducido fue el que más pudo aguantar la carrera que habían iniciado horas antes y que les había llevado a ejercer un esfuerzo sobrehumano de más de cinco kilómetros de extensión.
Lo ocurrido en Ceuta se convertía en portada a nivel nacional. Las reacciones no se hacían esperar tanto en Ceuta como en el extranjero. En Cracovia, el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, lamentó la muerte de los inmigrantes y atribuyó el aumento de la presión sobre las ciudades españolas a los avances en la lucha contra la inmigración ilegal por vía marítima. Se estima, según fuentes oficiales, que al otro lado de la valla hay un millar de inmigrantes esperando para el acceso a Ceuta por cualquier vía.
“Se cierra una vía de acceso y se abre otra, lo que genera que la presión de la inmigración ilegal sobre Ceuta y Melilla se haya intensificado”, decía el ministro.
El titular español de Interior subrayó que “la colaboración de las autoridades marroquíes en la lucha contra la inmigración ilegal es extraordinaria”, aunque eso no impide que se produzcan situaciones como la producida, que provocó la condena de todas las fuerzas políticas. De hecho en el Pleno de la Asamblea celebrado ayer se mantuvo un minuto de silencio en recuerdo a los fallecidos.
Con la polémica de las devoluciones ilegales aún candente, y tras las últimas críticas de Cear, UPyD lamentaba lo sucedido ayer y avanzaba la petición registrada en el Congreso para exigir la comparecencia del ministro para que aclare cómo se está actuando en las vallas fronterizas de acuerdo a las directrices que se trasladan a los agentes de las fuerzas de seguridad.
El PSOE de Ceuta también lamentó “profundamente” la muerte de los inmigrantes, trasladando las condolencias a los familiares y amigos de las víctimas. En un comunicado expresaron su deseo de que “nunca más vuelva a producirse un hecho como éste” y han mostrado su “solidaridad con el drama humano que viven millones de personas que se ven obligadas a salir de sus países para buscar un futuro mejor”.
La cascada de reacciones también se producía en Ceuta de una manera silenciosa. Inmigrantes subsaharianos asentados en el CETI, conocedores de lo ocurrido, intentaban averiguar si alguno de los fallecidos podía ser conocido. Por ese mismo espigón y prácticamente de la misma forma, el pasado septiembre conseguía su entrada en Ceuta casi un centenar de subsaharianos. Hoy buena parte de ellos está esperando en el Centro de Estancia Temporal su pase a la península. La tragedia les ha separado meses.
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