Luis García Montero, uno de los mejores poetas de la actualidad literaria, nos regaló un poema dedicado a Almudena Grandes, su compañera de vida. En él nos contó historias que reflejan rutinas cotidianas en las que el amor, la complicidad, la admiración y el deseo, se impregnan en lo que hacemos aunque los demás no se percaten.
Es así, de esta manera, lo que somos: ideales, proyectos, sentimientos que aparecen ocultos a las personas que nos rodea.
"Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto
a mis pensamientos.."
Todos caminamos las horas, el tiempo que no se detiene, las formas en las que vestimos nuestra identidad con vestidos invisibles para los otros; porque las personas a las que amamos, las causas por las que somos y el mundo imaginado en utopías, se hacen imperceptibles. Así pasamos desapercibidos, invisibles. Y dejando huellas en la arena, las olas irán cubriéndolas de olvido.
He pensado en este poema y, siguiendo la cadencia de García Montero he reflexionado sobre mí mismo.
Aunque tú no lo sepas sigo en pie, enfrentándome a los miedos que me acechan, mirando a los ojos un pasado que fluye delante de los recuerdos.
Aunque tú no lo sepas sigo emocionándome con las canciones que nos llamaban al inconformismo, con aquellos cantautores a los que seguíamos en nuestra juventud adolescente.
Aunque tú no lo sepas me levanto en la soledad de mi habitación planeando cambios, sintiendo que no puedo abandonar la esperanza del compromiso vital cuando somos impregnados por el desasosiego.
Aunque tú no lo sepas llevo a teñir aquel traje gris de la tristeza y me ves animoso, invencible sin que te des cuenta de la derrota que habito.
Y aunque tú no lo sepas escribo un diario camuflado en el artículo de los sábados que no leerás pasando hojas y buscando las mismas noticias de siempre.
Aunque tú no lo sepas bajé al infierno para salvarme, para animarte a que lo hicieras conmigo en el fragor del humo y las llamas que nos sitiaban. Planteamos huir de la caverna aunque yo no me atreví a salir.
Aunque nadie lo sepa acudo a mi trabajo y veo a los alumnos de siempre que ya no son los mismos, saludo a compañeros que no saben mi nombre, hablo en los claustros mientras los colegas esperan que no hagan más preguntas.
Y aunque nadie lo sepa mi perra me pasea por la mañana dejándome llevar a los mismos sitios en los que marca sus territorios.
Tú no lo sabrás nunca pero vivo en la primavera de mi invierno y sé que perdí mi infancia levantando castillos de arena derrumbados por el viento.
Y nadie sabe que estoy, aunque no cuenten conmigo, aunque sea una memoria olvidada por todas las personas que conocí y que confunden mi rostro con la nada.
Así, aunque no lo sepamos, aunque pensemos que no pasará nunca, iremos marchándonos como Alfonsina, besando las olas en las que fue sumergiendo hasta perderse.
Lo que sí sabemos es que nos iremos despidiendo para siempre y los hasta luego se confundirán en un mar en el que el silencio será nuestra nueva patria, una patria deshabitada por nosotros.
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