Opinión

Años atrás

Los años setenta se caracterizaron por un programa que todas las noches enganchaba a todos los que deseaban escuchar algo raro y a la vez insólito. Después de tragarnos por obligación a José María García, rey del periodismo deportivo, venía otro hombre que se abrió paso entre los locutores que atendían a lo paranormal, a esos objetos voladores no identificados OVNIS: Antonio José Alex.

Y lo que todos queríamos participar, las alertas OVNIS, que hacían las noches de los veranos más calientes.

Un momento propicio para unirse los amigos de siempre y gente que viene bajo el amparo de poder ver algo raro en los cielos de nuestro contorno.

Era a la vez una excusa para llevar un elemento que hacía ser más simpático con todos: el alcohol. Pero cuando escuchábamos la radio y empezábamos a escudriñar nuestras estrellas, nos dábamos cuenta de que estábamos ante un nuevo reto. Aprender que en nuestro techo de estrellas siempre hay lo mismo. Pero claro eso lo decían los que estaban bien documentados. Pero tú estabas en ese lugar de reunión para ver algo que ya los comentarios te adelantaban mucho. No he visto nada raro en las quedadas que ya habíamos estado. Unas pocas de estrellas fugaces y algún que otro punto que se suponía que podría ser un avión.

Mucha ilusión sí había.

Pero lo real fue que solo quedaban las conversaciones entre compañeros. Y las anécdotas, chistes y estar pendientes de las radios que traíamos casi todos en nuestro petate. Que no podía faltar el bocata y las golosinas que a cada uno le gustará.

Aquí en Ceuta estaba el grupo Andrómeda que daba ese plus de intentar poner un poco de cordura, de tecnología y de experiencia para los nóveles en este campo.

Pero lo que voy a contar fue por salir de la rutina. De tener nuestro cuello mirando a nuestro cielo que si estaba limpio de nubes era un gusto de intentar ver algo.

Eso que la verdad nunca pudímos ver.

Por eso trazamos un plan para hacer una nueva experiencia.

Sabíamos que el desnarigado era un lugar que estaba desierto y donde había muchas historias que estaban en los libros de textos.

Se trajo una cinta virgen y una grabadora. Y se planteó en hacer una psicofonía en ese lugar.

Era una buena idea y secundada por mucha gente. Sin descuidar nuestro lugar principal al lado de los pies de Franco para estar en el lugar de reunión que se había hecho público en radio y en prensa.

Un total de cuatro jóvenes emprendieron el largo camino andando. Al llegar al lugar nos metimos en el primer piso donde, la verdad, estaba cubierto y lo que buscábamos era que hubiera el menor ruido posible. Solo se escuchaba la desaladora. Pero nada más. Pusimos la grabadora en funcionamiento y estuvimos en un silencio sepulcral. Cuando terminó la cinta, era ya tarde y decidimos quedarnos un buen rato a descansar.

Pero poco antes de amanecer ocurrió algo muy raro, se me presentó un hombre muy raro que me empezó a hablar:

- Oye nene.

- Despierta. Yo la verdad que no debería de estar aquí. Pero quiero advertirte que salgas de aquí rápido. No lo hagas por la puerta de entrada. Hazlo por el monte.

-Yo quedé prendado. Pero algo en mi interior me hizo reaccionar, no sé si por miedo o por obediencia. Y me dispuse en hacer lo que me dijo ese extraño ser.

-Tenía puesto en el pelo un pañuelo grande. Tenía gafas redondas de color de oro. Un chaleco de color rojo y una camisa blanca. Los pantalones eran de color marrón oscuro y le llegaban hasta las rodillas y los zapatos eran negros pero de charol.

Me costó mucho trabajo trepar por las rocas y cuando llegué arriba del todo, junto a la cuesta que lleva al fuerte del Hacho, vi pasar un camión militar y detrás las cabezas de mis amigos que fueron dirección hacia el Cuartel antes indicado.

Me contaron luego que a parte de llamar a sus padres por teléfono y tener que ir por ellos le interrogaron como si fueran unos delincuentes ya que decían que era una posición militar aquel castillo que estaba abandonado.

Yo en el camino de vuelta al lugar a la capilla estuve pensando en esa aparición. Y llegué a la conclusión de que alguien o algo me habían ayudado a no pasar ese ridículo y unas buenas bofetadas de mis progenitores.

Pero aún hoy pienso que alguien o algo vive en aquel lugar.

Tú que opinas amigo.

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