Atrapados en el círculo

Las ganas por solucionar los problemas parecen estar penadas. Vivimos atrapados en un círculo del que parece no haber salida, solo una pequeña rendija por la que demasiados intentan salir pero solo algunos escapan. El resto, aburridos, nos quedamos atrapados en el mundo de las decisiones alocadas, de los insultos generalizados, sin tiempo siquiera a pensar. O quizá es que seamos más felices sin tener que discurrir demasiado sobre un mundo manejado por el engaño colectivo. Aquí en Ceuta también nos engañan. Lo hacen a diario, prometiendo lo que luego no acatan, anunciando lo que saben que nunca cumplirán, explotando hasta la extenuación cuatro símbolos que no solo mueven masas sino que hay gente que mata por ellos.

Miren a su alrededor. Se avecina el tiempo de los grandes mentirosos, los que supuestamente se preocupan por nuestro bienestar y el de nuestros críos... nos dicen que hasta les importa esta ciudad. Comienza la época de lo absurdo, las convocatorias alocadas encorsetadas en los trajes de los magos del voto, de los enemigos de la POLÍTICA (sí, en mayúsculas, porque la otra, la real, hace tiempo que se la cargaron). Yo ya estoy cansada. Quizá haya llegado ya al grado de harta. Puede incluso que ni soporte la llegada masiva de anuncios o la visualización de los llamados ‘buenos de la película’, esos que nos venden que ellos sí, ellos sí que harán nuestra vida algo mejor, abriendo más rendijas en ese círculo hasta romperlo.
Ceuta está mal. Muy mal. Pero aquí nos rasgamos las vestiduras porque cuatro personajes de T5 hayan presentado el Príncipe como una cuna del yihadismo. Me encanta. Somos capaces de organizar una recogida de firmas por tal afrenta mientras seguimos manteniendo en el mayor olvido del mundo a la barriada. Pronto llegará la romería de votos, las fotografías con fotos de preocupación, las promesas. Puede que ustedes opten por ser engañados, mejor dicho, puede que se dejen engañar porque están cansados de saber que iniciar una lucha es imposible.
Seguiremos buscando la rendija, el hueco por el que colarnos en este gran mundo de mentiras en la que demasiados colectivos participan y otros tantos lo hacen de manera indirecta dejándose contaminar. Han montado este mundo para que haya pastores, ovejas, carniceros y quienes están dispuestos a comerse los manjares.