Los laceros de la Ciudad Autónoma han recogido durante los dos últimos años y lo que va de 2018 cerca de 110 perros asilvestrados en las dos vertientes del Monte Hacho (65) y en distintos puntos de García Aldave (44) con el apoyo y la colaboración de la Sociedad de Cazadores y el servicio externalizado con Athisa, según el balance que ayer hizo para est periódico el jefe de Sección de Inspección Veterinaria de la Consejería de Sanidad, José María Aguirre, de quien entre otros depende el Servicio de Recogida de Animales de la Administración autonómica.
La captura de perros salvajes, sobre los que en el Monte Hacho se mantiene una vigilancia permanente con rondas diarias a primera hora de la mañana, ha caído sensiblemente durante la primera mitad de este año pero en los dos ejercicios anteriores centró la mayor parte de las actuaciones del servicio especializado de la Ciudad.
En el Monte Hacho se ha capturado a 65 animales y en García Aldave, a 44
Solamente en el entorno de la Planta de Transferencia de Residuos Sólidos Urbanos de la ladera norte se ha capturado a 7 canes adultos, tres jóvenes (con alrededor de un año de edad) y 16 cachorros (ejemplares con seis meses o menos).
Al otro lado, entre la playa de la Potabilizadora y el Sarchal, se ha capturado a tres adultos, media docena de jóvenes y 30 cachorros a lo largo de los últimos treinta meses.
En toda la zona de García Aldave, un área mucho más amplia, se ha actuado en distintos puntos cerca del perímetro, en el Serrallo, cerca de la prisión y en Benzú para atrapar a 19 perros asilvestrados adultos, nueve jóvenes y 16 cachorros.
Tal y como contextualizó Aguirre, el método de captura más habitual es el uso de jaulas-trampa pese a que su utilización debe ser lejos de zonas de presencia habitual de personas para evitar su rotura.
“En el Monte Hacho, sobre todo tras un ataque a otro perro del año pasado, es donde se registra una mayor alarma social y donde se mantiene más control”, refirió el jefe de Sección. El servicio mantenía en búsqueda desde hace semanas a tres perros adultos (una hembra que ha parido al menos dos camadas y dos machos) a los que se ha perdido tras la pista tras la localización, previa alerta ciudadana, de cuatro canes distintos.
El incremento del número de perros asilvestrados “en la zona urbana, periurbana y los montes de la ciudad” llevó hace años a la Ciudad a establecer un servicio “constante en el tiempo” para controlar esas poblaciones y prevenir la aparición de “núcleos asentados con una jerarquía establecida y miembros con una elevada agresividad”.
Se ha apostado básicamente por el uso de jaulas-trampas para su captura “en aras a la protección y bienestar animal” y la utilización efectiva de dardos anestésicos se ha limitado según Aguirre a “un par de casos” debido a las dificultades que plantea la orografía, el viento, etcétera. Según Sanidad no es útil en zonas de monte con maleza, inaccesibilidad del terreno y áreas de madrigueras, ya que al ser necesario un tiempo entre 5 y 15 minutos para que el anestésico sea eficaz, el animal sale corriendo y se esconde, haciendo poco viable este sistema en la mayoría de los casos hasta su práctica desaparición desde hace meses.
El sistema de jaulas se basa en el cebado de los animales durante un período de tiempo (de una o dos semanas, primero sin la herramienta y posteriormente con ella sin activar) para que los canes adquieran “querencia” a la zona y grado suficiente de confianza en los animales que permita la captura selectiva al activar estos dispositivos.
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