La magistrada del Juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta dejó visto para sentencia un juicio por el que al llamado F.J.S. se le acusa de un delito de quebrantamiento. La Acusación Particular pidió que el acusado fuera condenado a 12 meses de prisión.
El primero en testificar fue el acusado, que explicó que se dirigía por el paseo de las Palmeras en su vehículo, donde en el interior viajaba su hijo menor, cuando recibió una llamada de su hermano al móvil. En esa llamada le comunicó que acababa de pasar por el Poblado Marinero y que percibió cómo en el local que regentaba el acusado se encontraba la puerta abierta y una moto de Policía. Tras recibir esa llamada, F.J.S piensa que, a pesar de que su local se encuentra totalmente vacío, se había podido colar alguna persona y los agentes estaban interviniendo, por lo que decidió acercarse a la zona. Una vez allí, dejó el vehículo pasado el paso de cebra que comunica el Poblado con el Puerto Deportivo y bajó las escalerillas para comprobar quién se encontraba en su local. Al asomarse a la puerta apreció varias personas al fondo del local y empezó a escuchar gritos de su expareja: “Que se vaya, es un maltratador, tiene una orden de alejamiento no puede estar cerca de mí”. Tras esos gritos, el acusado explicó que se echó para atrás y vio cómo un agente municipal salía del local en dirección suya y le preguntó si era cierto que tenía esa orden. Al admitir que sí, le pidieron la documentación y se lo llevaron detenido.
Dentro de estas versiones, tanto el acusado como los testigos fueron explicando los hechos a través de unas grabaciones en las que se apreciaba a los involucrados y las horas que estaban en el lugar.
Tras la versión del acusado, la denunciante contó una distinta de los hechos. Explicó ante la juzgadora que ella quedó con dos personas para enseñarle el local que regentaban en el Poblado Marinero. Afirmó que mientras se encontraba dentro del local enseñándoselo a esas personas, recibió dos llamadas de su hijo menor preguntando dónde se encontraba. Tras responderle en la situación que se encontraba, a los pocos minutos apareció su exmarido que se colocó en el quicio de la puerta y sin decir nada se quedó mirando “de forma intimidante”. En ese momento, ella empezó a gritar, según relata, y salió en busca de ayuda y apareció un agente de la Policía Local que se hizo cargo ya de pedir la documentación y comprobar que existía esa orden de alejamiento. La acusada insistió, una y otra vez, que el procesado permaneció durante unos minutos en la puerta a pesar de sus gritos y que tras la conversación con su hijo, él sabía perfectamente que estaba ahí y se personó siendo consciente de que no podía hacerlo por la orden de alejamiento que pesa sobre su persona.
En las declaraciones de los testigos, el primero en hacerlo fue S.S. (hermano del acusado), que explicó una versión muy parecida a la de este y aseguró que se siente culpable porque en parte él provocó esta situación. Afirmó que avisó a su hermano al apreciar el local abierto y la presencia de la Policía y que incluso tomó una fotografía para enseñárselo a su hermano. Aseguró que tras recibir la llamada contándole la situación y que iba ser detenido, bajó rápidamente al lugar e intentó explicárselo a los agentes, pero hicieron caso omiso.
Uno de los motivos para que el juicio diera un vuelco y se pensara en la libre absolución del acusado fue lo que detallaron los agentes. El atestado está muy lejos de lo que los dos agentes pronunciaron ante la juzgadora. Para empezar, en el atestado inicial los agentes firmaron que sobre las 20:05 horas acudieron al Poblado Marinero porque un coche estaba estacionado incorrectamente y que al escuchar los gritos fueron a ver qué estaba ocurriendo en el local número 24.
En las imágenes y declaraciones de los agentes en el juicio oral explicaron que iban por separado, que acudieron al Poblado Marinero para hacer una batida y que uno de los agentes se encontró con sus dos hermanos que iban a ver precisamente al local donde se desarrolla todo el proceso. Ahí se aprecia que la intervención de los agentes ocurre a las 19:58 horas y que ya estaban en el lugar. Ante la pregunta de Fiscalía y la magistrada de por qué no aparecían sus hermanos en el atestado como testigos ya que estuvieron presentes en todo momento, solo explicó que no lo vio relevante. Además, añadieron que los múltiples errores entre el atestado y sus declaraciones lo achacaban a que llevaban poco tiempo en el Cuerpo.
Las versiones de tres testigos que se encontraban con la denunciante dentro del local fueron similares, aunque hay varias contradicciones sobre la forma de actuar del acusado y el tiempo que permaneció en la puerta y su reacción al escuchar los gritos de su exmujer.
Ahora será la magistrada la que tendrá que tomar una decisión tras escuchar las distintas versiones. La Defensa, además de pedir la libre absolución, pidió que se admitiera el denunciar a los dos agentes de la Policía Local que testificaron por un delito de falsedad documental.
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