Opinión

Asomado a las páginas de ‘El faro de ceuta’

Nos gusta estar pendiente de la información local. Aun siendo una ciudad pequeña lo que sucede entre sus límites da para llenar un periódico local como ‘El Faro de Ceuta’, sin desmerecer el trabajo que hacen otros colegas de profesión en otros medios escritos, radiofónicos, televisivos y digitales. Precisamente a través de esta última vía solemos consultar a diario el contenido de los medios locales. Sin embargo, nada puede sustituir a leer un periódico en papel. El otro día, mientras guardaba turno en la peluquería, leí la última edición de este rotativo. Según pasaba las páginas mi ánimo iba decayendo y mi indignación elevándose. Comencé leyendo la columna de opinión de Carmen Echarri que le dedicaba una acertada crítica a las declaraciones del Ministro del Interior, el señor Zoido, sobre el papel de las ONG en las cuestiones relativas a la inmigración. Venía a decir el Ministro que las ONG que salvan vidas en el Mediterráneo generan un efecto llamada para los inmigrantes y refugiados que pretenden llegar a Europa. Unas declaraciones efectuadas después de compartir un té y echarse unas risas con algunos representantes del gobierno marroquí. Esta imagen enerva los nervios a los ceutíes que cada día sufrimos la caótica situación  que se vive en la frontera del Tarajal, de la que no dijeron nada ni el Ministro ni las autoridades marroquíes.

Tras lectura  de la columna de Carmen Echarri me detengo a leer el tema de portada: el mantenimiento en prisión de Antonio López, exdiputado del PP, exgerente de la empresa municipal de la Vivienda de Ceuta y presunto cabecilla de una organización dedicada al cobro de sobornos para la adjudicación de viviendas de protección oficial. Pensaba al leer este amplio artículo que resulta inverosímil que el Presidente de la Ciudad, el Sr. Vivas, siga sentado en el despacho oficial. ¿Qué tipo de control ha hecho de la acción de su gobierno para que pudiera surgir un presunto entramado criminal de la magnitud que estamos viendo? Relacionada con esta noticia leemos la situación de los adjudicatarios de Loma Colmenar. Al parecer los servicios de limpieza no se asoman a estas viviendas de protección oficial plagadas de deficiencias. Por desgracia, lo denunciado por los vecinos de Loma Colmenar es la tónica general en muchas barriadas construidas con dinero público. Muchos de estos vecinos disponen ahora de un bien tan básico como una vivienda, pero carecen de unos ingresos estables para hacerse cargo de los gastos individuales y colectivos que generan una casa.

La falta de ofertas de empleo digno para una demanda cada día más acusada es una de las notas característica de la economía local. Por este motivo indigna a muchos ceutíes que una empresa pública como Tragsa, que recibe a su vez el dinero de la Ciudad Autónoma de Ceuta, pueda contratar a sesenta personas sin  cumplir los requisitos básicos para acceder a un empleo público como son los publicidad, capacidad y mérito. ¿Tanto hubiera costado publicar en los medios locales un anuncio con los puestos ofertados, los requisitos exigidos y los criterios de selección? ¿Cómo se han enterado los sesenta afortunados de los puestos de trabajo que iba a cubrir Tragsa? No hay que ser muy avispado para llegar a la conclusión de que aquí algo se oculta.

La llegada de Tragsa a Ceuta tiene toda la pinta de una imposición desde Madrid, tal y como sucedió con el tema de la cárcel. Si queréis seguir recibiendo pasta para mantener el tinglado que habéis montado en Ceuta tenéis que hacer lo que digamos, le han debido decir al Sr. Vivas en un despacho ministerial. De modo que para salvar de la disolución a una empresa estatal como Tragsa, la Ciudad pone en peligro a sus propias empresas municipales como Obimasa y Obimace, a las que claramente hace Tragsa la competencia, así como a la Brigadas Verdes creadas a la sombra de la Federación de Vecinos de Ceuta. Ahora que estos últimos ven el peligro que para ellos supone la llegada de Tragsa empiezan a tirar de la manta y denuncia uno de los sindicatos que representa a los trabajadores de las Brigadas Verdes que les hacen quitar plantas en perfecto estado que nos cuestan un dineral a todos los ceutíes ¡La de cosas que nos enteramos cuando la gente decide hablar!  De este modo hemos sabido que por cada peón contratado por Tragsa le van a pasar a la Ciudad una factura por 3.500 euros ¿Si esto cuesta un  peón, qué costará entonces un capataz o un coordinador? Realmente es indignante estas cifras cuando en muchas empresas locales o multinacionales implantadas en Ceuta a un vendedor o un peón le pagan 7 euros/h en bruto, mucho menos que lo que gana un peón sin cualificación en  el plan de empleo por hacer poco o nada.

La economía local está siendo dinamitada por un gobierno irresponsable que al mismo tiempo que propicia la destrucción del patrimonio natural y cultural impide o dificulta el surgimiento de iniciativas empresariales o cívicas novedosas, como la de la salazones, al mismo tiempo que distorsiona el mercado laboral abriendo un profundo abismo salarial entre las empresas privadas y el descomunal entramado de empleos que se mueven en torno a la administración local. Todo ello está generando un clientelismo político y una merma importante en la calidad democrática, ya que favorece el conformismo, la apatía cívica y el miedo a disentir para no verse apartado de las posibilidades de tener acceso a un puestecito en el Ayuntamiento o en alguno de sus satélites.

Es triste observar el triste panorama que uno puede atisbar cuando se asoma a las páginas de ‘El Faro de Ceuta’. Estamos dejando que la identidad patrimonial, cultural y social de Ceuta se pierde para que unos pocos mantengan su posición de poder y privilegio. Las calles con más solera de esta ciudad están siendo arrasadas de una punta a otro, los vertederos incontrolados ocupan las vaguadas y los montes ceutíes, el litoral asfaltado, los árboles urbanos talados de manera indiscriminada, los nidos de las aves, como los aviones, destrozados con sus polluelos dentro, …., y ante todo estas calamidades la conducta de la mayoría de los ceutíes es el silencio o la complicidad cobarde. Muy pocos quieren exponerse ante los poderosos, pues, como decía el otro día Carmen Echarri en su columna al hilo de las declaraciones del Ministro Zoido, ya conocemos sus sucias tácticas para acabar con los disidentes. Entre ellas la difamación, las campañas de desprestigio y la persecución política y personal. Razones hay tener al poder, pero mayores razones hay para no conformarse con los designios de los que se creen dioses inmortales. Sólo tenemos una oportunidad para vivir y en nuestra mano está decir si queremos hacerlo con libertad y dignidad, o de manera sumisa y conformista.

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