La Asociación de Mujeres Al-Ámbar lleva más de una década haciendo visible lo invisible. Entre las muchas actividades que llevan a cabo, destacan desde la orientación y el asesoramiento a mujeres víctimas de violencia de género, las clases de alfabetización que imparten por las mañanas o el acompañamiento a todas aquellas mujeres que no entienden bien el idioma español y que necesitan apoyo para sus gestiones administrativas, como por ejemplo los trámites de empadronamiento, entre muchas otras.
Un trabajo diario de atención directa a muchas mujeres sin recursos que acuden a esta asociación en busca de ayuda. “Nuestro trabajo es el día a día, recibir los casos y sacarlos adelante. Algunos salen, otos no, pero nuestro objetivo es éste”, explica Reduan Ali Ali, uno de los tres voluntario hombres que, junto a ocho mujeres más, conforman esta asociación.
Desde que abrieron sus puertas en el Príncipe, hace ya 11 años, no ha parado el flujo de mujeres que buscan a sus integrantes para que les ayuden en la medida de los posible. Un síntoma de las necesidades persistente en esta barriada, en el que el mayor problema radica en el alto indice de paro.
Habiba Abdelkader Mohamed es la presidenta de Al-Ámbar y la que tiene bien localizados los problemas que predominan no sólo a esta barriada, sino a toda la ciudad, pues su campo de actuación no sólo se centra en las mujeres del Príncipe. “Todas están en paro y en Príncipe no hay ninguna solución y no nos dan ninguna solución. Tantos políticos que hay y tantas peleas que hay en el Ayuntamiento, Delegación del Gobierno... Pero nadie les da una solución”, critica la presidenta.
Pese a todos los casos que llevan, si hay una causa que abandera esta asociación y por la que Al-Ámbar es reconocida sobre las otras, es por su lucha para reivindicar los derechos del colectivo conocido como las “madres invisibles”.
Se trata de todas aquellas mujeres marroquíes que en su día contrajeron matrimonio con hombres españoles, tuvieron descendencia y tras un cambio en la Ley de Extranjería, se han quedado sin la posibilidad de ser residentes en nuestra ciudad.
Muchas de ellas, como esta asociación lamenta, están “marginadas dentro de la marginación”, sin derecho a prestaciones sociales pese a vivir en España y tener hijos españoles, sin acceso a la sanidad pública o sin poder acudir a un juzgado en caso de ser víctimas de violencia de género, entre otros supuestos.
Utman Besabe González, voluntario de Al-Ámbar, explica que los problemas llegaron tras las nuevas disposiciones aplicadas en la Ley de Extranjería.“Hubo una nueva interpretación en la cual unían la renovación de la residencia con el tema económico”. A partir de esos cambios, explica, si la mujer o su cónyuge tienen ingresos como para poder mantener a la familia, “no hay problema”, se le renueva el permiso de residencia que obtuvieron tras el primer año de matrimonio.
Sin embargo, con la alta tasa de paro existente en la barriada, muchos no pueden acreditar los ingresos mínimos exigidos, esa renovación no se da y al no dotarle de dicho permiso, de manera automática también son dadas de baja del padrón municipal. “Entonces, ya, no hay derechos ninguno”, matiza el voluntario.
Desde esta asociación aclaran que son mujeres que en su día sí tuvieron la residencia, pero por culpa de la falta de medios económicos ahora no pueden culminar este trámite y en ocasiones, cuando van de visita al país vecino, corren el riesgo de no poder regresar.
“Son mujeres que tenía residencia y que no han podido renovar porque sus maridos no tienen medios económicos. Si están en paro, cómo van a renovar su residencia”, cuestiona Habiba ante un problema por el que esperan alguna solución.
Desde Al-Ámbar denuncian la interpretación que se está haciendo de la Ley de Extranjería hacia este colectivo, ya que el trato que reciben estas mujeres es igual que el aplicado con los inmigrantes ilegales, sólo por el mero hecho de asociar su residencia a su poder adquisitivo. No les parece justo que las autoridades sepan de esta situación, pero que nadie haga nada y den como respuesta el silencio administrativo.
“Son madres que se preocupan de sus hijos, de sus maridos, de llevar a los niños al colegio…”, pero pese a ello, no cuentan con derecho alguno en nuestra ciudad.
Ni siquiera pueden estar empadronadas, por ello las catalogan como “las invisibles”, una situación que desde esta asociación no están dispuestos a tolerar y por la que están dispuestos a luchar muchos años más, hasta acabar con este problema
Con miras al futuro, a Al-Ámbar le gustaría continuar su trabajo sin recibir tantas negativas. Piden que se apele a la “humanidad” y tengan en cuenta las dificultades a la que se enfrentan estas familias, sin recursos, a las que atienden.
Cada caso perdido es una frustración, pero cada victoria es toda una satisfacción, pues su único objetivo es ayudar a todos aquellos que pegan a su puerta.
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