"MEMENTO MORI" (recuerda que morirás).
Llegar al tanatorio, saludar a gente que no conoces, besar a los desconsolados e intentar no equivocarte de la sala en la que descansa el difunto.
Luego las charlas de todo, algunas risas, personas que no conoces y familiares que hace mil años que les perdiste la pista.
Ahora dan caldos, café, infusiones, caramelos, galletas empaquetadas de dos en dos, sándwich de queso y jamón york, mantas tipo avión por si vas a pernoctar con el difunto.
Van llegando coronas, ramos y arreglos florales sofisticados.
Suelen llevar una cinta de deudos, amigos, razón social o asociaciones; todo dependerá de la persona que fue el finado y de la economía de los que pagan el encargo.
Viuda e hijos, hijos políticos, tus compañeros no te olvidan, tus nietos, etc. Todo en orden: el óbito, el ataud, la luminosidad en el habitáculo del yacente, los un cirio a cada lado de la caja mortuoria.
Los comentarios se repiten en los velorios: ya ha descansado, era una buena persona...
Al minuto se pasa a otro tema en el que el protagonista de la reunión pasa a un segundo plano.
El responso es corto; se lee la resurrección de Lázaro, la de Cristo o el apocalipsis en que Dios vendrá a juzgar a vivos y muertos.
El rito de aspersión es el último de la ceremonia: con hisopo, varilla metálica terminada en una esfera, el sacerdote sumerge el extremo del hisopo en el acetre para realizar las bendiciones, esparciendo el agua bendita.
Luego el coche funerario, ataviado con las coronas por dentro y por fuera, camino al cementerio. Ahora la cremación gana en adeptos y la parafernalia es más novedosa.
"Si llegamos a asimilar este absurdo existencial lo mismo encontramos la felicidad, el desapego tiene sus ventajas"
El proceso generalmente toma entre 1 y 3 horas dependiendo del tamaño del cuerpo.
Después de este procedimiento, se requiere un período de enfriamiento antes de poder manejar los restos. Lo restos se colocan en una urna (u otro contenedor) y se devuelven a la familia.
¿Qué hacer con las cenizas?: cementerios, columbarios, bosques de cenizas, repartirlas entre sus herederos. Ahora las urnas las hacen biodegradables y dan mucho juego.
¿Y qué vale irse al otro mundo? El precio total de un funeral en España se sitúa en torno a los 3.500 euros, aunque si se opta por complementar los servicios básicos con otros extras, la cuantía puede dispararse hasta los 10.000 euros. Si has pagado una póliza desde que naces hasta los 80 años habrás apoquinado aproximadamente unos 22.000 euros.
¿Y quién paga? Ninguno de los herederos que establece la Ley puede negarse a pagar el entierro salvo que no tenga recursos, eso sería incurrir en un delito.
Y esa insolvencia tendrá que ser probada por todos los herederos legales; cónyuge, padres, hijos, abuelos, nietos.
Y al día siguiente las penas irán desapareciendo para el 98% de los asistentes y la vida seguirá su curso, la memoria es muy jodida, sobre todo cuando no tienes ningún interés en recordar.
Yo me imagino a mis compañeros de trabajo; calculo que en una hora ya no habrá ninguna huella de mi sombra. Tampoco es que le dé mucha importancia.
Si llegamos a asimilar este absurdo existencial lo mismo encontramos la felicidad, el desapego tiene sus ventajas.
A partir de mañana morirme es lo último que pienso hacer.
También apuntar que el caldo de puchero que tomé en un tanatorio me supo a gloria.
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