Los bomberos recibieron el aviso al filo de las 22.00 horas: una vivienda se estaba quemando en uno de los callejones de la barriada 12 de Diciembre. Rápidamente el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) de la Ciudad activó el protocolo habitual en estas circunstancias: un equipo para el rescate de vecinos y otro para la extinción del fuego. Las dificultades vendrían después.
Las dimensiones del callejón impidió el acceso a la vía del camión-escala, por lo que la opción del rescate aéreo de las tres personas que habían quedado atrapadas por el humo en la azotea del bloque en cuestión se tenía que descartar. Así, el equipo encargado de velar de la seguridad de estos vecinos tuvo que acceder por el interior del inmueble, una pequeña escalera de medio metro de ancho ardiendo, con cascotes incandescentes cayendo, y con un calor insoportable.
Para más inri, el fuego se produjo en la segunda planta en el que no había ventanas abiertas, por lo que las labores de extinción provocaban que todo el vapor de agua ascendiese y afectase gravemente a los bomberos que se encontraban garantizando la seguridad de los tres vecinos rescatados en la azotea. Producto de esto, uno de los bomberos ha quedado ingresado durante la noche del jueves al viernes afectado por intoxicación por inhalación de humo, bajo observación médica tras su entrada al HUCE.
El equipo de rescate requirió oxígenoterapia tanto para ellos como para los vecinos rescatados y no pudieron descender hasta que el equipo de extinción les diese la autorización pertinente. Finalmente, una vez que los equipos contaron con las máscaras de rescate, bomberos y vecinos pudieron salir del inmueble mediante estas máquinas, conocidas en el cuerpo como las 'Y', ya que dan dos tomas de óxigeno; una para el agente del SEIS y otra para el afectado.
Los problemas también se dieron en la escalera del edificio: estrecha, de medio metro, y con cascotes incandescentes cayendo, algunos de los cuales se colaron entre los ropajes de uno de los bomberos provocándole quemaduras. A pesar de las heridas y rasguños, los efectivos del SEIS tuvieron que reunir fuerzas para entrar en el domicilio del segundo piso, completamente en llamas, acceder a uno de los dormitorios y una vez en la sala, acceder a una habitación contigua antes de poder proceder a extinguir: tenían que comprobar primero que no quedaba nadie en la vivienda.
Un total de diez bomberos, todos los componentes de la guardia nocturna, divididos en estas dos dotaciones, actuaron en las labores antiincendios para la que se invirtió más de 4.000 litros de agua, constituyendo este suceso uno de los incendios domésticos más graves que algunos agentes del cuerpo recuerdan en más de 20 años de servicio.
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