Nadie acierta a dar una cifra exacta. Quizá porque ni la conozcan. Las escolleras del Muelle de Poniente en Ceuta están repletas de casetas y chabolas básicas que, unidas, dan pie a un pequeño campamento. Allí viven sobre todo varones, de origen marroquí o argelino, adultos y menores, que esperan ocultos el momento de cruzar de manera irregular el Estrecho. Los controles policiales establecidos en estas fechas han servido solo para desviar la problemática. Los inmigrantes son alejados de la zona de Dato pero se refugian y asientan en puntos como este.
Las imágenes obtenidas por FAROTV muestran cómo es la situación. Decenas de casetas, grupos de personas y todo un campamento en donde resulta imposible la acción policial. Los inmigrantes escapan, cruzan a las escolleras tras romper la valla protectora y se ocultan en escondites en donde puede haber y ocurrir de todo. En el exterior los controles de la Policía Portuaria o de la Guardia Civil no llegan a este punto concreto, apartado, en donde aleatoriamente las fuerzas de seguridad han organizado batidas temporales.
La permeabilidad de la frontera tiene su consecuencia directa en el
puerto. Muchas de estas personas han sido interceptadas en varias ocasiones, se les expulsa y regresan. Es como la escenificación de una peonza que da vueltas en torno al mismo punto.
Los trabajadores del puerto ya pidieron refuerzos de seguridad y protestaron por esta situación, porque son los más expuestos a cualquier incidencia. A esto se añade los fuegos descontrolados que se producen en las escolleras y que requieren de la actuación de los Bomberos, en zonas de seguridad en donde los riesgos se acrecientan.
Inseguridad externa pero también interna, porque entre los propios inmigrantes pueden darse casos de reyertas, abusos y demás que no son denunciados por los más débiles, ocultos en unas escolleras que son otro mundo. Pero en Ceuta.