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Así contó El Faro de Ceuta el golpe de estado del 23-F

El 23 de febrero de 1981 supuso un antes y un después en la historia de la democracia española. El escaso recorrido de las Cortes podía ver truncado su camino tras los disparos que el Teniente Coronel Tejero daba repartía al techo del Congreso de los Diputados en plena investidura de Calvo Sotelo, que entonces se preparaba para coger el relevo del ahora reconocido como uno de los precursores de la transición democrática española, Adolfo Suárez. La relativa paz con la que los ojos jóvenes pueden ver esos años nada tiene que ver con la situación de aquella época. La tensión existente en el arco parlamentario y los vestigios franquistas, aún latentes, se veían como un peligro inminente para una cultura democrática aún por construir.

Teniendo esto en cuenta, no es extraño que Ceuta, un lugar siempre clave a nivel militar, surgiera como una de las principales dudas de cara al éxito que pudiera tener el golpe de estado aquel lunes de febrero. Los hechos, por otra parte, despejaron cualquier tipo de duda. Tal y como contó El Faro de Ceuta, decano informativo de la ciudad, el Ejército se colocó en el bando constitucional, tomando lo que en Madrid acontecía y ponía en vilo a todo el país, como un "grave incidente" pero que en ningún momento cambió "la normalidad absoluta" y la "vida habitual" de las tropas de Ceuta.

El General Mariñas, al frente en ese momento, explicitaba incluso que los hechos se habían originado por parte de unos "irresponsables o unos locos" que poco tenían que ver con la posición del Ejército, que como en la ciudad, en gran parte de España. no se adhirieron al golpe. De la misma manera, apuntaba, ya a toro pasado, que S.M. el Rey había estado en todo momento en contacto con los capitanes generales de los distintos estamentos militares a lo largo y ancho del país. "La calma es absoluta en Ceuta" apuntaba Mariñas.

"De parte de Ceuta": cómo El Faro consiguió ponerse en contacto con los golpistas

Desde la redacción de El Faro, los intentos por conseguir aunar la información de lo que acontecía en la capital eran continuos. Algo que también se relató en el periódico del día 24 de febrero, donde Antonio Ferrer, el por entonces director del periódico, intentó mover cielo y tierra para contactar con la Cámara Baja. Según se describe en uno de los ladillos del ejemplar, desde la redacción se había llamado, poco después de tener conocimiento de lo que estaba ocurriendo, en repetidas ocasiones, recibiendo constantemente la negativa por parte de los golpistas.

La estrategia para avanzar hasta Tejero consistió en declarar que la llamada provenía "de parte de Ceuta" sin añadir más datos. Esto, para el grupo de Guardias Civiles que había secuestrado todas las líneas del edificio, se esperaba como agua de mayo, con la esperanza de que el Ejército ceutí se apuntara a la operación. "Pensamos que para que pudiera tener mayor éxito nuestro cometido telefonearíamos de nuevo, diciendo solamente que se pusiera el teniente coronel Tejero, pues querían hablar con él" reza la exclusiva.

Las ansias por conseguir llegar al cabecilla quedaron, eso sí, en saco roto, al tener que revelar la entidad del que llamaba. "Un teniente de la Benemérita a quien le hicimos saber que se trataba de un periódico ceutí, respondiéndonos que tratándose de un medio informativo, Tejero no se podría poner al teléfono. Dándonos las buenas noches cortó la comunicación" concluye.

Un episodio en al larga historia de este periódico que bien podría ser un reflejo del ánimo y el papel histórico que ha tenido siempre El Faro a la hora de buscar la información para los lectores de la ciudad.

Los ceutíes aplaudieron la posición del ejército durante aquellas dramáticas horas, más aún por parte de aquellos que, como en los oscuros tiempos del franquismo, temían por su vida sólo por pensar de manera diferente. Famosos son los episodios de algunos militantes socialistas que tenían preparadas pateras y habían quemado ya sus documentos para salir cuantos antes de la ciudad, algo que a lo que felizmente, no se vieron obligados al finalizar el día.

La posición de los ceutíes fue unánime. Para muestra un botón, El Faro de Ceuta exclamaba en su editorial de aquel día 24: "no podemos más que ponernos al lado de las instituciones democráticas y gritar con todas nuestras fuerzas, ¡Viva la Constitución!".

 

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