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Artur Mas, Ceuta y Melilla

Es ya pública y notoria la capacidad de algunos dirigentes políticos catalanes para fabricar exabruptos de locuacidad peyorativa contra otros territorios de España; porque ya antes de mostrar ahora el señor Mas su manifiesto menosprecio hacia Ceuta y Melilla, un diputado de Ezquerra Republicana, Joan Puig, cometió la solemne necedad de declarar públicamente que “los extremeños son unos mal nacidos”, por no reconocer el dinero  - decía - con el que Cataluña contribuye en beneficio de Extremadura y otras regiones pobres. Y, en solidaridad con el mismo, a otro político catalán, concejal de Alternativa Baix Gai, no se le ocurrió otra proeza que adherirse al anterior pidiendo a la opinión pública catalana que cada catalán apadrinara a un niño extremeño por mil euros al mes, de esos que él con desprecio llamó “pobres y sucios”; por cuyas manifestaciones de uno y otro ya en su día publiqué un artículo con la oportuna réplica.
En otra ocasión, otro político correligionario de Mas, Durán Lleida, muy educado él, con porte de aparente mesura y buenas maneras, también declaró: “En otros sitios de España, con lo que Cataluña aporta al Estado reciben el PER los trabajadores del campo andaluces y extremeños para pasar la mañana o toda la jornada en el bar del pueblo”. Y el mismo Mas, como pretexto para defender discriminador modelo de inmersión lingüística catalana, pues también se burló de los niños sevillanos, diciendo que “no se les entiende lo que hablan”, como si a él se le pudiera entender algo mejor. Y llama la atención el hecho de que, en todos los casos, tan hirientes manifestaciones se formulen como pretexto para pedir más para Cataluña, ya sea relativo al pretendido pacto fiscal, financiación autonómica, más inversiones, etc.; incluso, a veces, apoyándose en otro exabrupto más, como el de que “España roba a Cataluña”, pese a que ya en otro artículo reciente quien escribe acreditara con cifras lo contrario. Es decir, es ya el archisabido truco de pedir y pedir, de hacerse pasar por víctima propiciatoria, de crear como sea polémica y tensiones entre territorios, a base de zaherir sus sentimientos y su dignidad. Y lo más gracioso es que para defender tanto como defienden “la pela”, culpan a los demás precisamente de los comportamientos y actitudes chantajistas, prepotentes, arrogantes y xenófobos que luego dichos dirigentes promueven y practican hacia todo lo español. Y todo porque saben que, con tal de cerrarles la boca, en el peor de los casos, algo les va a caer del Estado al que no quieren, pero piden.
Y hace unos días, va el honorable Mas (desde luego, cada día venido a “menos” desde el clamoroso batacazo que recientemente se dio en las urnas, que sólo por eso tendría que haber dimitido si tuviera un mínimo de dignidad democrática y política, y para tapar con una cortina de humo sus rotundos fracasos con el déficit, con la financiación, con el caos que tiene armado en la sanidad, en la educación, en su gobierno, en la pretendida ruptura de España, etc, y para pedir para Cataluña un mejor trato fiscal, pues no se le ocurre otra hazaña que despacharse diciendo públicamente y sin ni siquiera venir al caso, que “Cataluña no es una ciudad del Norte de África, es otra cosa; si Cataluña falla en los compromisos fundamentales todo el Estado español se pone en riesgo”. O sea, que todo el eje del mundo gira sobre Cataluña, cuando hasta ahora él lo único que ha demostrado al frente de su gobierno es que el mismo, con él dirigiéndolo, nunca ha sido tan manifiestamente mejorable, porque es notorio que, en lugar de resolver los pavorosos problemas que Cataluña tiene, lo que ha hecho es empeorarlos y crear otros nuevos y gravísimos.
Tales manifestaciones del señor Mas, son deliberadamente ofensivas, insultantes y, además, inútiles por innecesarias, porque podría muy bien haber seguido “pidiendo” al Estado - que es lo que más parece saber hacer - sin recurrir a frases pronunciadas en tono peyorativo que hieren la dignidad de dos muy dignas ciudades autónomas de España: Ceuta y Melilla. Y no se está dando cuenta el señor Mas de que, a base de sus torpes y continuos enfrentamientos con los demás territorios de España por el dinero y la independencia, pues está consiguiendo no sólo hacerse él antipático ante todos, sino también crear una mala imagen de Cataluña y de los catalanes ante el resto de los españoles y del mundo, pese a que se trate de un territorio más español y de unos ciudadanos (los catalanes) tan dignos como los de las demás tierras de España.
Y presume luego el interfecto de “ser”, cuando refiere que “Cataluña no es una ciudad del Norte de África, porque si falla en sus cumplimientos puede poner en riesgo a todo el Estado”. Pues mire, señor Más, la mejor forma de que corra riesgo España, si es eso lo que tanto le preocupa, es no ponerla al borde de la ruptura con su calenturiento empecinamiento separatista y sus irresponsables enfrentamientos con las demás Autonomías. Ese sí que es un gravísimo riesgo que hace correr al Estado. Pero, puestos a “ser”, que es de lo que tanto presume con el “hecho diferencial catalán”, con lo de “nacionalidad histórica”, “nación” inventada, etc, ¿qué ha sido política e institucionalmente Cataluña a lo largo de la historia?. Pues un simple Condado desde que el carolingio Carlos el Calvo designó Conde de Urgel a Wifredo el Belloso el año 870, y Conde de Barcelona el 878; que eso de no haber pasado de ser un simple Condado es lo que a los nacionalistas de su estirpe política tanto les duele y tanto complejo de inferioridad les crea respecto a otros territorios españoles que sí estuvieron constituidos en reinos. ¿Y sabe desde cuándo fue Ceuta Condado?. Pues desde bastantes años antes que Cataluña, en la época del Emperador bizantino Justiniano I en el siglo VI, hasta que el siglo VIII los árabes invadieron Ceuta y España y destituyeron a su último conde, D. Julián. Y sepa también que esta españolísima ciudad de Ceuta fue luego con los árabes lo que Cataluña no ha sido nunca: dos veces “independiente”, en 1061 la declaró señorío independiente Suqut-Vargawati y también lo fue en 1233.  
Y Ceuta y Melilla nada tienen que envidiar a ninguna otra ciudad de Cataluña, en primer lugar, porque son muy españolas, que ya quisiera toda España que el señor Mas y sus secuaces soberanistas tuvieran el sentimiento de españolidad y de patriotismo hispano que la inmensa mayoría de la gente de Ceuta y Melilla tienen, a cuyos valores patrios tanto asco hacen de forma permanente él y los suyos. Así es que estupideces, las precisas, pero ni una más, que en eso de decir impertinencias, sí que los citados dirigentes catalanes ganan en mucho a los honestos y pacíficos ciudadanos de Ceuta y Melilla con tan indignantes declaraciones. Y una de las muchas formas de “ser” de una Comunidad autónoma, se mide muy mucho por el grado de seriedad y responsabilidad que tengan los dirigentes políticos que la representen. Y, en eso, en este momento, le aseguro que los de Ceuta y Melilla andan bastante por delante que algunos políticos de Cataluña.
De todas formas, haría falta saber si las declaraciones despreciativas de Mas sobre Ceuta y Melilla sólo se enmarcan en el contexto de lo políticamente incorrecto por falta de respeto y de sentido común, o desbordan ese ámbito y van a desembocar en otro terreno ya más interesado, quizá para congraciarse un poco con Marruecos. Y eso pudiera ser así, atendiendo a los precedentes; porque ya su antecesor, Jordi Pujol, cuando el año 2002 las relaciones hispano-marroquíes estuvieron tan tensas, consiguió llevarse a Cataluña al Ministro marroquí de Economía, Fathallah Oualalou, con el que firmó tres convenios, y al que pretendió venderle agua española de río Ebro a transportar en barcos, cuando, por otro lado, se oponía a que se hicieran trasvases de dicho río a otras regiones de España. Y es que, la “pela es la pela”.

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