La argumentación, ese arte y esa técnica pluridisciplinares que se estudian desde diferentes perspectivas y en diversas asignaturas como la Dialéctica, la Lógica, la Epistemología, la Retórica, la Ética, la Psicología y la Lingüística, constituye en esta obra una actualizada y documentada explicación que, en mi opinión, además de profunda, es práctica. Puede resultar útil a los profesionales de la palabra: a los políticos, profesores, comunicadores y escritores que usan los diferentes lenguajes para transmitir mensajes y, a mi juicio, también, a los demás ciudadanos destinatarios de los argumentos y de las explicaciones que pretenden mostrar y demostrar “verdades” teóricas o hacer “propuestas” prácticas.
Recordemos que en Grecia comenzaron a elaborar “argumentos” cuando los representantes de los ciudadanos asumieron que ya no valía repetir los mitos y cuando advirtieron la necesidad de demostrar sus propuestas para solucionar los problemas de los ciudadanos. Así empezó la Democracia –el arte de participar-, la Filosofía –el arte de pensar- y la Retórica- el arte de hablar-.
“El empleo de argumentos adecuadamente formulados es imprescindible para discutir y acordar las soluciones de los problemas comunes”
Como todos sabemos, el empleo de argumentos adecuadamente formulados es imprescindible para discutir y para acordar las soluciones de los problemas comunes. Si ya Sócrates, Platón y Aristóteles explicaron que argumentar era el procedimiento razonable y eficaz para solucionar los problemas de la sociedad, en la actualidad, aún resulta más necesario para evitar que identifiquemos esa actividad “compleja e imprescindible”, ese “ámbito de lo razonable”, con otras tareas, también necesarias, pero diferentes como, por ejemplo, la “información”, la “publicidad” y la “propaganda”. Este manual constituye, a mi juicio, un instrumento valioso para que los diferentes profesionales desarrollen las destrezas de argumentar, de defender y de refutar propuestas y, también para que nosotros, los destinatarios, aprendamos a interpretar, valorar, aceptar o rechazar las argumentaciones.
Si, por su amplitud, profundidad y rigor, es una herramienta apta para los profesionales de los discursos y para los estudiantes de las diferentes disciplinas de la comunicación, estoy convencido de que, por su claridad, por su actualidad y por su importancia, es –puede ser- una ayuda para todos los que desean interpretar y valorar los mensajes que recibimos por todos los cauces de comunicación e incluso para mejorar nuestras destrezas en las conversaciones y discusiones con los compañeros y con los amigos.
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