Categorías: Opinión

Argumentos, sí. Insultos, no

La inmigración es un fenómeno complejo, poliédrico, tiene, por tanto, muchas facetas. De hecho, el problema no ha sido la inmigración en sí, si no, no haber sido capaces, por timoratos, por políticamente correctos y por no querer que se nos tilde de racistas, xenófobos y nazis –como, en efecto, hace violentamente el señor Ramchandani–, de haber encarado el problema sin reservas mentales. La realidad nos ha devuelto la cordura. La realidad, dicen, es real porque podemos cambiarla, no porque nos obliga a aceptarla. Creíamos que podríamos integrar o asimilar a todo hijo de vecino. La realidad nos ha golpeado en la cabeza con toda su crudeza y ahora nos encontramos en el mismo punto de partida que hace quince años. Los miedos a esos tipos, como el señor Ramchandani, que se creen que ellos son los únicos que tienen todo el derecho del mundo a exponer su opinión y que los demás, si no pensamos como ellos, debemos guardar silencio, so pena de ser anatematizados y enviados al infierno de los xenófobos, ése ha sido el verdadero problema en nuestro país, no otro. El  no poder expresar las opiniones con libertad sin que se nos criminalice por ello.
Mucho antes de que en España la inmigración empezara a ocuparnos y a preocuparnos, ya en Europa sabían del fenómeno y cómo tratarlo. Después de gestionarlo durante muchas décadas, los europeos han llegado a la conclusión que las “experiencias hasta ahora vividas respecto del talante pacífico y conciliador de las sociedades multiculturales no son tan positivas como con frecuencia se afirma”. Obsérvense los casos de Alemania, Gran Bretaña, Francia, Países Bajos y Estados Unidos “donde se advierte que en vez de ‘crisol de culturas’ lo que se está imponiendo son segmentaciones, guetos e intolerancia”. Acaso esto sea así porque “tal vez se exija demasiado de la capacidad de acogida de la población autóctona”, como nos recuerda Juergen B. Donges. En otras palabras, se está abusando de las sociedades abiertas a las que llegan los inmigrantes en oleadas dispuestos a quedarse por las buenas o por las malas. Para ello, mienten sobre su procedencia, engañan al personal ocultando su documentación o rompiéndola, guardan silencio, en suma, juegan sucio, pero eso sí, quieren que las sociedades de acogida hagan juego limpio. Si no, somos racistas, fascistas, xenófobos y nazis, como nos recuerda el señor Ramchandani.
Quizá no se haya hecho suficientemente hincapié en la diferencia entre ‘emigrante’ e ‘inmigrante’. Tal vez con la analogía que hace la filósofa y pensadora húngara Agnes Heller entre la inmigración y la aparición de invitados en nuestro hogar pudiera de una vez por todas quedar claro la diferencia entre uno y otro: “La emigración es un derecho humano, mientras que la inmigración no lo es; si alguien quiere abandonar nuestra casa, no debemos retenerle por la fuerza, pero si alguien expresa su deseo de quedarse en nuestra casa los miembros del hogar han de decidir si le permiten hacerlo o no”. ¿Ha quedado claro? Recuerde, “la inmigración no es un derecho humano”. A este respecto, el citado Juergen B. Donges  declara, asimismo, que “Es un derecho humano poder abandonar una comunidad estatal; pero no existe un derecho similar a ser recibido en otra de su personal elección”. Además, las leyes de inmigración las hacen los países, no los inmigrantes, ilegales o no, que acceden a esos países. Por último, si el ‘buenismo’ rigiera los destinos de los países no necesitaríamos parlamentos ni leyes. Sería suficiente con abrir las puertas de par en par.
La ofuscación del señor Ramchandani le ha privado, en efecto, de una lectura atenta, reposada y comprensiva. Ha leído lo que no estaba escrito, tan sólo lo que él quería ver escrito. Suele pasar cuando alguien se deja llevar por la agresividad, por el furor. Le ha faltado calma, sosiego. Y le ha sobrado bilis. Pareciera que se hubiera dejado llevar por sus instintos primarios. Él sabrá. Si hiciera el esfuerzo de volver a leer, esta vez con calma, vería con claridad que en el escrito se dice “Nuestra fama de ‘gilipollas’ ha llegado hasta el confín asiático”, nada que ver con que se llama ‘gilipollas’ a los que asistieron a la proyección del documental “Los Ulises”. Lo del “terrorismo islámico”, es una licencia del señor Ranchamdani, así como los juicios temerarios que hace. El resto del escrito del señor Ramchandani se refiere a lugares comunes, incluidas referencias personales, que no son argumentos en contra. Pensaba que la difamación, las mentiras y los insultos no formaban parte del código de los sacerdotes. En fin, señor Ramchandani, tenga calma y lea con atención: “No debería cederse a la ilusión de creer que los hombres son distintos de cómo en realidad son”. Le deseo paz y bien, señor Ramchadani, eso sí, sin comillas.

Entradas recientes

El presidente de Ceuta felicita el Año Nuevo Judío

El presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Juan Vivas, ha enviado un mensaje de…

01/10/2024

Las autoescuelas se quedan sin pista a partir del 25 de octubre

A partir del 25 de octubre no habrá pista para las autoescuelas en Ceuta. Se ha…

01/10/2024

Las Escuelas Chupetines y Fútbol 8 empiezan un nuevo curso en el 'Emilio Cózar'

Las Escuelas Deportivas de la Real Federación de Fútbol de Ceuta se pusieron en marcha…

01/10/2024

El Foso Ceuta busca jugadoras para crear un equipo de fútbol sala

El Foso Ceuta quiere seguir creciendo a nivel deportivo este año. Y desde el club…

01/10/2024

Alerta de estafa 'phishing' con correos falsos de la Ciudad

Varios adjudicatarios de contratos de la Ciudad Autónoma de Ceuta han recibido correos falsos solicitando…

01/10/2024

En marcha la campaña de vacunación infantil frente al VRS

La Ciudad ha coordinado la campaña de vacunación frente al virus respiratorio sincitial (VRS), que…

01/10/2024