El argelino que intentó estrangular a una enfermera en el CETI ha sido condenado a 6 meses de prisión por un delito de atentado y al pago de 150 euros por otro delito leve de lesiones. En la mañana de ayer fue trasladado por la Policía Nacional al Palacio de Justicia, en donde reconoció los hechos, dictándose una condena por conformidad. No obstante no deberá entrar en prisión ya que se le aplica la suspensión de la pena debido a que no le constan antecedentes por otros delitos. Se le ha expulsado del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes y se le ha aplicado una orden de alejamiento respecto de la víctima que debe cumplir durante dos años.
Esta es la lectura judicial del grave suceso ocurrido en la mañana del sábado en las instalaciones del centro de acogida del Jaral, que tuvieron como protagonista a una enfermera que cubría el turno de trabajo y que fue atacada por este residente. Ese ataque no llegó a más ya que los gritos de la profesional alertaron a un trabajador del centro y sirvieron como alarma para la rápida intervención de los vigilantes de seguridad, antes de la llegada de la Policía Nacional que se encargó de la detención.
El agresor había acudido a la unidad sanitaria del CETI para reclamar un servicio que no le correspondía, ya que quería que se le trasladara en ambulancia al Hospital por un cuadro que no requería ese servicio. Sin mediar siquiera palabra, atacó a la enfermera agarrándole fuertemente con las dos manos el cuello con la intención de estrangularla. Sufrió arañazos en la cara además de las marcas propias de la fuerza ejercida sobre su cuello.
La actitud violenta del detenido no fue a más primero por la propia defensa de la víctima y por la reacción de otros trabajadores del centro.
Ahora, tras la sentencia firme dictada ayer por conformidad, tiene prohibido el acercamiento o entrada en el CETI pero no entra en prisión debido a la aplicación de los beneficios que tienen todas las personas que carecen de antecedentes y a los que se imponen penas menores a dos años de prisión. Este hecho, encuadrado en la ley, ha generado, no obstante, malestar por lo que podría haber sucedido.
Los propios argelinos del centro que están esperando su salida a la península han criticado y condenado la actitud de este individuo concreto que llevaba tan solo unos días en Ceuta y con el que no quieren identificarse.
Lo sucedido este sábado en el CETI no puede ser entendido como un caso puntual. Los trabajadores tienen miedo ante determinados episodios que se suceden en el centro y que vienen recrudecidos por su masificación.
Se sienten indefensos y ponen de relieve que podía haber ocurrido una auténtica desgracia. Porque ya no solo son ataques como el sufrido por esta enfermera, sino insultos y actitudes desafiantes que sufren muchos de los empleados que no se sienten seguros.
Hace un par de semanas, con motivo de un motín entre subsaharianos y argelinos tras el hallazgo de un cadáver en San Amaro, se repitieron esas escenas de presión. Con trabajadores que se sintieron acosados, acorralados y presionados por un panorama de tensión al que deben enfrentarse debido a la presencia de determinadas personas que no terminan de integrarse y que fomentan altercados.
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