Opinión

Árboles, patrimonio o cómo cargarse Ceuta

Llevamos meses y meses denunciando las tropelías que se consienten en esta ciudad no solo con el patrimonio que es de todos sino también con el medio ambiente. Las asociaciones guerreras como Septem Nostra -histórica- y Daubma -más reciente, pero igual de luchadora-, entre otras, se encargan de intentar sacar los colores al Ayuntamiento, aunque es tal la poca vergüenza que supone golpearse contra un muro.

Les comprendo, una se cansa de denunciar siempre lo mismo sabiendo que quienes tienen la responsabilidad se ríen de nosotros, ni piensan hacer nada. Son unos mentirosos que nos tratan como en un circo, cada cuatro años nos ponen a bailar, nos dicen que seamos demócratas, que votemos porque van a cambiar las cosas.

Pero nada cambia. Es un insulto diario, empecinado, que se hace fuerte.

Daubma no se cansa de denunciar todo lo que ve en sus caminatas, poniendo especial atención en cómo se están cargando nuestros árboles con podas salvajes, mal hechas, con plantaciones sin espacio… Y lo hace con palabras y fotos, exponiendo la vergüenza de una ciudad que se carga el medio ambiente poco a poco eliminando árboles, permitiendo vertidos, obviando que tiene recursos municipales para vigilar a los que contaminan, que en su día apadrinó unas patrullas ecológicas con vehículo incluido a las que ni se les ve.

Esto sucede en la ciudad compartida por todos a la que se le desprecia poco a poco. Se hace en el plano medioambiental, también en el patrimonial. Cuánto ha denunciado Septem Nostra el estado del castillo de San Amaro y lo poco que queda en pie en el parque de Artillería y muchas más cosas, de forma constante, alertando de cómo se promueve lo artificial, de cómo se rinde pleitesía al todopoderoso don dinero mientras nos cargamos lo que es de todos, lo que heredamos con la obligación de mantenerlo, lo que nos da salud.

Es de vergüenza ver lo que sucede, admirable la lucha de las asociaciones guerreras e imperdonable la forma en la que todos se están cargando poco a poco esta ciudad.

Unos por ejecución, los otros por omisión, pero todos cómplices del cambio en una tierra que llegará un día en el que tendrá que estudiar su patrimonio solo en los libros y disfrutar de su medio ambiente en parcelas particulares creadas de manera artificial. Como todo en la vida. Esa es la Ceuta que se pretende, o lo parece.

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