Hace unos días comentábamos en nuestras habituales columnas lo que, en mi modesta opinión, podría esperarse dentro del "ultraliberalismo catedralicio" de EE.UU. y de la no menos ortodoxa Europa en materia de aranceles, mediante la defensa consensuada de los intereses de ambos bloques.
El único temor que apuntábamos con cierta cautela era la imprevisibilidad de la personalidad política de Donald Trump, cuyas decisiones comerciales parecen reflejar una cultura fenicia ancestral. Y, al parecer, se está cumpliendo... y continúa siendo no peyorativo.
Si consideramos la situación actual, en la que la administración estadounidense no parece dispuesta a alcanzar un acuerdo mínimo con la Unión Europea, la "vieja Europa" se enfrentará a sacrificios aún mayores.
Sin embargo, alguien con experiencia podría pensar que ese 20% básico convertido en "órdago" por decreto Trump podría reducirse al 15%, siempre que Europa permanezca con índice superior a otros países con vínculos de sangre o con grandes intereses en EE.UU. ¿Nos costaría pleitesía y agradecimiento público? ¡Pues, conforme!
Por otro lado, una Europa dividida dispone de pocas opciones para contrarrestar con éxito a EE.UU. en estos momentos. Las controversias que puedan esgrimirse servirán de poco, al igual que las medidas anunciadas por nuestro gobierno, cuyo contenido y significado ya conocemos por situaciones similares en el pasado.
Finalmente, surge una pregunta: con la imposición de aranceles por parte del equipo de Trump, ¿se busca realmente que este impuesto, definido por la ortodoxia económica como tal, afecte al consumidor?
Los estadounidenses, con Biden, tuvieron un respiro en la inflación, ya que los precios de la gasolina, los autos usados y el seguro médico cayeron en los últimos tiempos, lo que alivió a las familias e impulsó la candidatura a la reelección del exmandatario en 2024.
No obstante, los precios subieron más lentamente en febrero de 2025, con un incremento del 0,3% respecto a enero y del 4,2% en comparación con el año anterior. Aunque la cifra sigue siendo elevada, en nuestra opinión, no se soluciona con impuestos paralelos como los aranceles.
Mientras tanto, habrá que seguir implorando a los Dioses que los acontecimientos bursátiles, no se encabriten y rogar sentarnos con los americanos, y, que aquellos nos permitan tener buena mano, aunque tengamos que jugar al Craps.