Aquí ya nadie engaña a nadie

Todos quieren ‘papeles’. Todos se arrogan el derecho de tener papeles sin merecerlos, en la mayoría de los casos,  con arreglo a las leyes. El tercer mundo africano quiere ‘papeles’ por las buenas o por las malas. Si se los conceden, bien. Si no, eres un jodido racista. No hay razonamiento que valga. Todos se creen con derecho a exprimir una teta ya de por sí exhausta. Papeles, papeles, papeles… Todos los que llegan a Ceuta, todos, dicen tener una buena razón para que les den papeles. Se forman asociaciones que se atribuyen la defensa de los que llegan reclamando papeles. Asociaciones con sus presidentes, secretarios, vocales, etcétera, salen en los periódicos y nos presentan casos para reblandecer así nuestro duro y negro corazón. Tratan de apelar a nuestras fibras más sensibles mostrándonos casos sangrantes e hirientes ante los cuales hay que tener el corazón de piedra para no sentir conmiseración.
Pero metidos en harina, hay casos, muchos, que dan que pensar. Casos que analizados detenidamente  podrían caer dentro de la desidia, negligencia o dejadez  de los protagonistas. ¡Una ciudadana que se casa con un marroquí que la abandona cuando se enteró de que ella no tenía papeles! Y le deja una hija como recuerdo. Aquí caben unas preguntas: ¿cómo es posible que esa mujer no tenga ‘papeles’? ¿Dónde nació? ¿Si es extranjera, cómo es posible que viva aquí? ¿Cómo es posible que se case con un marroquí cuando se sabe que la mayoría de ellos lo hacen por obtener los papeles? ¿Desidia? ¿Dejadez? ¿Pereza?
Otra que pierde a su ¡tercer marido! y con él la pensión no contributiva y, lo que es más sorprendente, ¡la residencia después de vivir cuarenta años en Ceuta! ¡Pero cómo se puede vivir cuarenta años en la ilegalidad, casada con un español y no solicitar la residencia! ¿Desidia?, ¿pereza?, ¿negligencia? Otra tercera con una hija, pero dice que el marido está enfermo y no puede hablar, ¡y está embarazada de un segundo hijo!, y que tiene ¿la tarjeta amarilla como documentación?, pero que ella no está regularizada. Más preguntas: si el marido es residente, ¿por qué no está regularizada? ¿Negligencia? ¿Pereza? ¿Desidia? En fin, y hay uno más, y otro, y otro, y así hasta cuántos.  Un escándalo.
En efecto, lo que está sucediendo en Ceuta es un auténtico escándalo. Amén de esos casos, la mayoría incomprensible, en Ceuta se están empadronando marroquíes con el sólo hecho de presentar su pasaporte y declarar que tienen una vivienda en la ciudad. Dentro de tres años se irán directamente a Extranjería con sus papelitos correspondientes, si no lo impide antes el Delegado del gobierno, y, allí, la responsable del área, la señora Lidia Ruiz, si para entonces está aquí en la ciudad, los declarará apto para  recibir la tarjetita de residente. La quinta columna se va engrosando. A estos se unen los que pasan la frontera ante la desidia de los funcionarios y se quedan perdidos en la barriada del Príncipe, como algunas de las citadas anteriormente.
Pero aquí ya nadie engaña a nadie. En el otro lado, los hay que vienen dispuestos a provocarnos la lágrima y a exprimirnos como un jodido limón. Los hay también que vienen con aviesas intenciones de colonizar, arabizar e islamizar la ciudad, para que en un futuro, al alcance ya de la mano, la demografía haya dado un vuelco y así se puedan sacar de los cajones viejas reivindicaciones marroquíes  sobre Ceuta.  Esa es la marcha de la tortuga que decía el recordado Cózar.  
En este lado, unos actúan como tontos útiles y les allanan el camino a esos que ocultan sus intenciones. Esos que se visten con pieles de cordero para ocultar sus pelajes grises de lobo. Los hay también que como no quieren problemas dicen a todo que sí. Dicen a todo que sí porque no quieren que los ‘voceras’ vendidos a la quinta columna los llamen racistas. Entre unos y otros joderán el ‘inventito’, ya lo verán. Los servicios sociales tienen un límite, la asistencia médica está pidiendo una reforma a gritos, el suelo es limitado para construir casas y colegios, eliminar los residuos se está convirtiendo en un problema, la huella ecológica que dejamos de nuestro continuo vivir sobre el territorio será catastrófica y la lucha por el espacio vital va a ser épica. Pero a pesar de todo, aquí ya nadie engaña a nadie.