Aquello que perdimos

Sigue siendo cierto que las comunidades enfermas proyectan sus culpas sobre otro u otros, pues se les hace difícil aceptar, asumir, su propia responsabilidad.

Suelen refugiarse en el victimismo y culpar a los demás de sus desgracias, de su falta de vigor, para enfrentar los problemas y llevar a cabo un ejercicio de espíritu auto crítico para ver en dónde se ha fallado y cómo salir del atolladero. Pero sucede que ya sea por pudor, ya sea porque no es políticamente correcto, ya sea por temor, no se suele hablar de ciertos problemas que afectan a grupos de personas muy definidos, que dan lugar a unas comunidades también muy definidas y definibles, que forman parte del tejido social de las sociedades de nuestro tiempo. Pero, claro, si no hablas de un problema, ese problema no existe, (o se pudre y explota), pero también no debemos creer que todo lo que sucede a nuestro alrededor es inevitable y, por lo tanto, sólo podemos soportarlo estoicamente.
Respecto de nuestra ciudad, un tal Mohamed Azaf, candidato a las elecciones europeas del 25 de mayo y coordinador del ‘Grupo Árabe Socialista’ a nivel federal, ha venido a Ceuta a participar en una “sesión del diálogo” que sobre Educación, Cultura y Laicidad ha celebrado el PSOE en la Biblioteca Pública. Sobre este hecho, dos cosas nos llaman la atención. Una, que dentro del partido socialista exista un grupo árabe, ¿por qué?, ¿para qué? Creíamos que comulgar con el ideario socialista era suficiente para militar en ese partido, sin otras connotaciones étnicas, religiosas, raciales, o sexual. Pero vemos que no. De esta manera quizá se corra el riesgo de ver la sociedad fragmentada también en compartimentos estancos: los árabes, los musulmanes, los cristianos, los asiáticos, los homosexuales, los negros, los judíos, etcétera. En vez de españoles independientemente de cualquier connotación. En otras palabras, que en vez de contemplar la sociedad como un todo se la ve como una sociedad de comunidades yuxtapuestas. Más claro: como una sociedad multicultural. Ya se ha demostrado empíricamente que las sociedades multiculturales han fracasado estrepitosamente y han arrojado a sus defensores y discípulos a la anomia y a la marginación, y, de cabeza, al gueto. Pero los hay que aún no se han enterado o no escarmientan. O usan los prismáticos al revés. Considerada así la sociedad, como comunidades yuxtapuestas, es fácil que alguna de esas comunidades se sienta concernida y ofendida caso que el gobierno central, regional o local quiera poner en práctica ciertas medidas encaminadas a mejorar la sociedad considerada como un todo. Pero puede que alguna comunidad no lo crea así, y se sienta discriminada u ofendida.
Otro hecho que llama la atención, acaso consecuencia de haber formado un ‘Grupo Árabe’ en el PSOE, es que Azaf acusa al Gobierno local de “estar creando conflictos”, “y que no puede ser que haya barriadas con discriminación y tantos niveles de vida distintos”. Asimismo, Azaf acusa a González Pérez de “desconocimiento” del barrio y sólo “huye hacia delante” cuando carga las tintas sobre la falta de colaboración ciudadana frente a la delincuencia. “Y es una pena que un delegado de una ciudad tan pequeña tenga ese desconocimiento y se atreva a insultar por supuestamente despreocupado al vecindario”. Bueno, si él lo ve así, está en su derecho de decirlo. Pero se ve, también, con meridiana claridad que barre para casa, y elude pronunciarse sobre la otra cara de la moneda. Que la hay. En efecto, la otra cara de la moneda, que Mohamed Azaf obvia, es aquella en la que aparecen elementos pertenecientes al ‘grupo árabe’ de los ciudadanos ceutíes (por usar la misma terminología que acoge a los árabes en el PSOE) como sujetos de la mayoría de las tropelías que se cometen en Ceuta, así como los destinatarios de la mayoría de los servicios sociales de la ciudad. ¿La culpa de ello es de los ciudadanos pertenecientes a las otras comunidades ceutíes? Quizá vaya siendo necesario profundizar en las causas de esos comportamientos tan antisociales unos y tan pedigüeños otros, para ver si son debidos a causas exógenas a la comunidad o intrínsecas o endógenas al grupo mismo.
  Este Mohamed Azaf (¡madrileño nacido en Tánger!, hijo de marroquíes inmigrantes), ¿se ha preguntado alguna vez qué hacen los ciudadanos del Príncipe, no sólo por ellos mismos, sino por Ceuta? Como siempre, y era de esperar, el tal Mohamed Azaf vuelve a caer en el victimismo puro y duro: los demás tienen la culpa de nuestro infortunio. Todo ello da la impresión de comunidad enquistada y poco permeable ni proclive a la entrada de aire fresco que se lleve las telarañas que impiden mirar hacia el futuro sin demasiados ataderos con un pasado glorioso y nostálgico que hunde sus raíces en la oscura y tenebrosa noche medieval, lo cual la hace, tal vez, remisa a sentir como las otras comunidades y remar en la misma dirección.
Lo cierto es que cada vez se hace más irrespirable el ambiente social en esta pequeña ciudad. Abrir el periódico por la mañana es tener el alma en vilo. Acaso nos hemos convertido en un pueblo sometido e incapaz de rebelarse contra esta especie de tragedia griega que nos aplasta. Una comunidad acusa inmisericordemente a la otra de su ruina, y esta carga con una culpa bíblica de la que no se puede sacudir. Mientras, cizañeros de todo tipo se entretienen en echar gasolina al fuego a ver si reventamos todos de una puñetera vez. Tal vez sea cierto lo que decía Borges, que “sólo es verdaderamente nuestro aquello que perdimos”. Y bien que lo perdimos.