Categorías: Opinión

Aprietan pero no ahogan

La carestía del transporte marítimo en el Estrecho, por un lado, y el colapso permanente de la frontera con Marruecos, son los dos factores externos que influyen de forma negativa en el desarrollo económico de Ceuta desde hace mucho tiempo, que los políticos locales no pueden o no quieren controlar.

Aun reconociendo que ambos problemas han de ser abordados y tratados en coordinación con las autoridades nacionales, no por ello están exentos de culpa los dirigentes locales, que deberían de haber sido más beligerantes en el asunto. Esto es así. Sin embargo, lo que resultaría realmente grave y letal para el desarrollo local, sería quedarse paralizados ante estos hechos y limitarse a culpar a los demás de nuestros problemas. Por ello, iniciativas tendentes a cuidar y mejorar lo que aún nos queda, pese a estas limitaciones, siempre es algo de lo que debemos alegrarnos. La teoría del caos nos enseña que en los sistemas complejos y dinámicos se es muy sensible a las variaciones en las condiciones iniciales. Es lo que los científicos denominan “efecto mariposa”, que el escritor James Gleick resumió de forma magistral con la frase “si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene”. O lo que es lo mismo, cualquier variación, aunque sea muy pequeña, de las condiciones iniciales de los sistemas, los modificará hasta hacerlos imprevisibles. Bajo mi punto de vista, es la tesitura en la que se encuentra en estos momentos la sociedad ceutí, que para algunos no tiene salida, pero que a la luz de la teoría anterior sí la tendría, sabiendo interpretar el caos desde un punto de vista global y dirigiendo la complejidad, entendiendo que dicho caos puede ser una inagotable fuente de creatividad, de la que también puede surgir el orden. Es la solución dada por los científicos. Trasladando lo anterior al caso concreto de Ceuta, podemos observar que una variación en las condiciones existenciales de la misma, basadas en el comercio de bazar y en la fuerte presencia del sector público, aderezadas con un cambio en la estructura poblacional (ya no es mayoritaria la población de origen cristiano), nos ha pillado a todos de improviso. Pero es que también lo que está aconteciendo en el vecino país Marruecos, está afectando a la economía local. Esto ya lo habíamos anunciado desde la universidad hace unos años, cuando se construyeron algunos modelos predictivos respecto a la influencia que podría tener el desarme arancelario de Marruecos en la economía ceutí. Decíamos entonces que conforme el mismo se consolidara, descenderían las exportaciones de productos desde Ceuta a ese país. Esto aún no se ha producido del todo, como se puede comprobar por la cada vez mayor presencia de “porteadoras y porteadores” en el Tarajal. Sin embargo, este tipo de negocio tiene los días contados, que disminuirá conforme se mejoren las redes de distribución de mercancías en Marruecos y se lleve a cabo una adecuada reforma fiscal. Pero también se detectó algo importante, que quizás pasó desapercibido. El constante crecimiento económico del país influiría de forma positiva en nuestra economía y frenaría el efecto negativo del desarme arancelario. Es justamente lo que está ocurriendo en este momento. A pesar de los problemas de colapso en la frontera, las familias de clase media alta marroquíes que acuden a Ceuta a comer, pernoctar o comprar, son cada vez más. Según las informaciones dadas por algunos establecimientos hoteleros, un alto porcentaje de ocupación de sus habitaciones lo cubren estas familias. Lo mismo ocurre en algunos restaurantes y en determinados comercios pertenecientes a las grandes cadenas nacionales de alimentación, ropa deportiva, o de moda. Las estadísticas oficiales sobre llegada de no nacionales a Ceuta corroboran esta situación, pues en apenas cinco años, se ha duplicado respecto al comienzo de la crisis. Y gran parte de estos visitantes nos llegan desde Marruecos, algunos de ellos desde las embajadas ubicadas en aquél país y otros desde las empresas extranjeras allí localizadas. En este contexto, pretender conocer cuáles son las preferencias de estos visitantes y sus necesidades, entiendo que es una decisión inteligente, que debería servir para implementar medidas adecuadas a las mismas. Todo ello sin olvidar que es necesario trabajar a favor de un cambio en la política de transporte de mercancías y de personas en el Estrecho, así como para mejorar las condiciones de la frontera del Tarajal. Lo torpe sería dedicarse exclusivamente a intentar resolver estos dos temas, pero olvidarse, mientras tanto, de mejorar la atención a los visitantes que, pese a estas dificultades, tenemos. Porque estos dos importantes problemas aprietan, pero no ahogan.

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