Mi amigo llevó su hijo a un catedrático de Neurología en Madrid, por consejo del médico de la familia en Ceuta. El chico estudiaba el curso de acceso a la universidad y tenía fuertes dolores de cabeza, incluso perdió la visión durante unos minutos en una de esas crisis. La preocupación era comprensible y los exámenes estaban cerca.
El neurólogo le hizo al joven un reconocimiento completo, manteniendo una conversación en profundidad sobre sus hábitos de estudio y otras actividades. Cuando terminaron todas las pruebas, el médico informó al padre que no era nada grave, que padecía jaquecas por la tensión que le producía la responsabilidad de aprobar o suspender, junto a la rígida disciplina del colegio que le tasaba el tiempo de estudio. La recomendación fue que el chico debía aprender a relajarse para evitar el stress y no se le recetó ningún fármaco, sino que el médico consideraba imprescindible que siguiera un curso de control mental, donde le enseñaran técnicas de relajación porque, de esa forma, evitaría los dolores de cabeza y rendiría más en los estudios. Incluso, facilitó el nombre de una entidad solvente que impartía dichas enseñanzas.
Cuando inscribieron al joven en uno de esos cursos, el padre quiso acompañarle porque eso del control mental le sonaba raro y yo mismo decidí asistir también, ya que me pareció interesante y se trataba de emplear tan solo un fin de semana en Madrid.
Para mí fue todo un hallazgo. Estábamos unas cincuenta personas, hombres o mujeres de todas las edades en el salón de un hotel y un profesor, tras breves explicaciones, comenzó a poner en práctica técnicas que permitían el uso de la mente para lograr diversos objetivos. Unos, según la documentación que nos entregaron, estaban allí para superar el stress y aprender a relajarse eliminando la tensión nerviosa y las jaquecas, otros pretendían dormir y descansar mejor, algunos iban para potenciar la memoria, la concentración y la capacidad de estudio, unos terceros querían reforzar la seguridad en sí mismo o vencer miedos y hábitos no deseados o incluso mejorar sus relaciones humanas o la calidad de vida y todos querían llevar una vida saludable.
Las jornadas fueron muy participativas y en una de las prácticas que hicimos aquellos días, recuerdo que miramos todos la hora en el reloj y, conjuntamente, nos relajamos siguiendo las indicaciones que nos daban. Caímos en una especie de sopor o sueño ligero y, al despertarnos, tuvimos la sensación de bienestar del que ha dormido una hora de siesta. Al mirar de nuevo el reloj, comprobamos que habían pasado tan solo cinco minutos. Esa técnica nos permitiría, en casos de tensión, aislarnos un corto espacio de tiempo y volver a la actividad con energías renovadas y la mente en paz.
Los ejercicios que aprendimos aquel fin de semana nos permitieron utilizarlos para nuestros problemas concretos, pero en mi caso salí de aquellas horas de aprendizaje con la seguridad de que sabría como relajarme en el futuro y desarrollar un carácter más tranquilo, para hacer frente a los problemas que nos presenta la actividad diaria.
Aunque nos entregaron un manual y una grabación, lo más importante fue que, dado el carácter práctico del curso, podría asistir sin cargo alguno a otras sesiones en cualquier ciudad, por lo que me sería posible perfeccionar, en esas sesiones gratuitas, las técnicas que había aprendido esos días. Fueron ejercicios de fácil aprendizaje que permitían desarrollar capacidades mentales que ignoraba tener
Luego me enteré que la organización impartía el curso en treinta idiomas y en ciento once países, pero concretamente en España llevaba treinta y cinco años de funcionamiento con ciento veinte mil asistentes, si bien no se hacía publicidad alguna y era conocida tan solo por la recomendación de médicos o de aquellos que lo han hecho antes. Solo ocho profesores estaban autorizados en España a impartir las enseñanzas.
El alumno del stress resolvió su problema, nunca más padeció de jaquecas y yo me alegré siempre de haber asistido al curso y de repetirlo en alguna ocasión, cuando coincidió en las ciudades que visitaba.
Ahora que el Método Silva va a impartirse en Ceuta por primera vez, me ha parecido oportuno contar esa experiencia porque puede ser interesante asistir a ese fin de semana que aportará una posibilidad tan nueva como beneficiosa. Información en el teléfono 956 513613
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