El siguiente argumento trata de discernir si en el hecho presente de la creación rige el principio de Justicia Universal.
Recuerdo la última vez que contemplé el cielo investido de estrellas, y como tuve que apartar la mirada, incapaz de asimilar tanta belleza, y quizá fruto de mi naturaleza imperfecta.
Allí arriba parece reinar la armonía, sin embargo, si apreciamos el paso inexorable de la realidad viva nos encontramos con el sufrimiento extremo, con el frío helador, con las dentelladas del hambre. Cuántos niños y niñas desnudos habremos de soportar.
Si es que existe la Justicia Universal, ésta tiene forma incompleta, y por seguro, no tiene solución dentro de los días terrenales, aquellos que nos fueron concedidos.
Una vez más tenemos que recurrir a la fe, y concluir que, si no disfrutamos de esa substancia que es la Justicia Universal no es por su inexistencia, si no por nuestra falta de conocimiento y nuestra cortedad en la mirada.
Si establecemos un paralelismo entre luz y conocimiento, diremos que nuestro ángulo de visión jamás alcanzará los 360 grados, ya que, por mucho que descubramos, siempre habrá un punto de indefinición.
Por tanto, me queda concluir que para experimentar la sensación de justicia hay que recurrir a la virtud de la paciencia, y tener por cierto que la vida es un tránsito hacia esa experimentación, hacia la liberación del sufrimiento.
Traigo aquí una imagen de mi memoria con que apoyar mi pensamiento.
Así, en uno de mis viajes de juventud fui a parar a uno de los paisajes más hermosos de Marruecos, las cascadas de Ouzoud. Allí, habitaba un hombre anciano, y que era ciego por razón de nacimiento.
Todos los días acudía a un escalón que le servía de asiento, a los pies de la cascada. Bajo la sombra de una higuera disfrutaba de los sonidos bulliciosos del agua al caer. Los sonidos le servían para imaginarse los contornos.
Lejos de lamentarse y apenarse por su falta de visión, su rostro parecía complacido. Quizá guardaba en su alma la certidumbre de que su ejercicio de paciencia, algún día, sería recompensado. Y que la fuerza que mueve las estrellas sería suficiente para obrar el milagro de la luz, de la visión: la substanciación de la Justicia Universal.
Aunque es posible que la realidad discurra ajena a nuestras creencias, siempre es bueno hacer lectura de estos testimonios, ya que el encuentro con la virtud, al menos, servirá para aliviar la justicia terrenal, y acercarnos a la condición humana.