Uno de los ejes sobre el que ha rotado el pensamiento filosófico a lo largo de su historia es la existencia o no de un Ser Creador; se trataba de discernir si el universo es obra, o si, por el contrario, carece de autoridad.
Otra cosa es el comportamiento moral que se derive de este hecho, y el conjunto de dogmas que se atribuyan al Perfectísimo Ser.
Los distintos filósofos han aportado sus teorías con más o menos exactitud, pero debemos concluir que el debate teológico no es una razón matemática, y siempre habrá que recurrir a la fe para la filiación o no al pensamiento teísta.
En perspectiva, ha habido argumentos muy sesudos, como las cinco vías de Santo Tomás de Aquino, donde los conceptos de necesidad y causa precisan de una gran maduración, y pueden resultar inaccesibles.
Sin embargo, hay una demostración muy sencilla de entender, que no requiere grandes algoritmos ni asociaciones dificultosas: es el argumento del diseño inteligente.
Partiendo de la observación directa de la naturaleza concluimos que el mecanismo de los seres vivos, y de los elementos, presentan una complejidad tal que solo es explicable por la intervención de una inteligencia anterior y conocedora.
La forma como se engarzan las estaciones para que tenga lugar el ciclo vital, la aparición del arco de colores que anuncia el final de la tormenta…, hasta los organismos más simples conocidos, como son las bacterias, implican un desarrollo que nos lleva a dudar de lo fortuito.
Y aquí viene mi aportación, y el espacio que origina mi fe.
Estaba en una de mis marchas por el Monte Hacho, y que yo aprovecho para poner al día mis razones, cuando me tropecé con una hermosa pluma de ave. Entonces, detuve el paso, la cogí entre mis dedos, y un pensamiento me vino con una claridad virginal: no es casualidad que esta pluma que ayudó al ave a enseñorearse por el cielo y por el aire, sirva también para hacer volar la imaginación del escritor, en la ceremonia de la tinta y de la plasmación.
Yo, que ando siempre dando consejos sobre la experiencia mental, llamo a comprobar todo lo que aparece por la mente, ya que se pueden producir pensamientos reflejos que no tienen una base lógica.
El caso es que la reflexión sobre el pensamiento descrito me causa gran regocijo, y es el sustento de mi fe. Y repito que no se trata de tener una filiación teísta o no, sino de tener una lectura sobre nuestro ser dentro de esa circunstancia mayor que es el universo. Esta y otras lecturas servirán para vertebrar la mente.
El argumento del diseño inteligente, que es poco metódico pero fácil de entender, evolucionó hacia la teoría del ajuste fino, y es que toda la creación parece destinada a albergar la vida.
Mi siguiente aportación se cuestionará sobre el principio de Justicia Universal.