Nos hemos incorporado de nuevo a las aulas después del descanso navideño y hemos encontrado que los protocolos y los planes de contingencia COVID 19 han desaparecido o han cambiado tanto que hemos dejado de reconocerlos.
Profesores con Covid que no tendrán sustituto, escasas aulas confinadas aunque varios alumnos sean positivos, escaso o nulo material de protección ante el virus, puertas y ventanas abiertas para que el frío campe por sus anchas en los colegios e institutos y un sin fin de dificultades para ejercer la docencia en condiciones seguras respecto a las circunstancias que estamos viviendo.
Al parecer cada comunidad ha hecho de su capa un sayo y ha actuado como le ha venido en gana: sustituciones del profesorado, grupos burbuja, confinamientos o compra de materiales.
Ceuta, a día de hoy, supera las tasas del país pero nadie mueve ficha ante la realidad con la que nos topamos en nuestros centros.
Trabajamos desde casa y desde las aulas al haber un absentismo muy acentuado, no nos confinan aunque estemos rodeados de alumnos infectados, que para eso tenemos las tres vacunas, no podemos, saber quien se ha vacunado, no hay conciliación de la familia con la vida laboral pues la posibilidad de faltar por tener un hijo infectado no se contempla. Es imposible garantizar la distancia de seguridad, tenemos que individualizar materiales, exámenes, seguimientos y todo tipo de estrategias para que los chicos y chicas ausentes sigan teniendo una enseñanza en esta coyuntura de precariedad. Los directores y equipos directivos se enfrentan con la burocracia cotidiana y diaria de tener que informar de las incidencias a la Administración, los coordinadores COVID nos mandan correos corporativos recordándonos una y mil veces las normas sin poder hacer nada de nada. En realidad hemos sido abandonados a nuestra suerte porque permanecemos indefensos y vulnerables por los virus, por la política del Ministerio y porque nuestros representantes sindicales son ninguneados por máximos responsables de la gestión docente.
¿Nos salvaran las ventoleras que soportamos en las aulas? Será la inmunidad del rebaño la salvación? ¿Aguantaremos el reto con un estoicismo a prueba de bomba dejándonos la salud en los pupitres?
Todo será ponernos a rezar como locos para que no venga la séptima ola pues ya sería un tsunami de consecuencias inimaginables.
En las salas de profesores se apuntan las ausencias como si fueran un parte de guerra, nos miramos unos a otros repitiendo como un mantra lo solos que estamos en esta contienda aunque sigamos al pie del cañón.
¿No será que han confundido la inmunidad del rebaño con la inmunidad del borrego?
Enhorabuena a los negacionistas porque ellos son inmunes al Coronavirus
Voy ahora mismo a llamar al Doctor Simón.
Lo que es seguro es que no tendremos aplausos, siempre nos quedará París y el cañonazo de las 12.
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