Esta semana la Fundación de la Guardia Civil ha presentando en Ceuta la exposición ‘La Guardia Civil frente al terrorismo’. Un homenaje a las víctimas de la Guardia Civil, sin olvidar a las que no pertenecieron al Cuerpo, porque todas son víctimas para la Guardia Civil. Policías, militares y civiles son también nuestras víctimas.
El general gerente de la Fundación de la Guardia Civil, José Antonio Sánchez Arroyo, realizó una presentación de corazón, con sentimiento, sincera y lanzó dos mensajes de calado: “No se puede consentir que las víctimas caigan en el olvido” y continuó diciendo: “El silencio y la invisibilidad sólo ayuda a la impunidad de los terroristas”. Yo hubiera añadido una más: “No olvidar a los verdugos, a sus cómplices y palmeros”. Sin arrepentimiento no puede haber olvido y, mucho menos perdón, porque lo que roban estas alimañas no tiene repuesto.
Dos días después la frase ‘No olvidar a los verdugos’ se llena de sentido cuando en la localidad de Lequeitio se homenajeó al terrorista del comando Madrid, Antonio Gabiola Goyogana. Un terrorista acusado de participar en el largo secuestro del industrial Emiliano Revilla, en 1988. Emiliano Revilla y su familia fueron torturados durante 249 días. Torturados por no saber si volverían a estar juntos, si lo asesinarían; torturados al desconocer el trato que recibía, torturado por estar privado de algo sagrado ‘LA LIBERTAD’, sin cometer delito alguno. Revilla tuvo más suerte que Ricardo Tejero, directivo del Banco Central asesinado en 1985 por esta gentuza criminal.
Los vecinos que lo recibieron con honores saben que en ese municipio ETA, la misma organización a la que pertenecía Gabiola, llenó de sangre y terror sus calles asesinando al marinero Ignacio Montes Abad, al policía municipal Juan Rodríguez Rosales y al guardia civil Alberto Villena Castillo. Saben que sembraron el terror en las calles del pueblo, que amedrentaron a sus vecinos decentes, esos que rechazan el terrorismo, pero que no pueden expresar su sentimiento y dolor por miedo a los violentos y a sus palmeros. Esos que se llenan la boca de la palabra libertad, pero no conocen su significado.
El Colectivo vasco de Víctimas del Terrorismo (Covite) ha decidido denunciar al Ayuntamiento vizcaíno de Lequeitio por la cesión del salón de plenos para homenajear a Antonio Gabiola, por un posible delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas. Este es el mayor homenaje que se puede hacer a las víctimas y, en especial, al guardia civil D. Francisco Pascual Andreu, al policía nacional Mohamed Ahmed Abderraman, a D. Fernando Fernández Moreno y al melillense Díaz Román, a los que hemos recordado esta semana en nuestra ciudad, pero también al marinero Ignacio Montes Abad, al policía municipal Juan Rodríguez Rosales y al guardia civil Alberto Villena Castillo, asesinados en Lequeitio.
Como bien decía el General: “El silencio y la invisibilidad sólo ayuda a la impunidad de los terroristas”. Esa es la razón de este artículo. Que nadie guarde silencio. Nadie y, mucho menos, los que tenemos la obligación de levantar la voz.
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