Las inmediaciones del Arroyo del Infierno amanecieron ayer cubiertas por los cuerpos sin vida de al menos 15 ejemplares de garcilla bueyera, una especie que en los últimos meses ha elegido como dormidero la zona del azud, una construcción artificial que eleva el caudal de agua en la zona para posteriormente derivarlo por bombeo hacia el pantano del Renegado. No es la primera vez que ocurre. Según confirmaron ayer a El Faro miembros de la Sociedad Española de Ornitología (SEO) en Ceuta, el número de cadáveres encontrados en el último mes ascendería ya a “varias decenas”. De hecho, el caso ha sido puesto en conocimiento de la empresa municipal Obimasa, que recogió muestras de los cuerpos, y del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que serán los que, tras los exámenes oportunos, determinen a qué se debe el preocupante incremento en la muerte de estas aves.
¿A qué puede deberse? Las fuentes consultadas prefieren ser prudentes y no pronunciar las palabras “envenenamiento” o “intoxicaciones”, las más recurrentes en casos de muertes masivas, hasta que no haya una confirmación de los resultados de los análisis. “Eso, de ser así, tendrán que determinarlo los expertos. Nosotros ya pusimos el caso en conocimiento de Obimasa hace unos 20 días y estamos a la espera”, aseguraba ayer José Navarrete, integrante de SEO, quien también matiza que, aun en el caso de que alguna sustancia venenosa estuviera detrás del final de esos ejemplares tampoco podría asegurarse con certeza que la hubieran ingerido en ese mismo lugar, ya que las garcillas bueyeras sobrevuelan otras zonas de la ciudad durante el día y sólo acuden al lugar donde han aparecido muertas para dormir. “Si la causa fuera el veneno, podrían haberlo tragado tanto allí como en cualquier otra parte”, puntualiza.
Fuentes de Obimasa confirmaron ayer que recogieron varios cuerpos sin vida hace semanas y que están estudiando el origen del caso. No obstante, a falta aún del informe final, consideran que el foco de contaminación “no parece que sea el agua” porque en ese caso también habrían aparecido peces muertos en la superficie, aunque, insisten, es conveniente aguardar al resultado del estudio que elabora su personal técnico.
La colonia de garcillas bueyeras eligió hace meses la zona del azud del Arroyo del Infierno como dormidero, desplazándose hasta allí al atardecer. En otras ocasiones se habían avistado en el Monte Hacho o cerca del Tiro Pichón, según confirman desde SEO. “Van variando y ahora han preferido ese emplazamiento”, confirma Navarrete, quien calcula que la población de aves, que aumenta de forma considerable en los meses de invierno, ha llegado en sus épocas de mayor concentración a sumar hasta 500 ejemplares. Una cifra que, tras los últimos casos de muertes masivas, se está viendo reducida de forma considerable.
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