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‘Anuario del Terrorismo Yihadista 2018’: La radicalización en prisiones, una de las grandes amenazas

“El terrorismo de carácter yihadista sigue siendo, un año después de la derrota militar de Daesh, una de las amenazas más importantes para la seguridad internacional, aunque no ocupe con la misma frecuencia que el año anterior las portadas de los periódicos o titulares de los informativos occidentales. Es evidente que el Estado Islámico o Al Qaida no representan más que las ramas más visibles de un metafórico tronco de árbol que cada vez consigue arraigarse más sobre sus propias raíces ideológicas, extendiéndolas por nuevos y fértiles territorios que le garantizan su crecimiento de cara al futuro”. Esta es una de las conclusiones incluidas en el ‘Anuario del Terrorismo Yihadista 2018’, presentado por el Observatorio Internacional de Estudios Sobre Terrorismo y en el que ha participado el ceutí Luis de la Corte además de un gran conocedor de la realidad de Ceuta porque estuvo muchos años trabajando en nuestra ciudad, Alfredo Campos.

En sus más de 150 páginas, se hace una radiografía al detalle sobre las amenazas radicales de carácter global así como el trabajo llevado a cabo en nuestro país, haciendo especial hincapié en las intervenciones llevadas a cabo en prisión. El año 2018 se cerró con un balance de 23 operaciones policiales realizadas contra el terrorismo en España, viéndose implicadas en ellas 58 individuos sospechosos de llevar a cabo actividades vinculadas a él, dándose 29 casos en entornos penitenciarios. Es precisamente donde más suenan las alertas ya que resulta incongruente que en donde terminan los detenidos se produzca una radicalización mayor. “De entre todas las actuaciones policiales destaca la Operación Escribano, que consiguió desmantelar un entramado compuesto por 25 presos yihadistas en 17 centros penitenciarios distintos, cuya finalidad era establecer un ‘frente de cárceles”, detalla el informe a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso El Faro. Uno de los cuatro cabecillas era de Ceuta.

“En este sentido, resulta significativo que durante 2018 no se haya realizado ninguna operación ni en Ceuta ni en Melilla que se saldase con detenidos, siendo ciudades que suelen presentar un elevado grado de radicalización yihadista, como muestra el hecho de que el año anterior se detuviesen a cuatro y siete personas respectivamente por su presunta actividad vinculada hacia el terrorismo de etiología yihadista. Esta misma situación se da en la provincia de Madrid, que ha pasado de detener a dieciséis personas en distintas operaciones realizadas durante 2017”, añade el informe.

La Escribano fue el resultado de muchos meses de investigación y seguimiento hacia los miembros que formaban parte de ese entramado en prisión, “pero se ha convertido en una acción pionera en toda Europa por su envergadura y su significado”.

“Bien es cierto que en otros países ya se habían producido operaciones similares dentro del entorno penitenciario, pero ninguna de ellas había abarcado la dimensión de la realizada en España, ya que la red establecida en nuestro país contaba con un total de 25 presos yihadistas repartidos en 17 prisiones, quedando intercomunicados todos ellos mediante cartas manuscritas por sus líderes, en las que transmitían mensajes e instrucciones a seguir hacia el resto de los integrantes de esta estructura yihadista. Estos correos eran trasladados de unas prisiones a otras mediante la conexión establecida por personas que iban a visitar a estos presos, convirtiéndose así en una especie de emisarios que hacían llegar las cartas de unas cárceles a otras”.

En cuanto al descenso de operaciones y detenidos a lo largo de 2018 no es entendido como una reducción de la amenaza que representa esta ideología extremista para España. “Si bien parece ser que Daesh ha perdido parte de su atractivo para conseguir adoctrinar a nuevos individuos como consecuencia de su derrota militar y la caída de su califato, las nuevas tecnologías siguen y seguirán ofreciendo nuevas posibilidades a través de espacios y herramientas en las que el fácil acceso a contenidos yihadistas seguirá facilitando la radicalización de nuevos individuos, o bien de forma autónoma, o a través del contacto con otras personas que puedan actuar como agentes radicalizadores”.

Las 4 claves bajo análisis

Las nuevas tecnologías: El canal de Telegram, la forma para burlar el cierre de cuentas lo que permite la creación de múltiples “canales durmientes”


Uno de los asuntos abordados en este Anuario hace mención específica a las nuevas tecnologías y a las amenazas constantes ejercidas. “Permite observar una clara estrategia comunicativa en el deseo de influir por parte de sus grupos más representativos en las decisiones de los gobiernos, utilizando técnicas de marketing similares a las empleadas por grandes mar cas, tanto en la producción de contenido audiovisual como en la distribución su propaganda, siempre en diferentes idiomas y enfocada a las redes sociales, con la pretensión que la difusión por parte de sus seguidores logre presionar lo suficiente”, expone. Y una de esas vías harto explotadas es el canal Telegram ya que, “a pesar del gran número de cuentas clausuradas, gracias a la facilidad de manejo que tiene esta herramienta, que les permite la creación de múltiples canales durmientes, a través de los cuales almacenan contenido propagandístico, pero sin compartir los enlaces de acceso hasta que les cierran algún canal, momento tras el que trasladan el enlace de invitación a canales amigos. Así, en pocas horas vuelve a estar completamente operativo y con el mismo número de seguidores que antes que su cierre”, indican los expertos. Además usan la figura del hashtag de

Twitter, apropiándose de las tendencias en la red para extender su propaganda.

Orientación de las operaciones: Los nuevos yihadistas ‘on line’

Las actuaciones contra el ciberterrorismo van a más. La gran mayoría de operaciones realizadas se han llevado a cabo como consecuencia de la actividad que estaban ejerciendo los presuntos yihadistas a través de estos entornos on line. Además del peligro de la radicalización en prisión, la otra gran amenaza es la “capacidad de algunos de sus líderes para conseguir adoctrinar desde dentro de estas cárceles a presos comunes que hasta entonces no habían tenido ninguna vinculación con el fenómeno yihadista”. A partir de este 2019 comienza a darse en Europa la “liberación de presos yihadistas que ya han cumplido su condena, siendo el momento para comprobar de forma empírica si los programas de desradicalización han tenido éxito o nuestros centros penitenciarios han acabado por convertirse en esas universidades yihadistas que, en su día, ya se dieron en Irak”, se indica en este anuario. En dicho documento hay un capítulo específico escrito por Alfredo Campos sobre las vinculaciones que se hacen de la radicalización y la inmigración.

El perfil del radical: Varón, 33 años, marroquí y radicalizado en la prisión

Del análisis contenido en este informe se puede rehacer una especie de radiografía de los detenidos por vinculaciones radicales, hasta el punto de valorar cómo, genéricamente, se trata de varones, de 33 años, marroquíes y que se han radicalizado en la prisión después de haber sido detenidos por delitos relacionados con el terrorismo. De las 58 personas detenidas solo una era mujer -y ninguno de ellos menor de edad-. Y de ellos, el 50 por ciento exacto -29 individuos- se radicalizaron en prisión. En cuanto a su origen, a los investigadores del fenómeno yihadista les llama la atención que el 64 por ciento de los detenidos son de nacionalidad marroquí. El resto, un 20 por ciento tienen nacionalidad española y el 16 restante se divide entre siria, senegalesa, argelina y holandesa.

Expulsiones directas: Un dato relevante: la expulsión “por seguridad” de cinco imanes

En este anuario se hace mención a las distintas expulsiones directas que se han llevado a cabo a lo largo del año sobre personas que representaban un riesgo para la seguridad nacional. “El dato más significativo reside en el hecho de que cinco de los seis expulsados por este motivo han sido imanes salafistas que predicaban un mensaje alejado de los valores democráticos y contrarios al Estado de derecho español, rechazando en sus discursos cualquier tipo de integración por parte de la población musulmana dentro de la sociedad en la que conviven. Lo cierto es que la difusión del mensaje asociado a la ideología salafista no representa por sí mismo que estos imanes sean considerados yihadistas, si bien es cierto que, debido a ello, no pocos de sus seguidores pueden acabar siendo atraídos por posiciones más radicales que impliquen el ejercicio de la violencia, abriendo la posibilidad con ello a que directamente puedan adoptar una actitud vinculada directamente con el yihadismo”, recoge. Fueron expulsados a Marruecos.

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