La Policía Local de Ceuta ha perdido a uno de sus agentes más conocidos y apreciados que han pasado por el cuerpo, Antonio Pacheco. Sus familiares y el que fuera su jefe durante el servicio, Ángel Gómez, lo recuerdan en El Faro. Antonio Serafín Pacheco Ortuño, nacido en Ceuta el 1 de enero de 1942, desempeñó toda su carrera profesional en el Servicio de Seguridad Ciudadana (092) de la Policía Local, desde su entrada en el cuerpo, en los años 70 hasta su jubilación en 2003. Pacheco comenzó como sereno, pero pronto realizó el examen correspondiente y pasó a ser policía municipal, siempre estando a pie de calle ya que, como indican sus propios familiares, “no le gustaba para nada la oficina, prefería estar en la calle ayudando a la población y no la dejó hasta que terminó su servicio”. El antiguo jefe de la Policía Local, Ángel Gómez, lo ha definido como “una persona afable, disciplinada y respetuosa, que nunca tuvo ningún problema con sus compañeros ni con la ciudadanía”. Sobre esto, ha destacado sus cualidades y su predisposición al trabajo porque “siempre estaba dispuesto a atender todos los requerimientos, órdenes y servicios”. Es por ello que se siente “orgulloso de haberlo tenido bajo mi mando”. Con respecto a su uniforme, Gómez ha remarcado que Pacheco “siempre iba reglamentariamente vestido”, hasta el punto de que “se pasaba, porque él a su uniforme lo quería, lo respetaba e iba siempre impecable”. “Su trabajo era su gran pasión y además era muy conocido en toda la ciudad porque siempre desempeñó sus funciones en la calle junto a sus compañeros Richarte y Carrasco”, han destacado desde su familia.
Sus aficiones y el cariño por sus nietos
Ya fuera del trabajo, Antonio Pacheco era
un enamorado de la pintura y realizó varios retratos de su familia además de otros cuadros en los que siempre estaba presente su tierra natal, como el que realizó para su hijo en el que se aprecia a la
Virgen de África con el paisaje de Ceuta u otro de las
Murallas Reales. Otra de sus grandes pasiones era la jardinería y, en sus ratos libres, no era raro verlo en los jardines de su urbanización echando una mano para cuidar las plantas junto a sus vecinos o atendiendo los jardines de sus hijos.