Durante años, buena parte de la ciudad dio su espalda, primero a su visión de una ciudad entre dos mundos, dos países y dos culturas, y luego a su memoria. Hoy en día, la maldición sobre su nombre continúa, hasta el punto en el que ha desaparecido no solamente como titular de la Gran Vía, a la que la II República nombró como Gran Vía Antonio Ramos y Espinosa de los Monteros con un magnífico discurso del alcalde socialista David Valverde Soriano, sino su retrato de la Sala de Concejales y hasta la placa que recordaba el lugar de su nacimiento, el 22 de enero de 1872, en el número 23 de la hoy denominada calle Real, fueron retirados.
Sí, Antonio Ramos fue un intelectual, pero un intelectual molesto para muchos. Un hombre que se tuvo que hacer mayor por imperativo familiar. Su orfandad, demasiado prematura, le obligó a comenzar a trabajar como auxiliar de escuelas públicas con tan solo quince años. Su formación abarcaba todo lo que pudiera leer, pero también todo lo que pudiera escuchar y compartir. Para eso, no dudó en estudiar idiomas, principalmente el árabe, que dominó perfectamente, tanto para hablarlo como para escribirlo, ante la desconfianza de la sociedad más conservadora.
La ciudad en la que él creía, la que él deseaba, era una ciudad próspera, española y a la vez abierta a Marruecos. Una ciudad que tenía que suprimir su carácter de presidio, reducir su peso militar y recuperar una economía basada en la industria, el comercio y hasta la agricultura. En todo ello, le acompañaban muchas personas de la Ceuta más liberal, y entre ellos, también, muchos militares, en especial médicos, ingenieros, artilleros…
¿Qué cuna es más grande que mi cuna?… Patria de Reyes, cuna de sabios, tribuna de doctores, campo del batallador, escenario de la Historia. Esta es mi cuna. Esta es Ceuta, la Ciudad que fue el templo donde España recibió el sacramento de su bautismo” . Antonio Ramos
Su buen hacer como maestro, su prestigio como periodista, le proporcionaron algunos medios para estudiar Filosofía y Letras en Granada, y allí se fue. Desde la ciudad de la Alhambra no dejó de escribir, no dejó de combatir, y convencido de que allí estaría libre de persecuciones, tuvo la peor experiencia de su vida. Fue encarcelado en Torres Bermejas en 1896, juzgado y condenado en consejo de guerra –al estar en edad militar- por un artículo en el que se atacaba al comandante general de Ceuta. En prisión sufrió toda clase de vejaciones y enfermó gravemente, siendo el principio de un fin prematuro, cuando aún no había cumplido cuarenta y siete años.
De la prisión salió como un héroe estudiantil, pero también como un periodista con muchas puertas abiertas y el apoyo de una gran parte del elemento militar nacional, como demuestran las conferencias, artículos y libros publicados gracias al apoyo del Centro de Conferencias del Ejército y la Armada de Madrid.
En 1898 Antonio Ramos vuelve a Ceuta y comienza una década de continuos viajes a Marruecos, en los que colabora con escritores y periodistas que necesitan una persona que les guíe por el país. Asesora a políticos y militares y escribe sin parar. Luego, su salud se irá resintiendo y tendrá que reducir su ritmo de trabajo.
Apoyo importante para él fue el del alcalde monárquico Julián Francisco de las Heras Jiménez, abogado y periodista, quien le confió la organización de los actos del centenario de la muerte del Teniente Ruiz. Realmente, el homenaje fue más militar que civil, con desfiles y discursos en el acuartelamiento que llevaba el nombre del héroe del 2 de mayo, el actual Campus Universitario, pero Antonio consiguió reunir textos y fotografías para editar un magnífico libro que hoy día es una joya bibliográfica: “Jacinto Ruiz Mendoza 1808-1908”.
La satisfacción por su trabajo tuvo su recompensa y de las Heras le nombró entonces Cronista oficial de Ceuta, cargo que en 1910 sería dotado con una gratificación que le permitiría vivir modestamente. Pero la suerte no estaba con él. Tres años después, la llegada a la Alta Comisaría de España en Marruecos de Felipe Alfau, de quien era hombre de confianza, le impulsa a aceptar un puesto de asesor y renunciar al cargo de cronista. Craso error. A los pocos meses, Alfau cesó, Ramos no llegó a cobrar ni tan siquiera los meses en los que trabajó en Tetuán, volviéndose cargado de deudas y con una situación tan precaria como definitiva.
La huella histórico-literaria de Antonio Ramos está muy reducida por causa de la falta de fuentes hemerográficas. Escribió en Africa, Eco de Ceuta, Medina Ceuta, Defensor de Ceuta, Ceuta, El Norte de Africa, La Revista de Ceuta… pero son pocos los números y por tanto los artículos que se conservan. De sus libros, España en Africa y Perlas Negras hablan de Ceuta, pero no mucho. Quizá, para la historiografía local sean más importantes la obra ya citada dedicada a Jacinto Ruiz Mendoza y la magnífica colaboración con el Anuario Guía de Marruecos de 1917, que Manuel L. Ortega seguirá publicando, aunque no completo, hasta 1930, aunque obviando su autoría.
Fue fundador de la Asociación de la Prensa de Ceuta, del Centro Comercial Hispano Marroquí y de numerosas entidades socioculturales.
En su archivo quedaron miles de folios para obras que nunca llegaron a publicarse. Quizá la que más le dolió que no se editara fue Precisiones geográficas sobre Marruecos, presentada al Ministerio de la Guerra y parcialmente plagiada en varias obras de los años 20 y 30.
Pero Antonio Ramos hizo mucho más. Fundó la barriada Príncipe Alfonso, donde tampoco hay ningún recuerdo a su memoria, luchó por la supresión del penal, por la fundación de colegios y de una escuela de artes y oficios, reorganizó el archivo municipal, trató de conseguir una biblioteca pública y de montar un museo municipal, pidió hasta la saciedad que se redujeran la altura de las murallas y se olvidaran viejas, y un largo etcétera.
A pesar de todo, escritores como Rafael Orozco, Cándido Lería, Rafael Gibert, Manuel García de la Torre, Alberto Baeza y otros muchos, recordaban su nacimiento y muerte cada año, repartían tarjetas con su retrato y guardaban sus artículos como tesoros. Buena parte de su archivo, gracias a la generosidad de la familia Orozco Rodríguez Mancheño, y especialmente a Rafael, está hoy en el Archivo General de Ceuta.
Puesta Ceuta en el centro del mar del pasado, del presente y del porvenir, quien la posea aunque sea débil, necesariamente ha de ser árbitro en los acontecimientos que en aquellas aguas se desarrollen, y si es fuerte, quien la mantenga gobernará a las dos costas.” Antonio Ramos
En internet se pueden consultar digitalizaciones de España en Africa y de Perlas Negras, y gracias a la labor editorial de Alberto Baeza Herrazti, a finales del pasado siglo se realizó una reedición parcial del texto de los Anuarios de Ortega y del libro dedicado al Teniente Ruiz. Y se sigue escribiendo de él, como en el Diccionario bio-bibliográfico de Cronistas Oficiales de España que apareció hace algunos meses, y muy pronto, recordando su labor como letrista de carnaval para la Tuna Abylense.
De justicia es recordar en el centenario de su fallecimiento a quien tantas frases redondas escribió para dedicárselas a su ciudad.
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