Tras casi 30 años al frente de FECCOO, Antonio Palomo dimitió anteayer de su Secretaría General.
–¿Por qué lo deja ahora? ¿Tiene ya relevo?
–Creo que lo expongo claramente en la carta que he mandado a la afiliación. La legislatura en FECCOO finaliza a mediados de 2021 y mi “jubilación administrativa” tuvo lugar el 31 de agosto. Se consideró conveniente que ayudase a la organización en un período especialmente significativo como el proceso electoral. Ya no existen razones para continuar y no posibilitar el relevo. Además, ¿qué sentido tiene un secretario general que, por decisión personal, no va a pertenecer a la Junta de Personal, a la Permanente o al Foro Educativo? Con respecto a la segunda cuestión, en FECCOO hay personas con la suficiente preparación y cualificación para tomar el relevo. No puedo adelantar nombres porque nunca me ha gustado apadrinar ‘delfines’. Sería dictatorial y antidemocrático. Así lo hice cuando me fui de mi colegio y así lo hago ahora. No sé si en realidad hemos propiciado el relevo generacional, pero es cierto que no sólo en CCOO, sino en el resto de organizaciones, la cúpula dirigente está francamente envejecida y constituyendo una gerontocracia nada deseable. Creo con franqueza que las nuevas generaciones ni valoran ni tienen ningún interés en el mundo sindical. También es evidente que nosotros tampoco facilitamos mucho las cosas.
–¿Por qué se afilió usted?
– Lo hice en 1990 y fue de una forma ‘casual’. Por aquel entonces ya era director de mi centro y percibí la necesidad de contar con un apoyo profesional. Debo reconocer que mi primer intento de afiliación fue en otra organización sindical que no recibió con mucho entusiasmo mi solicitud, algo que todavía no entiendo. Realicé las mismas gestiones con CCOO y se me recibió con los brazos abiertos. Desde entonces ha sido y seguirá siendo una de mis dos ‘familias profesionales’. La otra es, obviamente, la que constituyen los integrantes de las 35 generaciones que han trabajado conmigo en mi colegio de toda la vida.
–¿Los sindicatos se han convertido en una especie de gestorías?
– Sí. El sindicalismo, desde mi punto de vista, al menos como yo lo concibo, es ahora totalmente distinto. No sé si antes era mejor o peor, pero era distinto. Antes era un movimiento de reivindicación colectiva en el que los que sindicatos practicaban un binomio presión/negociación y el colectivo del profesorado ejercía la presión apoyando las reivindicaciones. Hoy se ha centrado y concretado en la Política de Servicios, yo diría de servidumbre. No es una crítica sino una descripción. Nosotros, los de antes, teníamos tantas carencias profesionales y económicas que nuestra prioridad era mejorar esas infames condiciones laborales. Hoy en día, superadas aunque nunca totalmente esas condiciones, la nueva generación tiene esa batalla ganada y, en consecuencia, centra más su interés en cuestiones individuales y no en las colectivas.
–¿Qué opina del sistema de selección de docentes?
– Que es injusto e inadecuado. Injusto porque no se valora la experiencia en su justa medida. Cuando hablo de experiencia me refiero a cualificada y valorada, no solo a sumar años de servicio. Hay magníficos interinos que le ‘valen’ a la Administración y que son extraordinarios profesionales. Inadecuado porque no es una medida objetiva de la cualificación profesional. El buen profesor no es el que mejor se sabe un temario. No sería tan difícil que el aspirante elija un tema al azar y lo desarrolla ante el alumnado de un determinado nivel en presencia del Tribunal. Se podrían valorar muchos otros parámetros como dominio del tema, preparación del mismo, control de la clase, motivación del alumnado... Es obvio que hay extraordinarios maestros incapaces por circunstancias personales de aprobar una oposición y otros que se saben hasta la última coma del temario, pero igual no reúnen otras condiciones imprescindibles para desempeñar o realizar una tarea tan específica y vocacional como la enseñanza.
–¿Han abusado de su influencia en la Administración para resolver temas personales de afiliados y, con ello, perdido crédito?
– Las organizaciones sindicales no pasan por su mejor momento en cuanto a credibilidad y consideración social. Actualmente la mayor o menor capacidad de resolverle a cada uno ‘su problema’ es uno de los más significados parámetros de valoración, por no decir el único.
–¿La Junta de Personal ha perdido beligerancia o los docentes se han cansado de movilizarse?
–Yo conocí una Junta de Personal combativa y beligerante, a veces en exceso, que promovía exitosas movilizaciones porque, entre otros recursos, contaba con el respaldo del profesorado. En estos últimos cuatro años el movimiento sindical, como yo lo entiendo, ha sido nulo. Es evidente que los contextos son distintos y que si el profesorado ha apoyado mayoritariamente ese modelo es que debe de considerar que esa es la forma de funcionar que prefiere. Nada que decir al respecto, pero resulta obvio que para nada comparto este sistema de funcionamiento.
–¿Con Wert se vivió la peor época para el profesorado?
–No podría destacar ninguna etapa por su especial sensibilidad con Ceuta. Es más: a pesar de que la gestión de las dos ciudades mantiene la estructura ministerial y a muchos de sus cargos, la nuestra es un lastre y un incordio y la situación educativa en Ceuta importa bien poco en Madrid. ¿Cómo explicar que hayan pasado más de 25 años sin construir un centro o que nuestros Reglamentos Orgánicos de Centros sean de los noventa? Si nada puedo destacar en lo bueno, sin la menor de las dudas la etapa de Wert lidera con gran diferencia la peor de las gestiones realizadas.
–¿Comparte con el actual director provincial, Javier Martínez, que el Ministerio debe descentralizar competencias y dar más margen de actuación a su estructura en Ceuta?
–Sin duda, con un órgano específico para la gestión de la Educación en nuestra ciudad se podrían solucionar con celeridad muchos de los ancestrales problemas que arrastramos. En su defecto, si esto último no fuese posible sería imprescindible dotar a la Dirección de más autonomía, competencias y capacidad de gestión. Somos un vestigio anacrónico funcional, en un estado cada vez más descentralizado
–¿Qué parte de responsabilidad tienen los docentes en los malos resultados del sistema educativo en Ceuta?
–Cuando en un sistema colectivo algo no funciona, siempre las partes integrantes de ese sistema tendrán su parte de responsabilidad, pero sin la menor de las dudas, en un situación tan compleja y específica como tiene la educación en nuestra ciudad, el mayor de los culpables es la Administración, que no pone ni los medios, ni la dedicación necesaria que necesita nuestra ciudad. ¿El profesorado? Me consta la dedicación, el esfuerzo y el sacrificio de mis compañeros. Lejos de corporativismos absurdos se podría cuestionar su labor cuando la Administración cumpla. Mientras eso no sea así, el mero hecho de cuestionarlo me parece profundamente injusto.
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