Mi mujer, desde que llegamos a Algeciras, lo único que me hablaba era de ir al cementerio para llevarle flores a un ‘hermanito’ llamado Antonio Mena Vicario. Yo como buen marido la llevé al lugar reseñado. Preguntamos en recepción dónde se encontraba la tumba y muy amablemente lo indicó un hombre y me dijo que en esta localidad mucha gente iba a visitarlo y pedir por cosas. Era muy milagroso. Me dio la indicación por si alguien se anima a ir a visitarlo. Entrando por la puerta principal a mano derecha y en la primera a la derecha que verás una pequeña iglesia, pues a la izquierda al fondo verás el nicho de este hombre. Había un montón de flores depositadas en barreños y toda la pared había fotos de él y un gran crucifijo. Lo que me llamó la atención que también estaba la fotografía de nuestro queridísimo Antonio Sánchez Prado. Mi mujer se puso a rezar un rato y a los pocos minutos aparecieron dos mujeres que empezaron a hablar con mi mujer.
Ella fue la que rompió el fuego diciéndoles que había pedido por la salud de su hijo y que por favor lo cuidara mucho. Mi hijo se fue un poco atrás para sentarse en una pequeña escalera que había allí y cuando se dieron la vuelta lo observaron acariciando a un gato con tonalidades que iban del blanco al marrón clarito. Todas se pusieron de acuerdo que Antonio ya había empezado a cuidarlo. Los vellos se les pusieron de punta y empezaron a rezar. Cuando finalizaron me empezaron a contar que una mujer estaba por allí limpiando el nicho de su marido cuando de repente se apareció un hombre mayor y le dijo: “Señora sería usted tan amable de acicalar un poco está tumba”. La misma estaba llena de telarañas y ella muy sumisa se puso manos a la obra hasta que terminó en dejarla como nueva. Al mirar con detenimiento la foto del finado se dio cuenta que era la misma persona que le había dicho momentos antes que limpiar a la tumba. Se dio cuenta que era una señal divina. Por la noche tuvo un sueño y le dijo: "Pídeme lo que quieras que te lo concederé ". E hizo su petición y un familiar sano de sus males. Desde entonces no le falta nunca flores a este nicho. La misma mujer me indicó que unos metros para atrás hay otra tumba de un niño, que desconocen su nombre, que también hay muchas flores, no tantas como la de Antonio, que también ellas tuvieron una experiencias.
“Me encontraba orándole cuando un hombre me dijo: Has visto lo guapo que es ese niño”. Lo miré unos instante y pellizqué a mi hermana para que se fijara en la figura de este hombre mayor. Y era la misma cara. Todavía los recuerdos me turba el corazón y lloro por ese recuerdo”.
Mi mujer completo la dialéctica diciendo: “Que el pasado día 6 de junio su futura nuera iba a examinarse del carnet de conducir en las prácticas y estaba muy nerviosa y entonces le preparé una bolsita para que la llevara en los bolsillos que contenía una foto de Antonio, laurel y una aspirina. Y mi pobre nuera aprobó a la primera. Igual que hice con mi hijo en idéntica situación. Todos dicen que es una tontería pero yo creo en él”.
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