En las nuevas generaciones de autores españoles ya se van afianzando algunos nombres y entre ellos, uno de los más señeros tal vez sea el de Antonio César Morón, pues nadie más que él ha escrito libros de géneros tan variados como el teatro, la poesía, el ensayo literario o la narrativa. Con una formación completísima y una capacidad de trabajo asombrosa, nos ofrece ahora, en la granadina editorial Nazarí, su primera novela: ‘Mientras las limusinas esperan en la calle’, título traído de un verso del cantante Leonard Cohen, que es uno de los protagonistas de la obra.
Podemos afirmar en principio que nos encontramos ante una novela negra con todos los componentes del género y una atmósfera muy cercana al cine negro estadounidense de los años cuarenta, pero también con una novela muy actual y muy centrada en la amarga realidad española de nuestro tiempo. Se trata de una novela urbana en la que las ciudades –Granada, Melilla y Nueva York- alcanzan un gran protagonismo. Son ciudades muy vividas por Antonio César Morón y por esto logra quintaesenciar sus respectivas atmósferas.
La novela está muy bien escrita; fluye de maravilla hasta el punto de que una vez iniciada, resulta muy difícil abandonar su lectura y ello gracias a la original intriga, al ritmo ascendente y a la fuerza de
algunas escenas con las que se consigue sobrecoger al lector.
‘Mientras las limusinas esperan en la calle’, como digo, nos presenta un fiel y feroz retrato de la España de nuestra época democrática. Implacable es la crítica contra la corrupción en muchas de sus escalas: la política y la judicial sobre todo. Impresionantes nos parecen las escenas en la valla de Melilla y algunas otras que le dan también al texto un claro contenido social.
La estructura de la novela es muy moderna, con saltos temporales hacia atrás y hacia adelante, con acciones que se alternan, con un subido erotismo muy bien dosificado y con algunas notas de humor e ironía como la de presentarnos un geriátrico llamado ‘Juvenalia’.
Los personajes están bien caracterizados, resultan creíbles porque, aunque el género de la novela negra tiende a crear estereotipos, Antonio César Morón sabe evitarlos. Así, por ejemplo, el detective Emilio Irene, pese a mostrársenos como un desengañado y un escéptico, nos parece muy real con sus hondas reflexiones.
Ésta es otra de las características de ‘Mientras las limusinas esperan en la calle’: no se trata de una obra escrita sólo para entretener, sino también para hacernos meditar. He aquí un ejemplo de lo que digo:
“El ciudadano occidental percibe el amor desde la temporalidad y la química. ¿Hay otra manera de percibirlo? El ciudadano occidental está demasiado acostumbrado al fracaso amoroso; se familiariza con él desde el punto de partida de lo coleccionable. El ser humano occidental tiene demasiadas cosas para aferrarse a toda costa a solamente una de ellas”.
Y entre los medios de caracterización de los personajes el autor a veces utiliza las hablas de las diversas clases sociales de nuestro tiempo.
Hay pues en la obra valiosas meditaciones sobre el arte, sobre el amor, sobre la situación de España y, en la mayor parte de sus páginas, se percibe una sutil melancolía.
En suma, esta primera novela de Antonio César Morón posee una extraordinaria madurez estilística, narrativa y de pensamiento, la propia de un autor que antes de ahora se ha curtido con la dramaturgia, la poesía y, sobre todo, con la vida, sus alegrías, sus sorpresas y sus desengaños.