El personal del Ingesa se dirigió ayer a sus centros de trabajo sin cuestionar la obediencia a los servicios mínimos y con la premisa de prestar la mejor asistencia a los usuarios como cada día. Ni notaron la diferencia respecto a cualquier jornada laboral. Los pacientes del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, Ingesa, no sufrieron alteraciones en el ritmo de las consultas y se mantuvo la normalidad en los quirófanos. José Fernández Chacón, delegado del Gobierno, tradujo esta calma en cifras: sólo un 2,93 por ciento de los trabajadores secundó la huelga de la función pública. Once empleados que se acogieron a su derecho constitucional mientras que otros cientos seguían con su labor asistencial diaria.
Ángel Lara, secretario general de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO, reconoció la “escasa afluencia de huelguistas” y recordó que se reproduce la tendencia de la convocatoria de 2007, la cual se ceñía al sector de la sanidad. En aquel momento, la carrera profesional y los incrementos retributivos en turno de noche y festivos unieron a la plantilla contra la administración, señaló Lara, quien lamenta que tres años más tarde se retroceda en el capítulo económico, conquistado a golpe de presión obrera.
El personal sanitario y no sanitaria se dirigió a su puesto de trabajo sin cuestionar la obediencia a los servicios mínimos y con la premisa de prestar el mejor servicio sanitario a los usuarios como cada jornada. “No es lo mismo un paro, por ejemplo en la Ciudad, que en el Ingesa”, señaló el comisionista; “un error o la negativa a atender a un enfermo puede desembocar en una negligencia o una denuncia”.
Lara ensalzó la profesionalidad de los trabajadores y desveló la tesitura en la que, sostiene, se encontraron ayer los efectivos: “las ganas de protestar contra la postura de la administración rivalizó con la obligación de prestar el mejor servicio al ciudadano”. La repercusión en las listas de espera también influyó en la participación de los médicos de Atención Primaria, argumentó Lara. “Aquellos pacientes a los que no atienda hoy, serán tratados mañana con la consecuente carga de trabajo que conlleva”, explicó el secretario general de la Federación de Sanidad de CCOO.
“Menos efectivos de los que hay, no se pueden dejar”, mencionó el comisionista para aludir a la falta de personal que la Junta de Personal denuncia desde hace meses y que, en Atención Primaria, comenzó a finales del año pasado.
La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, CESM, y el Sindicato de Enfermería, SATSE, tampoco secundaron la movilización de ayer. “La huelga es una medida que hay que pensarse antes de tomar la decisión de convocarla. Pero este Gobierno se merece esto y más”, defendió Emilio Barrientos, secretario general de SATSE.
Mientras, en centros de salud como el Recinto, según informaron fuentes de la plantilla médica, ninguno de los facultativos abandonó sus responsabilidades y atendió a sus pacientes como cualquier día.
SATSE Sin embargo, Barrientos no se quedó de brazos cruzados a pesar de que su sindicato no apoyó la movilización. El máximo representante del Sindicato de Enfermería en la ciudad registró ayer en la Delegación del Gobierno una solicitud dirigida a Sara Pupato, directora general del Ingesa, para que el descuento de nómina que se realice con el ‘decretazo’ sea a través de un descuento único. “Es decir, que aparezcan los conceptos retributivos de cada persona y esas deducciones aparezcan como relativas a la crisis”, planteó Barrientos, quien apostó por aplicar la denominación de ‘Descuento Real Decreto Ley Retribuciones Complementarias’.
El objetivo de esta propuesta implica que, una vez superada la coyuntura “extraordinaria y de urgencia, podamos volver a las condiciones económicas que teníamos antes”, aportó el secretario general de SATSE.