Apesar de que estamos convencidos de que el cambio de calendario es un ejercicio formulista y convencional, y, aunque sabemos que los años no están separados por escalones, creemos que esta transición representa una oportunidad más para dar esos saltos que nos hacen reaccionar ante la apatía, la desgana y el cansancio.
Por muy tópico que resulte, esta variación de fecha puede ser aprovechada para repasar lo que ha dado de sí el año tan agitado que estamos a punto de dejar. En este mundo tan cambiante nos vendría bien reflexionar un poco sobre el Año Pasado y sobre lo que, unidos, todavía tenemos que alcanzar: estar unidos con la familia y con los amigos es el mejor regalo que podemos desear. Los buenos propósitos de año nuevo son excelentes, especialmente cuando la meta es luchar disciplinadamente para mantener y para aumentar la salud.
Pienso que, personal, familiar y colectivamente, con realismo y, al mismo tiempo con esperanza y con ilusión, podríamos, deberíamos, hacer planes para el Nuevo Año: ojalá sea un año de oportunidades en la familia, en el trabajo, en la vida de amor, en el descanso e, incluso, en la diversión.
Ojalá represente una nueva oportunidad para seguir creciendo. Ojalá muchos de nuestros sueños -a pesar de las serias dificultades que nos saldrán al paso- gracias al esfuerzo de todos se conviertan en realidades. El comienzo de un Año Nuevo, es el momento oportuno para renovar los sueños, para buscar soluciones inteligentes y generosas, para revisar nuestras actuaciones y para proponernos unas metas más ambiciosas, aprovechando todas las oportunidades que se nos presenten.
Si seguimos trabajando unidos, seremos capaces de superar los desafíos que nos salgan al paso y de tomar unas decisiones apropiadas que nos acerquen a ese modelo de Ciudad que todos ansiamos.
Ojalá que, desde la situación en la que nos encontramos, tras el balance económico, político y social del año que está a punto de terminar, podamos dirigir hacia el nuevo año una mirada -si no optimista- al menos esperanzada. Sería una suerte que, apoyándonos en las promesas que las diferentes administraciones, nos sintiéramos más animados para seguir caminado hacia un futuro inmediato en el que realmente hubieran desaparecido esos densos nubarrones, esos obstáculos, que, obstinados, aún permanecen inalterados y que nos parecen insalvables.
No tenemos más remedio que reanimarnos mutuamente e ilusionarnos contemplando un horizonte prometedor. Desde una perspectiva realista, razonable y positiva, tras un análisis riguroso de las posibilidades y de las dificultades, deberíamos aprovechar la oportunidad para iniciar una nueva etapa que estuviera apoyada en la construcción de un entramado ciudadano, mediante la apertura de cauces de diálogo y a través de un diseño de vías de colaboración de todos las instituciones y de aquellos colectivos que tengan ganas, ilusiones, ideas y medios. Es el momento para hacer realidad nuestros irrenunciables deseos, para intentar un mayor bienestar viviendo y dejando vivir, para aprender del pasado, para disfrutar el presente y para construir un futuro mejor. Feliz Año Nuevo.
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