Opinión

140 aniversario del nacimiento de Mariano Bertuchi

Este pasado 6 de febrero se cumplió el 140 aniversario del nacimiento del pintor Mariano Bertuchi Nieto (Granada, 1884-Tetuán, 1955), el artista que tan grato recuerdo dejó en Ceuta. Y dentro de un par de meses se cumplirá el tercer año de la clausura de la gran exposición monográfica dedicada al granadino, que tuvo como inigualable marco el Museo de las Murallas Reales a lo largo de cuatro años (abril de 2017- abril de 2021); exposición que marcó un hito en la ciudad autónoma. Creo que es el momento oportuno para recordar el paso del artista granadino por Ceuta, donde dejó un legado de primer orden, además de hacer una reflexión sobre aquella icónica exposición.

Mariano Bertuchi en Ceuta

El 26 de febrero de 1924 tuvo lugar en el Consistorio ceutí una sesión extraordinaria para la toma de posesión de nuevos concejales y la elección de un nuevo alcalde. Entre los nuevos regidores se encontraba Mariano Bertuchi, el “pintor de cuadros”, como así aparecía en las diversas guías que se publicaban por aquellos años, que se había instalado con su familia en Ceuta a finales de 1918, tras haber vivido en Granada, Madrid, Málaga y San Roque, donde también había sido concejal.
Auspiciado por la propia Alta Comisaría, que había puesto su confianza en él en algunos trabajos, había llegado a Ceuta en busca de las nuevas oportunidades que ofrecía el desaforado crecimiento de la ciudad como puerta del Protectorado español en Marruecos. Y llegó en un momento oportuno, pues la ciudad estaba prácticamente desamparada en el campo artístico.
Vista panorámica de Ceuta. Acuarela.
Bertuchi había nacido en una casa de clase media del barrio del Realejo, en una Granada donde se admiraba a intelectuales de la altura de Ángel Ganivet, fundador en 1897 de la efímera Cofradía del Avellano, o Pedro Antonio de Alarcón, el famoso autor de Diario de un testigo de la Guerra de África (1859). Enamorado de la pintura orientalista desde su infancia -su padre lo llevaba a pintar a la Alhambra y al Generalife-, admiraba hasta la saciedad a Mariano Fortuny, que tuvo una etapa granadina, de la que dejó un imborrable recuerdo. También tuvo en Francisco de Paula Valladar, director y fundador de la revista decenal de Letras y Arte La Alhambra, un guía que, en diversas reseñas artísticas, le fue marcando discretamente el camino para no perder la perspectiva y seguir su formación: “Saludemos en el joven pintor el artista del mañana”. Posteriormente conoció a Muñoz Degrain -tanto Fortuny como Degrain fueron sus dos grandes referentes-. Fortuny, por haber sido la gran esperanza de la pintura española de la segunda mitad del siglo XIX, y por alzarse como el gran faro, junto con Francisco Lameyer, del primigenio orientalismo español. Degrain, por su pintura luminosa hasta la saciedad, propia de la escuela valenciana, y por ser su maestro y mentor cuando estuvo estudiando en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, entre 1899 y 1903. Entre ambos, los granadinos Rafael Latorre y, sobre todo, José Larrocha, que gozaba de un firme prestigio, amante del costumbrismo granadino y la naturaleza, al que Bertuchi tendrá presente en muchos de sus cuadros a lo largo de su carrera pictórica; el marinista Emilio Ocón, del que el pequeño Bertuchi aprendió en Málaga a interpretar el mar; el catalán Santiago Rusiñol, el gran pintor de los jardines españoles, con el que un jovencísimo Bertuchi compartió motivos pictóricos en el palacio del Cuzco, en Víznar; Joaquín Sorolla, el referente del luminismo, maestro de maestros, que viajó por todo el país plasmando regionalismo por doquier; el madrileño Ulpiano Checa, que pintaba una y otra vez jinetes y corceles arrolladores e invencibles -el caballo árabe de carrera fogosa y cola levantada es todo un claro coprotagonista de la pintura bertuchiana-; o el reusense José Tapiró, paisano e íntimo amigo de Fortuny, el gran acuarelista de personajes y escenas costumbristas marroquíes, considerado como uno de los mejores acuarelistas españoles, que residía en Tánger cuando Bertuchi, con 14 años, visitó por primera vez aquella ciudad norteafricana, de la que quedó prendado por su exotismo, a pesar de su proximidad a las costas españolas. Una nómina de pintores de primera fila que, en su mayoría, también tuvieron una etapa orientalista. Con estos precedentes, prácticamente lo hemos dicho casi todo: caballete de tres patas, jardines, naturaleza, paisajes, marinas, personajes embutidos en el paisaje, algún que otro retrato, muchos animales, orientalismo a rebosar y luz por doquier con sus inherentes sombras, para así jugar con la singularidad del contraste. A todo ello podemos añadir un dibujo certero, que realiza con una soltura abrumadora; el dominio de la plumilla, de la que ha dejado bellísimos e incontables testimonios; una acuarela limpia y transparente de cuidadosos motivos, con unos encuadres espectaculares; en contraposición a la acuarela, el óleo pastoso de toques vibrantes y colores cegadores, que le da vida y fortalece al paisaje y los elementos animados de la composición; no pudiendo faltar en esta cascada de técnicas el cartel y el grabado, que el granadino dominaba con destreza y maestría.
En Ceuta tuvo Bertuchi su domicilio en la entonces denominada calle Soberanía Nacional núm.1, la popular calle Real, y en la “perla del Mediterráneo” trabajó para diversos organismos públicos y privados durante más de una década, hasta instalarse definitivamente en Tetuán, donde ejercería, con altos puestos de responsabilidad, una enorme labor como funcionario al servicio de la Alta Comisaría, hasta que murió prácticamente con los pinceles en las manos. Pasados casi setenta años de su fallecimiento, aún es recordado y querido en su amada “paloma blanca”.

Un trabajo ingente

Tríptico en su ubicación original, el Casino Africano.
Por su personalidad afable y su buen hacer, bien pronto se integró en la sociedad ceutí, donde fue recibido con los brazos abiertos. Y su fama fue creciendo a medida que iban pasando los meses. En septiembre de 1920 se creó el Tercio de Extranjeros, siendo Bertuchi el encargado de la confección del cartel de enganche. Un mes después acompañó al alto comisario, Dámaso Berenguer, a modo de cronista gráfico, en la entrada a Xauen, de la que dejó sobrado testimonio en algunos óleos, acuarelas y diversos apuntes a lápiz y plumilla. Unos meses antes, el Casino Español, que había sido fundado en 1915 y tenía su sede en la hermosísima Casa de los Dragones, junto a la plaza Alfonso XII, le había encargado el tríptico El comercio, la agricultura y la industria, que presidió el salón estilo renacimiento español, inaugurado durante las fiestas patronales de 1920. Y así un largo recorrido como asesor artístico de diversas empresas, como, por ejemplo, la Junta de Obras del Puerto, el Ferrocarril Ceuta-Tetuán, La Valenciana o la Revista de Tropas Coloniales, de la que llegó a ser director artístico hasta finales de 1927. Sobre esta revista, aparecida en enero de 1924, la prensa se hizo eco de su publicación loando su buen hacer y su consistente y lograda edición. Impresa en un principio en los talleres de Arturo Sierra-Ceuta, posteriormente saldría de los talleres de Tropas Coloniales. Según señalaba la propia revista en el núm. 2 de febrero de 1924, la ilustración de la portada, la tricromía Regulares Indígenas, reproducción de un cuadro al óleo de Bertuchi, era el “primer trabajo tipográfico de esta clase hecho en la Zona”.
También trabajó para el Ayuntamiento de la ciudad. Citemos, por ejemplo, la vidriera de la entrada principal del palacio municipal, que sería inaugurado por el rey Alfonso XIII en octubre de 1927; la participación en la decoración del Salón del Trono o de Fiestas, del que fue autor de los tres óvalos al óleo que representan los Reales Sitios de La Granja de San Ildefonso, El Retiro y Aranjuez; o la restauración del pendón: “el Concejal, don Juan Morejón Andrade, el 16 de junio de 1922 propone a la Corporación municipal, que presidía don Isidoro Martínez Durán, ‘que sea restaurada tan querida y preciada enseña’. Acordada la misma, es encargado de realizarla el famoso pintor nacional, con residencia en Ceuta, don Mariano Bertuchi, que terminó la labor el 27 de octubre de 1922”.

Modestia y alejamiento

Teniente Ruiz.
Fue precisamente el 19 de junio de 1922 cuando Bertuchi fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Tetuán. El prestigio del que gozaba era cada día más grande, a pesar de su carácter sencillo y algo retraído. Veamos lo que decía El Financiero en agosto de 1923, cuando el granadino aún residía en la ciudad: “Nos referimos a un verdadero artista, que es un caso de precocidad, […]. En la actualidad reside en Ceuta, donde trabaja con intensidad y siempre con una modestia y aislamiento, que seguramente le perjudica para obtener el nombre y fama de gran artista, a que tiene perfecto derecho por sus excepcionales condiciones”.
Su colaboración con las empresas e instituciones ceutíes siguió durante los años siguientes. Así, fue el 20 de junio de 1926 cuando en la Comisión permanente del Consistorio ceutí se leyó un escrito de Mariano Bertuchi por el que aceptaba el encargo de la realización de dos retratos al óleo con sus marcos de Alfonso XIII y del teniente Ruiz, con un presupuesto de seis mil pesetas. La Comisión permanente estimó “justos los honorarios dichos” y acordó, por unanimidad, aceptarlos. El retrato de Alfonso XIII presidiría el salón de sesiones del palacio municipal hasta 1931; mientras que el retrato del teniente Ruiz se encuentra en los fondos de la Sección de Bellas Artes del Museo de la Ciudad Autónoma. También, por esas fechas, ya era asesor artístico de la Alta Comisaría, que estaba proyectando un pabellón para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.

Precursor del Turismo

La organización de la Exposición Internacional de Barcelona y de la susodicha Exposición Iberoamericana de Sevilla fueron los argumentos para que el 25 de abril de 1928 se crease el Patronato Nacional del Turismo (PNT), que venía a sustituir a la Comisaría Regia de Turismo (1911-1928), con el claro objetivo de darle un fuerte impulso a la cuestión turística.
En este contexto, en Ceuta, la Comisión permanente reunida el 31 de marzo acordó “Aceptar la iniciativa de varios vecinos sobre la creación de un Comité local de Turismo”. Pocos días después, la Comisión permanente del 14 de abril acordó “crear un Comité local de Turismo y designar las personas que han de integrarlo”; es decir, Mariano Bertuchi y los vicepresidentes de la Junta municipal Federico Sacasau y Álvaro Bielza, “los mismos firmantes de la propuesta”. No obstante, no sería hasta junio cuando se eligió al presidente del Comité, José E. Rosende, que también era el presidente de la Junta municipal, y al secretario, Luis Martínez Barrié, interventor municipal. Por otro lado, en un principio, se fijó la sede del Comité en las dependencias del palacio municipal. Y en julio se acordó que el Comité figurase “en la lista de entidades para el desarrollo del Turismo en España”.
Como es natural, una de las actuaciones que acordó el Comité Local de Turismo fue editar diversa propaganda. Inicialmente se materializó colocando fotografías de la ciudad en las motonaves que hacían la travesía del Estrecho y en diversos trenes repartidos por la geografía nacional. Posteriormente, se editaron tarjetas postales, un folleto y un magnífico cartel firmado por Mariano Bertuchi; además se incluyeron algunos reportajes de la ciudad en el Libro de Oro de la Exposición Iberoamericana y diferentes guías que proliferaban por doquier, como las famosas Guías Ortega, al igual que aparece bastante información sobre la ciudad en la Guía de Cádiz para el uso del turista (1930). También el Centro de Hijos de Ceuta realizó un notable esfuerzo con la edición del Libro de Ceuta (1928); un libro coral de magnífica factura y acertada presentación.

15 de noviembre de 1929. Se acordó: "Satisfacer la cantidad de mil pesetas ascendente a la confección del original cartel para el Comité local de Turismo"

El susodicho cartel de Bertuchi, el más icónico que se ha realizado hasta la actualidad en la ciudad norteafricana, representa una espectacular vista de Ceuta y su magnífico puerto realizada desde el monte Hacho. El 15 de noviembre de 1929 se acordó “Satisfacer la cantidad de mil pesetas ascendente a la confección del original cartel para el Comité local de Turismo”. Al mes siguiente, el 26 de diciembre, la Comisión permanente dio “por recibido un cuadro adquirido al señor Bertuchi, para el despacho del señor Presidente, y autorizar a este señor para su pago”. El cuadro referido, que en la actualidad sigue presidiendo el despacho del presidente de la ciudad autónoma, es un bellísimo paisaje al óleo con similares parámetros y motivos que el cartel de turismo.

Bertuchi en Ceuta, 2017-2021

“Las casi 200 obras de Mariano Bertuchi se despiden de Ceuta. Tras cuatro años decorando las paredes del Museo de las Murallas Reales, hoy han dicho adiós a nuestra ciudad. ‘La exposición se inauguró en la misma sala, donde ahora se clausura, el 24 de abril de hace cuatro años’, indica Ana Lería, la directora del Servicio de Museos”.
Con este párrafo tan lacónico, informaba un periódico local el 25 de abril de 2021 del cierre de la exposición monográfica dedicada a Bertuchi. Una exposición que, a pesar de haber tenido unos comienzos complicados, pudo salir adelante gracias a un meritorio esfuerzo colectivo. Y el resultado mereció la pena. Un acertado montaje y un respaldo de gran parte de la población ceutí fueron sobrados motivos para darle suficiente entidad y nombre a un Museo que, hasta aquel momento, apenas si había trascendido fuera de la ciudad.
Pero aquella ilusión que se puso en el proyecto tuvo también sus detractores —no llueve a gusto de todos—, a lo que hubo que sumar la terrible pandemia de la covid-19, que azotó a Ceuta de forma singular: confinamiento, cierre de la frontera, cierre de empresas, economía bajo mínimos… factores que hicieron que todo se tornase de color oscuro. Razones había para ello. Pero cuando la oscuridad reina, los zarpazos, a veces, suelen ser aleatorios. Y uno de ellos, coincidiendo con la finalización del contrato, le dio de pleno a la exposición de Bertuchi. ¿Hubiese merecido la pena replantear un nuevo contrato?
Ahora el panorama es algo diferente. La cuestión es si, tras estos tres años de ausencia de Bertuchi de Ceuta, el balance museístico ha sido positivo. O lo que es lo mismo, ¿ha ganado o perdido Ceuta con el cierre de la exposición de Bertuchi?

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