Se cumplen 101 años de la entrega de la Bandera Nacional al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas núm. 3 de Ceuta. El acto revistió la mayor solemnidad y tuvo lugar el día 27 de mayo de 1923 en un abarrotado Parque del Retiro de Madrid, para reconocer públicamente una de las múltiples y brillantes actuaciones de estas unidades en misiones para asegurar la Paz durante el Protectorado español en el norte de Marruecos.
Les fue concedida la Enseña Nacional por su decisiva participación en el “SOCORRO DE MELILLA” tras el “Desastre de Anual” dos años antes y el posterior derrumbamiento de toda la Comandancia General de la ciudad hermana.
Recordar que esta contribución evitó que Melilla fuese invadida por las tropas rifeñas de Abdelkrim Al Jattabi, que había autoproclamado la “República Independiente del Rif” en la zona de influencia española que le correspondía por los tratados internacionales firmados en Fez en 1912.
La entrega de la Enseña Nacional presidida por S.M. el Rey Alfonso XIII junto a S.M. la Reina Victoria fue un acto solemne, donde asistieron todos los Ministros del Estado y de la Gobernación, el Presidente del Congreso, el Presidente del Consejo, el Vicepresidente del Senado, el Alcalde, el Gobernador y algunas otras personalidades, Oficiales Generales, la Nobleza, los Embajadores de Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, varios ministros plenipotenciarios y casi todos los agregados militares de las embajadas extranjeras.
En julio de 1.921, la situación en Melilla, como describió el bilaureado General Varela era desesperada, el pánico amontona la población en los muelles, y es entonces cuando todas las energías españolas se ponen a contribución para conjurar la amenaza que viene del Rif. Los mártires verán redimida su memoria.
España mira angustiada las fuerzas de que dispone, y mientras organiza los medios que su vitalidad (sobre todo espiritual) le consiente, es precisamente en los Regulares de Ceuta donde se apoya su prestigio. Y esas Fuerzas, iberas de raza, de recluta indígena, son precisamente las que sostienen el Honor de la Madre Patria. Y pasado el peligro y llegado el momento, van a la Metrópoli a buscar el más precioso don para un Cuerpo, y sobre todo para un Cuerpo de Indígenas…, la bandera de la inmortal España.
Julio 1921. "La situación en Melilla era desesperada. Es entonces cuando todas las energías españolas se ponen a contribución para conjurar la amenaza que viene del Rif"
La orden de marchar a Melilla la cumple el Grupo con la máxima rapidez. El 22 de julio el 1º y 2º Tabor se encontraban en el Fondak de Ain Yedida, (para seguir operando sobre los disidentes de la zona occidental), realizando el 23 su incorporación a Ceuta en una sola marcha, embarcando los dos Tabores la misma noche y llegando el 24 a Melilla, (que atravesaba momentos angustiosos por el derrumbamiento de toda la Comandancia General, cuyos restos se refugian en el propio casco urbano).
Los momentos son de angustia y ansiedad, los que no conocen esas Fuerzas interrogan el porvenir. La continua actuación de los Tabores del Grupo no pudo ser más brillante. Ellos y las fuerzas del Tercio de Extranjeros compartieron en el inicio todo el peso de las campañas, y en lo sucesivo, hermanadas también, fueron las sólidas columnas en que se apoyó la “Reconquista”.
La brillante actuación de nuestras unidades merece del General en Jefe la siguiente citación en la Orden General del Ejercito de operaciones:
“Orden general del Ejército de España en África del día 10 de septiembre de 1921, en Melilla: En la operación del día 8 en Casabona, tuvieron ocasión, el Tercio de Extranjeros y las Fuerzas Regulares de Ceuta nº 3, de cubrirse una vez más de gloria. Con su indomable valor, con su innegable amor patrio, con su incomparable pericia lograron asestar al enemigo uno de los mayores golpes que ha sufrido en todas nuestras campañas, ocasionándole bajas numerosísimas.
Todos cuantos integran esos Cuerpos modelo, alcanzan tales virtudes militares, que es difícil señalar distinciones entre ellos, y éste es el mayor galardón que puede ostentar una corporación. En nombre de todos vuestros compañeros del Ejercito de África, que se enorgullecen de vosotros, os felicito efusivamente y os ratifico nuestra confianza absoluta. Debéis sentiros satisfechos por ello y por haberos hecho dignos de la admiración de nuestra querida España.
Cumplida su ruda misión, los supervivientes de los Regulares de Ceuta se concentran en Melilla, el 12 de octubre los restos de los Tabores, y el 14 embarcan para Ceuta. El Grupo sufre el 80% de bajas en los casi tres meses de combate, ya que todo el peso de las operaciones cayó sobre ellos. De 651 Suboficiales y Tropa murieron 481, y de 33 Jefes y Oficiales solo 3 resultaron ilesos. A las diez de la mañana del día 15, un aeroplano de la escuadrilla de Tetuán, que se había internado sobre el mar, anunció la próxima llegada del vapor “Tintoré”, de la compañía Trasmediterránea, en el que venía el Tabor de los Regulares.
"La continua actuación de los Tabores del Grupo no pudo ser más brillante"
El recibimiento (como publica el diario “El Telegrama de Rif en su crónica del día 16 de octubre de 1921) que la tierra patria hace a esos girones de gloria, es grandioso. Se manifiesta en él, el pueblo en masa. El muelle estaba repleto de ciudadanos de todas las clases con el Ayuntamiento en pleno a la cabeza (el alcalde D. Isidoro Martínez se había dirigido al pueblo en un manifiesto) y todo elemento oficial. A su llegada al puerto, la tripulación del acorazado “Alfonso XIII” que se hallaba formada en cubierta, hizo tocar su música y saludar con su Bandera.
Las baterías de tierra y las de los barcos de la escuadra hacen oír su bronca bienvenida. Al entrar el barco a puerto, se izaron y desplegaron banderas y desde el Hacho se hicieron 21 cañonazos. Por expresa voluntad del General en Jefe, se le tributan los máximos honores militares. Las tropas de la guarnición cubrieron carrea desde el muelle a la Comandancia General.
El Comandante General, señor Álvarez del Manzano, tan pronto como los expedicionarios saltaron al muelle, los pasó revista, mientras se repetían los vítores y aclamaciones a España, al Rey y al Ejército. Su esposa, a la cabeza de las damas de la Cruz Roja, obsequió a cada soldado con cinco pesetas y diez a los sargentos. En el trayecto, engalanado, se levantaron varios arcos de triunfo y el pueblo acompañó a las fuerzas hasta sus alojamientos entre aclamaciones y vítores.
Y el Soberano mismo ha hecho llegar la suya, en el siguiente telegrama: “El rey a jefe de Regulares: Al regresar a esa plaza esos heroicos Regulares, deseo manifieste Jefes, Oficiales, clases y soldados el agradecimiento y la admiración de su Rey por su comportamiento y alto ejemplo de valor y disciplina, que a todos por igual corresponde, y especialmente a sus jefes Tenientes Coroneles González Tablas y Mola, que tuvieron el honor de derramar su sangre al frente de esas fuerzas. ¡Viva España, que tan bien supisteis defender! ¡Vivan los Regulares de Ceuta! - Alfonso Rey,”. En noviembre, les otorgaría también el título de “Mis fieles Regulares”.
Pero la suprema recompensa viene en la R.O. de 2 de noviembre, en la que se concede al Cuerpo la bandera nacional, y dice así: “El Rey (q. D. g.), de acuerdo con lo informado por el Alto Comisario de España en Marruecos, ha tenido a bien conceder al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta número 3, la Bandera nacional, semejante a la que corresponde a los Cuerpos de Infantería de nuestro Ejército, por haberse hecho dicho Grupo acreedor a ello, dados el entusiasmo, valor y disciplina con que ha combatido en nuestras filas, cooperando eficazmente a la acción de nuestro protectorado, encomendado a la Nación, en Marruecos.- De Real Orden lo digo a V.E. para su conocimiento y demás efectos.- Dios guarde a V.E. muchos años.- Madrid, 2 de noviembre de 1921.- Cierva”.
Hay que recordar que, al tratarse de unidades Regulares y profesionales de mayoría indígena, es decir, integradas fundamentalmente por personal no español, generalmente marroquí de la zona sujeta a nuestro Protectorado y, por lo tanto, súbditos del Sultán de Marruecos, no tenían derecho a Enseña Nacional como el resto de las unidades militares de nuestro Ejército, formadas por españoles en su totalidad que si juraban en ella defender a la patria y fidelidad al Rey y a sus jefes. Por lo tanto, este justo reconocimiento se trató de un acontecimiento histórico y sin precedentes en el Ejercito.
80% de bajas. "El Grupo sufre el 80% de bajas en los casi tres meses de combate, ya que todo el peso de las operaciones cayó sobre ellos"
La enseña ostentará además la corbata de la Medalla Militar, que tan bien ganaran para el Grupo los Tabores que fueron a Melilla por su brillante actuación.
Los titulares de los principales periódicos de la época del día 28 de mayo de 1923, como “La Correspondencia de España”, El diario “El Globo”, “La Voz” o el “ABC”, entre otros, se hicieron eco en sus titulares del acto solemne de entrega de la Bandera Nacional al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta núm. 3, ocupando todas las portadas con algunas crónicas como la siguiente:
El pueblo de Madrid ovaciona a los Regulares: Algún ciudadano de espíritu propenso a la contradicción y al enojo, habrá sentido recelos de que, a la larga, los que ayer vieron con simpatía el honroso galardón concedido a los Regulares de Ceuta, se sintieran decepcionados y lamentasen haberse sumado con entusiasmo al homenaje.
En la mente de los tales malhumorados estaría fija la idea de que era un peligro posible entregar la bandera española a las contingencias de una posible deslealtad, que estas posibilidades, aunque no tenga esta vez fundamento lógico, pueden existir, por ser muy humanas.
Pero en el caso presente, el recelo de esos espíritus maliciosos no tiene fundamento; no lo tiene, porque esos Regulares son los que han dejado escrito con su sangre en tierras de Melilla el recuerdo honroso y perdurable de su sacrificio por España; no lo tiene porque en las cicatrices que deforman sus rostros y marcan su cuerpo, ostentan para siempre la prueba dolorosa de su sacrificio; no lo tiene, porque las cruces que lucen y los grados que consiguieron certifican que quienes pudieron otorgarles esos premios fueron testigos de su valor y de su abnegación.
Así lo comprendió el pueblo de Madrid, que saludó con ovaciones clamorosas a los bravos Regulares, que desfilaban orgullosos, sonrientes, comprendiendo todo el valor del homenaje que se les tributaba, que les habrá compensado largamente de las cruentas jornadas, plenas de peligros, en que fue para ellos prodiga la campaña.
Palabras de Álvarez Arenas: Al recibir la bandera el teniente coronel del grupo, Sr. Álvarez Arenas, que sustituyó en el mando al heroico González Tablas a la gloriosa muerte de éste, dijo a las tropas Regulares, a cuyo encuentro marchó, en unión del capitán ayudante Sr. Zaldívar: “Soldado: España nos entrega esta bandera, y nosotros habremos de defenderla hasta derramar la última gota de nuestra sangre. ¡Viva España!”. En aquel momento hicieron salvas de fuego los batidores de Caballería y los gastadores de Infantería.
Discurso del Duque del Infantado: “Con la venia de V. M. : En los días de julio de 1921, los más aciagos quizás de nuestra historia militar, en que un huracán de desgracias y cobardías esterilizo el fruto de doce años de esfuerzos y sacrificios en Melilla, todo se hubiera perdido hasta el honor, si la divina Providencia, que en los momentos críticos parece adoptar la ciudadanía española, no hubiera inspirado al alto mando la en apariencia peligrosa pero necesaria resolución de llamar en su auxilio al grupo de Regulares de Ceuta.
La mayor parte, en efecto, de sus tropas moras habíanse reclutado en las kabilas y adurares que era necesario castigar y recobrar y contra sus conciudadanos y parientes habían de combatir.
Fallecidos en las operaciones. "De 651 Suboficiales y Tropa murieron 481, y de 33 Jefes y Oficiales solo 3 resultaron ilesos"
Y así lo hicieron estos leales al lado de sus compañeros españoles mandados por sus heroicos jefes y oficiales, con tal brío, que merced a él y al de otras fuerzas expedicionarias, renació en España la esperanza; con ella la fe tan quebrantada y al soplo de valor colectivamente desaparecido en julio y que felizmente se contagia al igual que el pánico, volvió en breve a ondear la bandera de la patria en casi todos los lugares donde fue arriada por el desastre. Mas a qué precio; 651 soldados salieron de Ceuta y a su regreso 481 habían sido muertos o heridos; 83 jefes y oficiales les mandaban, y 46 cayeron en los campos de batalla, volviendo solo tres ilesos a Ceuta.
Proporción trágicamente gloriosa que acaso no haya alcanzado ningún otro Cuerpo y en la que éste supero su propio pasado con el que sumó en toda la campaña 1.750 bajas de tropa y 99 de jefes y oficiales, de los cuales tres, Real, Pacheco y González Tablas, laureados.
Tales hazañas exigían premio proporcional, y S.M. el Rey, interpretando como siempre el sentir nacional concedió por vez primera a 'Fuerzas indígenas' a este grupo la bandera de España, cuyos colores había estos bravos ya bordado en la suya con el oro finísimo de su valor y lealtad, con rojo encendido de su sangre generosamente vertida.
Pero era preciso que no solo en sus colores fuera nacional esta bandera, y así no vaciló en atender al heroico teniente coronel Sr. González Tablas cuando convaleciente aun de gloriosas heridas, me requirió para que pidiera al pueblo español que la costeara.
Disposición que su muerte convirtió en testamentaria y que por ello con doble fervor me creo en el deber de solicitar en este momento sintiendo que la insignificancia de mi persona, mayor aún que la de mi voz, impida que ésta llegue a todos los ámbitos de la Península, no para pedir a los españoles su óbolo, que no se necesita para el regalo de esta enseña, sino para cumplir del mejor modo una deuda de gratitud, porque así de ésta tendrán testimonio en este acto todos los jefes, oficiales, clases y soldados del grupo aquí presentes, en su casi totalidad heridos, muchos varias veces, así los de hoy como los de ayer que hoy desempeñan otros mandos; en cambio, los que duermen el sueño de los justos, sepultados algunos, abandonados otros para vergüenza nuestra en tierra enemiga, exigen desde sus tumbas gloriosas un homenaje de cuantos se precien de patriotas y de cristianos.
Derecho a la Enseña Nacional. "Al tratarse de unidades Regulares de mayoría indígena no tenían derecho a Enseña Nacional como el resto de las unidades militares"
Para tributarlo a la memoria de vuestro llorado teniente coronel González Tablas, de quien tanto esperaba la patria, y demás jefes y oficiales del grupo, muertos en campaña, yo requiero nuevamente el concurso, por modesto que sea, de todos los buenos ciudadanos así militares como paisanos.
Entre tanto, os pido a los que porque vivís habéis de enarbolar con orgullo esta bandera, que, al llegar a tierra africana, la inclinéis respetuosos ante las tumbas de vuestros compañeros, cual corona más bien de laurel que funeraria que España les envía en prenda de ulteriores y más duraderas demostraciones de nacional agradecimiento.
Discurso Tte. Cnel. Álvarez Arenas: "Esta bandera tremolará siempre victoriosa en campos africanos y no será jamás abandonada, porque los oficiales españoles inculcarán en sus tropas el amor a los Reyes y a España"
En actos análogos, los donantes ponen en regias manos las banderas para avalorarlas y engrandecer la merced recibida; en el presente, S. M. el Rey, sin duda reconociendo que no os ha dado nada a que no tuvierais derecho, ganado con sangre cuando os ha permitido cobijaros bajo la misma bandera que cubre a todas las fuerzas del Ejército, me ordena que la representación que ostento, os entregue directamente, como lo hago, señor teniente coronel, esta bandera que para vuestro grupo de Regulares de Ceuta ha labrado el agradecimiento nacional y el amor al Ejercito y a la patria que sentimos seguramente todos los presentes tanto más hondamente, cuanto del amor y del sacrificio de sus hijos está más necesitada.”
Discurso del jefe de los Regulares: A este discurso contestó el teniente coronel Álvarez Arenas con estas palabras: “Yo, que conozco estas fuerzas desde hace muchos años, su labor y su lealtad, ofrezco a Vuestra Majestad que esta bandera tremolará siempre victoriosa en campos africanos y no será jamás abandonada, porque los oficiales españoles inculcaran en sus tropas el amor a los Reyes y a España. Mi mando seguirá el camino marcado por el glorioso González Tablas. El honor que Vuestra Majestad nos concede no le olvidaremos nunca, porque las tropas de mi mando acreditarán siempre su valor y su lealtad".
"A propuesta de los Descendientes de los Regulares se acordó poner una placa en su memoria"
Recordar que a propuesta de los Descendientes de los Regulares, el pleno celebrado el día 23 de enero del pasado año, todos y cada uno de los Grupos Políticos con representación en la Asamblea de Ceuta manifestaron por unanimidad con su voto a favor, rendir un homenaje al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas número 3 de Ceuta, aprobando la colocación de una placa en un lugar tan emblemático de la ciudad como es el Patio de Armas de las Murallas Reales, lugar de residencia y donde estuvieron ubicadas desde 1791 estas tropas.
Esta propuesta se presentó y fue aprobada en la Asamblea de la ciudad dentro del programa de actos con motivo del centenario de tan importante efemérides. Este solemne acto, se celebró finalmente el pasado mes de junio con una Parada Militar a la que asistieron todas las autoridades civiles y militares de la ciudad.
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