Crecer humildemente en porterías de la calle O’Donnell y Lope de Vega, enamorarme y hacerme maestro, añorando los calamares de La Cave y taberneros de la Viña cuando adolescente y tierno barbilampiño me gastaba ahorrillos ajustados en pipas y altramuces de envoltorio telegrama impreso, garrapiñadas extra en puerta Kiosko Emilio en Parque Hernández. ¡Qué tiempos, recuerdos que marcan y se recobran en compromiso cumplido!
Escribo y exteriorizo saltos y tics patrióticos influido por al triunfo de la roja, por el golazo pujolista, entiéndase de Carles, pura furia hispana, puro huevos, al margen de polémicas hoy y ahora superadas por el balompié con barretina, también nuestra.
Me preguntan cariñosos y multiculturales allegados si me he adaptado y digo que sí, con el consiguiente período de adaptación y situación en una realidad singular, un pueblo alegre y que es capaz de trascender de tanta animadversión personalista en dirigentes obcecados en “marcar distancia” al precio que corresponda, apoltronarse o ningunear al diferente, maldita obsesión novedosa para mis concepciones años extramuros y presente ilusionante.
Me propuse trabajar a tope en mi escuela CEIP Real y estoy satisfecho. Ir escribiendo y contribuyendo a la sana y deseable polémica y creo estoy en el camino, con más de sesenta colaboraciones y opiniones en el universo mediático informativo local –en unos más que en otros–, por lo de la línea editorial y eso y aquello. La adrenalina y espera de saber si te publican tiene sus compensaciones, habiendo de todo y en cada caso según mensaje en esta viña del Señor Autoridad.
Me vuelven a enturbiar los cláxones y banderas de la roja pero es que somos los mejores, parón y gritos balconeros y a darle rienda suelta a sentimientos en este aniversario primero, íntimo sin claca y cercano pelotero. La soledad interior y reflexiva es calmante de equívocos y engañarse al mejor postor interesado. No se si lo dijo Buda, Confucio o alguna mente anónima menor para acopio de algún filósofo cultivador del innoble plagio, como tantos que se apuntan al fervor de decir circunstancialmente lo que no sienten y otros padecen y asienten.
El panorama melillense, que no zoo, da para mucho, habiendo tocado infinidad de temas para sorpresa de unos y arrebato de otros, preguntándose, ¿quién es semejante escribano? Por respuesta, un ciudadano de a pie que se realiza por la gratitud y aceptación de quienes tienen el espléndido deber y servicio de la información veraz, contrastada y plural, en terruño sin igual, un privilegiado que camina con dudas a diferencia de quien es verdad sin apoyaturas. Pobre iluso que sin zapatos cree que no va descalzo, me perdone San Agustín, me detengo por cohetazo y vaya noche temazo de algo histórico y sin igual, final a ganar tulipán.
Ahora toca un breve descanso estival en la Almería del Argar y Los Gallardos y rumbo nordoriental pasado el Ebro de momento sin royaltis, a la Cataluña periférica, trabajadora y preocupada por temas nada identitarios, por asegurar la manduca, la estabilidad y convivencia en el día a día, sana sapiencia vox populis intemerata.
Me gustaría seguir aspirando a ser un enfant terrible, contestatario y nada guevón, incomprendido y de contrastes, agridulce, pero mis visiones tolkianas me enseñan horizonte sideral lejano al que aspirar intentando hacerlo compatible con mi realidad presente: Melilla y su riqueza, el pueblo llano, su gente. Salud y menos levante, simplemente y a modo de franco sin dictado y nada militarizado, deseo.